Venezolanos talan árboles en parque nacional por crisis de gas

Grupo ecológico Sembramos Todos denunció con fotos en su cuenta de Twitter la ''tala furtiva'' de unos 15 a 16 árboles en el parque nacional Henri Pittier, que se presume, ''era para obtener leña''

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Venezolano optan por buscar leña para cocinar, ante la escasez de gas doméstico. Foto: Reuters

Caracas.- La escasez crónica de gas doméstico en Venezuela, teniendo las reservas de petróleo más grandes del mundo, ha forzado a muchos venezolanos a recurrir a los árboles como generación de combustible, lo que según expertos podría tener consecuencias ambientales y cambios en el clima.

Endy Pérez estaba acostumbrada a comenzar su día encendiendo la cocina de su pequeña casa en la ciudad de Maracay. En estos días, su rutina debe comenzar con la búsqueda de leña en su jardín o en un parque nacional cercano a su vivienda, reseñó la agencia de noticias Reuters.

“No había de otra, tengo dos niños (…) había que cocinar”, aseveró Endy Pérez, un ama de casa de 39 años, de pie junto a una estufa de leña improvisada en el porche de su casa al borde de las 108.000 hectáreas del Parque Nacional Henri Pittier, el primero creado en el país en 1937 y con algunos ejemplares de unos 800 años, según expertos.

Pérez, con ojos enrojecidos y una tos que dijo se debe al humo, dice que ya ha aprendido cómo hacer que la leña encienda más rápido agregándole papel, plástico y aserrín. “La tragadera de humo, pararse todos los días a cortar (…). Es agotador”, destacó. ”Pero lo que nos toca es eso, y hay que salir adelante”, expresó.


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El creciente uso de la leña ha provocado alarma entre los activistas, quienes dicen que la discusión de cuestiones ambientales, a menudo se ve eclipsada por diatribas sobre la inflación descontrolada, el colapso económico y una crisis política.

”Los incendios y la construcción de humildes viviendas no autorizadas ya han deforestado alrededor del 10% del Parque Henri Pittier, un 4% de ese total en los últimos 10 años”, dijo a Reuters Enrique García, director de grupo ecológico Sembramos Todos que trabaja en la central Maracay, conocida por sus avenidas llenas de enormes y coloridos apamates, ceibas y samanes.

Tala de árboles para la supervivencia

Sembramos Todos denunció el 25 de agosto con fotos en su cuenta de Twitter, la ”tala furtiva” de unos 15 a 16 árboles en el Henri Pittier que “se presume (era) para obtener leña”.

No hay datos oficiales o privados sobre el impacto ambiental del mayor uso de leña, pero la ONG dijo que la recolección de madera contribuiría al aumento de temperaturas en las ciudades y dejaría más expuestos a asentamientos humildes a deslizamientos de tierras.

Ni el Ministerio de Información, ni el de Ecosocialismo, respondieron solicitudes de comentarios.


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”De los 15 millones de cilindros de gas que hay en el país para 7,5 millones de hogares, apenas 20% están en condiciones y a eso se suma la falta de producción de gas”, dijo el sindicalista petrolero, Iván Freites.

En algunos casos, las personas queman basura alrededor de un árbol para secarlo y poder cortarlo y usar la madera para cocinar. Las autoridades ignoran ampliamente la legislación que prohíbe talar árboles sin permisos, asegura Reuters en su artículo.

En Barquisimeto, María Beatriz Medina, una chef de 26 de años, dice que observa desde su vivienda cómo cortan leña a diario frente a su casa. A los cortadores de leña los buscan en camiones para cargar los palos. La sombra que antes daba resquicio del sol desapareció con gran parte de los árboles que allí estaban plantados.

“Vemos pasar a policías y guardias nacionales, pero ninguno les impide que sigan cortando los árboles”, contó a Reuters María Beatriz.


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Algunas ciudades tienen tan poca cobertura arbórea, que quienes buscan leña, caminan kilómetros para encontrarla.

María Aldana, una jubilada de 61 años, comentó en entrevista con Reuters que recorre cinco kilómetros a pie desde su casa en la ciudad petrolera de Maracaibo hasta un área boscosa donde puede recolectar leña y reemplazar el gas que no se recibe desde hace tres meses.

“Siento indignación por lo que estoy pasando”, dijo Aldana, que cada dos días recolecta palos pequeños o usa un machete para cortar ramas y lo lleva de vuelta en un viejo carrito de bebé.

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