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Coro.- Yorman Martínez es un falconiano de 40 años que logró su sueño de trabajar en la refinería Cardón, ubicada en la península de Paraguaná, pero debido a la crisis y el bajo salario, que no le alcanzaba ni para comer, decidió dejar el empleo y salir a vender agua en un carro que empuja con su propio cuerpo.
Yorman Martínez creció junto a sus padres en la población de Los Rosales, una comunidad popular ubicada alrededor de la refinería Cardón, la cual forma parte del Centro Refinador Paraguaná (CRP). Se formó como ayudante de electricista y obrero para trabajar en la soñada empresa petrolera y darle calidad de vida a su familia.
Martínez comenzó a construir su casa de bloques en el mismo sector donde habita su mamá, pero trabajar en la refinería ya no era lucrativo. Pese a que hacía guardias nocturnas no podía con el sustento de sus siete hijos. Por eso renunció.
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Luego aprovechó el crecimiento de la industria gasífera a través de la empresa Cardón IV, donde estuvo un año como ayudante de electricista, pero la crisis económica y el alto costo de la vida también tocó a su puerta y desistió de ello, porque ganaba dos dólares a la semana, un salario con el que compraba dos paquetes de harina y cinco huevos, que debía rendir para la familia de nueve personas.
Martínez entonces optó por vender agua. El servicio en la península de Paraguaná es deficiente: llega a las comunidades cada tres o cuatro meses. Por ello, las familias que no tienen cómo pagar camiones cisternas salen a buscarla en las tomas clandestinas.
Por las principales autopistas de la ciudad se observan a diario personas de todas las edades cargando agua en coches para bebés, sillas de ruedas y en vehículos que han construido para tal fin. Yorman vio allí una oportunidad de trabajo, por lo que le alquiló a un vecino un vehículo improvisado para vender agua a quienes no pueden salir a buscarla a pie. Ahora su familia lo acompaña.
Todos los días llenan el vehículo con pipas que abastecen en las tomas clandestinas de las tuberías que distribuyen a la refinería Cardón y caminan con el carro a cuestas hasta las comunidades de Punta Cardón para vender el suministro.
Dos años después de ser “caminante de agua", Martínez tiene su propio vehículo de carga y pudo dejar de pagar el alquiler del anterior. Sale todos los días para hacer trueques por el agua o recibe dinero, que invierte en la alimentación de su familia.
Yorman ha perdido alrededor de 20 kilos en los largos trayectos que recorre para vender el líquido, aunque reconoce que también come poco porque prefiere que sus hijos se alimenten mejor y crezcan sanos.
Este trabajador busca calidad de vida para sus hijos, pero la falta de oportunidades y de un buen empleo le ha impedido darles una mejor alimentación. Los más pequeños lo acompañan a diario en esta travesía, porque debido a la pandemia por COVID-19 no asisten a la escuela.
Martínez sueña con una casa digna para sus hijos, tener cuartos para todos, con camas y espacios que puedan disfrutar. Pese a la falta de oportunidades, construyó una casa, pero no ha podido terminarla. Cree que sus hijos merecen un mejor futuro y por ello está dispuesto a trabajar en lo que sea necesario con tal de que algún día les pueda dar el bienestar con el que siempre ha soñado.
