En 12 días la oposición debe cumplir el reto de movilizar a la ciudadanía, la cual en su mayoría valora negativamente la situación del país, de acuerdo con Datanálisis. Hace poco menos de un mes, el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, convocó a una actividad masiva en respaldo a las reivindicaciones iniciadas por el gremio de educación y enfermería. Esta sería la tercera apuesta que hace el también jefe del Poder Legislativo desde el 23 de enero de este año para demostrar su capacidad de movilización.
Aunque sus principales objetivos, que son el cese de la usurpación, el gobierno de transición y las elecciones libres, aún no se han logrado, el diputado insiste en que el próximo 16 de noviembre “nos debemos unir, no solo por el tema económico, debemos luchar por la libertad".
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Para el politólogo Óscar Vallés, esta apuesta de Guaidó es muy riesgosa porque, a diferencia de los primeros meses de este 2019, no hay un propósito real para protestar. “No es un buen momento para hacer una gran movilización porque se desconoce para qué es la protesta. Tampoco hay una cadena de acontecimientos que pueda darle sentido y hacernos pensar que será un gran momento", argumentó.
Señala que el régimen que representa Nicolás Maduro no se verá afectado ni amenazado con la protesta opositora; por el contrario, le conviene un Guaidó convertido en un embudo que contiene el descontento popular hasta que lo considere. En su explicación, Vallés indica que lo ideal sería que el diputado fuese más fuerte en cuanto a su posición, porque no le daría margen de maniobra al oficialismo.
Vallés considera que con esta jugada del 16N, Guaidó intentará persuadir a los sectores políticos de la oposición que aún no están convencidos de su reelección como jefe del parlamento para el periodo 2020. “No veo esta manifestación como una estrategia dirigida al cese de la usurpación, sino como un paso para afianzarse dentro de la oposición", dijo el académico.
En febrero, según una encuesta de Datincorp, casi la mitad del país consideraba a Guaidó como el presidente legítimo, frente al 34% que opinaba que Maduro ocupaba el cargo de forma constitucional. Ahora, ocho meses después, 40% del país aprueba el desempeño del líder opositor, de acuerdo con el último estudio de Datanálisis publicado en septiembre.
Pese a que continúa siendo el líder con mayor respaldo del país, el presidente Hercon Consultores, Marcos Hernández, señala que Guaidó tiene el desafío de demostrar que, a pesar de la apatía y la desmotivación de los ciudadanos, representa la opción de la oposición.
Vallés no considera que Guaidó tenga una carta debajo de la manga para el 16N, pero Hernández sí, y advierte que si nadie lo acompaña en esta movilización el capital político se puede derrumbar.
No es la primera vez que el dirigente de Voluntad Popular llama a una concentración y da una especie de ultimátum. Ocurrió el 23 de febrero, cuando la oposición intentó ingresar la ayuda humanitaria, y el 1° de mayo, cuya convocatoria se vio afectada tras un alzamiento militar fallido.
Un CNE para demostrar democracia
Desde que Guaidó tomó juramento el pasado 23 de enero, el gobierno de Maduro no ha cedido cuotas de institucionalidad, tampoco se ha sentido amenazado.
El politólogo sostiene que Maduro parece tener intención de cambiar las autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE), pero no por una presión de Guaidó y quienes le acompañan, sino para dar muestras a la comunidad internacional de que es confiable, tiene la capacidad de llegar a acuerdos y puede cumplir compromisos financieros.
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