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jueves, 1 agosto, 2024
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María Corina Machado: temo por mi vida

María Corina Machado le hace un llamado a quienes rechazan el autoritarismo y apoyan la democracia para que se unan al pueblo venezolano

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Caracas.- La líder opositora María Corina Machado publicó una carta en la que manifestó que teme por su vida y por la de su equipo de trabajo, razón por la cual se encuentra resguardada. La carta la publicó en el Wall Street Journal este jueves, 1 de agosto. La dirigente de Vente Venezuela también aseguró que tiene cómo probar que Nicolás Maduro perdió las elecciones del 28 de julio.

En el texto, María Corina Machado le hace un llamado a quienes rechazan el autoritarismo y apoyan la democracia para que se unan al pueblo venezolano. «No descansaremos hasta que seamos libres», escribió.

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Aquí la carta que publicó María Corina Machado

Escribo esto desde la clandestinidad, temiendo por mi vida, mi libertad y la de mis compatriotas de la dictadura liderada por Nicolás Maduro.

Maduro no ganó las elecciones presidenciales venezolanas del domingo. Perdió de forma aplastante frente a Edmundo González, 67 % a 30 %. Sé que esto es cierto porque puedo demostrarlo. Tengo actas obtenidas directamente de más del 80 % de los centros electorales del país.

Sabíamos que el gobierno del Sr. Maduro iba a hacer trampa. Hemos sabido desde hace años las artimañas del régimen y que el Consejo Nacional Electoral está totalmente bajo su control. Era impensable que Maduro reconociera su derrota.

El régimen hizo todo lo que estuvo en su mano o alcance para sabotear y descarrilar nuestra campaña. Aunque gané unas Primarias abiertas con el 92 % de los apoyos, me prohibió presentarme a la presidencial. Luego inhabilitó a mi opción sustituta elegida, Corina Yoris. Finalmente, el Sr. Edmundo González Urrutia asumió valientemente este trabajo.

Mientras tanto, decenas de mis colegas fueron encarcelados, y seis de mis principales colaboradores, incluida mi jefa de campaña, pidieron asilo en la embajada argentina.

El régimen nunca imaginó que nuestro movimiento crecería en número y poco a poco se apoderaría de toda la base de votantes del chavismo. La población pobre y rural que impulsó el meteórico ascenso de Hugo Chávez está ahora desilusionada y ha tomado las riendas de su futuro. Empezamos esta campaña autofinanciada desde la periferia y nos trasladamos a los centros urbanos.

Nuestra gente fue como un maremoto. Están cansados de un cuarto de siglo de división, odio e ideología. Quieren recuperar a sus familias y su dignidad. Orgánicamente, las comunidades se organizaron en más de 60.000 comanditos, pequeñas unidades de campaña creadas en torno a mesas de cocina por todo el país.

Más de un millón de voluntarios asumieron funciones específicas para preparar las elecciones y se entrenaron para defender todos y cada uno de los votos que se emitieran ese día.

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Desde las primeras horas del domingo, comprendimos lo que aportaría la fuerza unificadora de esta acción cívica masiva. Vimos aumentar la participación como un cohete.

Minutos después de que empezaran a llegar los resultados, confirmamos que nuestra victoria era aplastante. Y sabíamos que quienes están en el poder, aterrorizados por las consecuencias personales de décadas de desgobierno, harían todo lo posible por aferrarse al poder.

Y lo hicieron. Anunciaron un resultado fraudulento a las 11.00 p.m. del domingo, indicando que el Sr. Maduro había ganado con 51 % de los votos con «el 80 % de los votos escrutados.»

La verdad es que el Sr. Maduro no ganó en uno solo de los 24 estados de Venezuela. Esto no solo fue confirmado por cuatro recuentos rápidos diferentes y dos encuestas independientes a pie de urna, sino también por todas y cada una de las actas de los votos que vimos llegar, en tiempo real.

Apresuradamente, Maduro actuó para neutralizar a nuestros testigos voluntarios en los centros electorales del país. Se dieron órdenes para hacer imposible su trabajo, para expulsarlos de los centros de votación, para negarles la prueba física de los resultados. Estas órdenes fueron desobedecidas por una gran parte del personal del Consejo Nacional Electoral y los militares. Contra viento y marea, nuestros testigos protegieron con sus vidas los recibos de los votantes durante toda la noche.

El lunes 29 de julio por la mañana habíamos reunido casi la mitad de estas actas. El lunes por la tarde, teníamos suficientes para confirmar la certeza matemática de nuestra victoria. Al día siguiente, se subieron a un sitio web para que todo el mundo las viera. Los jefes de Estado de todo el mundo recibieron pruebas de este fraude descarado.

El Consejo Nacional Electoral, que por ley debe publicar estos resultados en un plazo máximo de 48 horas tras las elecciones, cerró rápidamente su propio sitio web. La razón, alegan sus miembros, es un ciberataque desde Macedonia del Norte.

Tras esta farsa, estallaron protestas espontáneas, especialmente en sectores pobres de Caracas y otras ciudades. Maduro respondió con una represión brutal. Las fuerzas de seguridad del Estado han matado al menos a 20 venezolanos, encarcelado a más de 1.000 y forzado 11 desapariciones.

La mayor parte de nuestro equipo se encuentra en la clandestinidad y, tras la expulsión de siete misiones diplomáticas de Venezuela, mis ayudantes en la embajada argentina están siendo protegidos por el Gobierno de Brasil. Podrían capturarme mientras escribo estas palabras.

Los venezolanos hemos cumplido con nuestro deber. Hemos expulsado al Sr. Maduro. Ahora le toca a la comunidad internacional decidir si tolera un Gobierno manifiestamente ilegítimo.

La represión debe cesar de inmediato, para que pueda producirse un acuerdo urgente que facilite la transición a la democracia. Hago un llamamiento a quienes rechazan el autoritarismo y apoyan la democracia para que se unan al pueblo venezolano en nuestra noble causa. No descansaremos hasta que seamos libres.

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