Barquisimeto.– Januari Colmenares, una residente del sector Colinas del Encanto, municipio Morán, vive en constante angustia desde el 7 de octubre, cuando las fuertes lluvias que azotaron la entidad destruyeron parte de su hogar. Un buco desbordado a pocos metros de su casa desvió el caudal de agua, provocando el derrumbe de una pared. «Si vuelve a llover, se me terminará de caer la casa», lamenta Colmenares, quien comparte su preocupación por su madre de 72 años y sus dos hijos menores, quienes han tenido que buscar refugio en casas de vecinos.
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El terreno donde está ubicada la casa fue comprado hace 42 años por su padre a la Alcaldía de Morán, pero las soluciones ofrecidas hasta ahora, como la construcción de un muro de contención, requieren recursos que la comunidad no puede costear.
Colmenares describe cómo los drenajes de El Tocuyo colapsaron debido al deslizamiento de tierra desde la montaña, afectando no solo su hogar, sino también a buena parte de la localidad.
Las lluvias del 7 de octubre, que se prolongaron por más de cinco horas, dejaron graves secuelas en Lara. El gobernador Adolfo Pereira informó que cuatro municipios, incluidos Urdaneta, Torres y Morán, resultaron severamente afectados. En Urdaneta, se desbordó la quebrada Sicare, mientras que en el sector Aguas Calientes de Torres, el lodo cubrió 500 metros cúbicos de terreno.
Luis Mujica, director regional de Protección Civil Lara, detalló que las lluvias, resultado de huracanes en el Caribe, provocaron la caída de 59 árboles solo en Barquisimeto. Las precipitaciones, que alcanzaron un volumen equivalente a 4 o 5 días de lluvia, también dañaron dos vehículos en la ciudad.
El panorama en Carora no es menos desalentador. En Río Tocuyo, la unión de los ríos Morere y Tocuyo inundó pastizales, cultivos y caminos, informó el ciudadano Willinger Oropeza. Mientras tanto, en la localidad de Palmarito, municipio Torres, el agua se infiltró en las calles residenciales, agravando las condiciones de las viviendas.
Para Januari Colmenares y muchas otras familias, el temor se mantiene latente. «Yo no duermo pidiéndole a Dios que no vuelva a llover», confiesa. Espera que a pesar de que le informaron que no había recursos para el muro de contención, pide a las autoridades le puedan al menos ayudar a colocar unos sacos de tierra para desviar el agua y no perder el techo para su familia definitivamente.