Manuel Manjarrés tiene 35 años trabajando como sepulturero en el cementerio municipal de San Cristóbal, estado Táchira. Nunca se imaginó vivir una pandemia y menos tener que sepultar a quienes fallecen por ella. Aunque le dio COVID-19 a finales de 2020, salió bien librado. Está seguro de que lo protegen las oraciones a las ánimas del purgatorio y a la sangre de Cristo