Una pequeña rebelión, encabezada por un grupo de artistas y gestores culturales, cobró fuerza hasta amenazar durante los últimos meses de 2020 con convertirse en la chispa que incendie la pradera castrista, después de 62 años de régimen comunista. Aunque tiene cuatro años en la fragua, es solo ahora que el Movimiento San Isidro se deja conocer en la prensa internacional. Con él ha dejado de ser invisible toda una colectividad de ciudadanos investidos por la web y las redes sociales de un nuevo poder, que intentan seguir adelante contra la represión para transformar los reclamos iniciales por la libertad creativa en una ola de cambio político. Así lo relata desde La Habana uno de sus líderes, Luis Manuel Otero.
Una calle comercial y bulliciosa en Centro Habana; un joven que recorre una de sus cuadras a paso lento, en un sentido y en el contrario, con las manos arriba mientras alza un cartón con un mensaje, y se detiene por segundos para que su voz, proyectada a través de un tapabocas, y su texto, puedan escucharse y leerse; decenas de personas alrededor que miran mientras otras diez, al menos, apuntan sus celulares a la escena, inusual en ese boulevard San Rafael como en las calles de la capital cubana.
Esos videos circularán por las redes sociales, precisamente desde ese mismo 4 de diciembre de 2020, acompañados con hashtags que más sonarían a consignas, y que recordarán las tres frases que el joven llevaba rotuladas a mano en el cartón: “Libertad”, “No + represión”, “#Free_Denis”.
Fueron dos minutos con 20 segundos de puro atrevimiento para los estándares de tolerancia de las autoridades cubanas. Así como las grabaciones recogieron la protesta unipersonal y la algarabía que detonó entre los viandantes del paseo peatonal, también captaron el momento en que los funcionarios policiales le pusieron fin con el arresto del joven, de nombre Luis Robles. Para evitar ese desenlace de nada valió la solidaridad espontánea de los espectadores, expresada mediante manotazos a los agentes de la represión y gritos para que no se lo llevaran detenido.
El gesto callejero de Robles , aún preso y por quien ahora también piden libertad como lo hizo él ese día con su pancarta, fue la puntilla de una serie de eventos que han sacudido a la isla desde 2016 y que se enmarcan bajo una circunstancia ya más evidente desde el final de 2020 con el denominado Movimiento San Isidro. La aparente apatía del pueblo cubano, ya con 62 años de dictadura encima, ha dado lugar a una novedosa manifestación de rebeldía que, proyectada desde el mundo de la cultura y el arte, ha logrado trascender al resto de la sociedad tras varios años de germinación. Esta vez, para pesar del régimen castrista que intenta ahogarlo a toda costa, la era sí que parece estar pariendo otro corazón.
Luis Manuel Otero Alcántara, artista de 33 años, lo cuenta desde su casa, que ahora no solo es la sede del Movimiento San Isidro, sino su prisión (domiciliaria) por disposición de la Seguridad del Estado. Él, uno de los líderes del movimiento, habla con Armando.info por mensajes de voz vía WhatsApp que logra enviar a ciertas horas, a ratos, en distintos días, cuando aprovecha los datos móviles que tiene porque las agencias del régimen aún no han detectado desde dónde los usa (o fingen no saberlo), y que dosifica para rendir las recargas que logran enviarle sus amigos, regados dentro y fuera de Cuba.
“Eso que pasó con este chico pasó en un contexto en el que todo el mundo sabe que en Cuba, en este momento, hay gente protestando en cada esquina y se está saliendo en cada esquina”, asegura Otero. “Ahora en cualquier lugar una persona puede tener un celular, graba, no lo sube porque no tiene datos pero llega a su casa y lo sube a redes sociales con wifi”, remata. El acceso a internet, tan cotidiano en pleno siglo XXI, es una rareza en la mayor de las Antillas que trae consigo una revolución en la medida en que el Gobierno, a regañadientes, permite su expansión. Al menos así lo han entendido los miembros del Movimiento San Isidro.
El siguiente relato en primera persona es una redacción de Armando.info a partir de ese intercambio de mensajes con Otero. Si bien ensamblada e intervenida por necesarios arreglos de edición que responden a exigencias de extensión y sentido, la versión busca preservar la voz y cadencia de un protagonista, Luis Manuel Otero, cuyo testimonio ayuda a comprender cómo el reclamo de libertad creativa por parte de un grupo de artistas consigue eco en el resto del país y se constituye en germen de posibles cambios políticos -eso está por verse- frente a un régimen esclerótico. Por lo pronto, el Movimiento San Isidro, al que el poder no consigue todavía endilgar con eficacia los epítetos de "violento" o "mercenario", ha logrado devolver la atención internacional hacia la represión cotidiana que en Cuba se volvió costumbre, tanto, que dejó de ser noticia. Hasta noviembre de 2020.
"El Movimiento San Isidro tiene unos
antecedentes primarios en una obra de arte que hicimos Yanelys Núñez y yo, que
se llamó 'Museo de la Disidencia'. Allí nosotros salimos a la búsqueda de
antecedentes de artistas que tuvieran una postura política o tuvieran proyectos
que fueran conflictivos para el régimen y tuvieran como una posición política
disidente básicamente. Allí es cuando encontramos a un personaje importantísimo
en la historia contemporánea de la cultura y de la política disidente, que se
llama Amaury Pacheco. Amaury fue el líder de un grupo que se
llamó
Omni Zona Franca [conformado a finales de los 90], que relativamente tiene como la misma
dinámica del Movimiento San Isidro. Yanelys y yo teníamos ya conexiones con un
sector del arte independiente que eran Sandra Ceballos y Tania Bruguera. Esos
eran como nuestros antecedentes dentro del mundo del arte independiente o arte
político pero mucho más como élite. Es en casa de Sandra Ceballos que llegamos a
Amaury Pacheco.
[Omni Zona Franca llegó a ser un colectivo de artistas diversos, de músicos, poetas, grafiteros, raperos, artistas visuales, urbanos y más, que incomodó a la dictadura de Fidel Castro durante años con sus acciones artísticas irreverentes].
Amaury nos conectó directo con un submundo que estaba relativamente dormido. Con el mundo de la literatura y poesía, subterráneo y disidente, con esa farándula medio apagada, sobreviviendo con algún que otro evento, pero sin nada que la mantuviera viva. Y con Amaury y el 'Museo de la Disidencia' todo eso comienza como a resurgir y como a tomar un nuevo aire. Esto fue en 2016. [Además de ser una plataforma cultural que organizaba presentaciones artísticas para la gente, buscaba rescatar una palabra casi proscrita en la isla: disidencia].
Ahí empezamos a hacer eventos, invitamos a todos estos artistas, músicos, artistas visuales, y en el camino se nos ocurre hacer un evento que se llamó la 'Bienal 00'. Esa fue mi primera vez en prisión. Ya la Seguridad del Estado me venía acosando desde antes con el 'Museo de la Disidencia', pero conmigo y con el museo como que negociaban, me permitían hacer alguna que otra cosa, aunque me intimidaban y metían un poco de miedo, pero me dejaban hacer mis obras, incluso salía de Cuba, apliqué a becas aquí dentro de Cuba también, y me fue como súper bien. Estaban las amenazas y demás pero no el acoso que surgió después.
En La Habana se hace un evento oficial desde el año 1984 llamado la Bienal de La Habana. En principio surgió como un proyecto para el Tercer Mundo, un proyecto elitista, ya marcado por la política y que perdió un poco las perspectivas. En 2018 tocaba la Bienal de La Habana, que, aunque es un evento oficial, alrededor de él pasan otros fenómenos privados, particulares, vienen coleccionistas y galeristas de distintos países a ver arte. Es una dinámica espectacular durante un mes, porque no tienes que ser artista oficial sino que tú puedes abrir tu casa y allí puede caer un coleccionista o alguien a ver tu arte y lo que tú haces.
Ellos [el gobierno cubano] decidieron en 2017 posponer por un tiempo la Bienal de La Habana de 2018. Aquí en Cuba estamos acostumbrados a que cuando te quitan las cosas más nunca te las vuelven a poner. La justificación era que si el ciclón [el huracán Irma], que si la economía, pero ese año todos los demás eventos, el Festival de Ballet, la Feria del Libro, sí funcionaron. Todos menos la Bienal de La Habana. Eso despertó una gran molestia entre la gente que ya tenía su planificación y allí decidimos Yanelys y yo hacer una bienal de arte independiente y la llamamos la 'Bienal 00'.
Hasta ese momento de la Bienal 00 habíamos tenido cierta persecución de la Seguridad del Estado, a Yanelys la habían botado del trabajo por el 'Museo de la Disidencia', pero nunca habíamos estado en prisión. Mi primera vez en prisión fue cuando lanzamos la convocatoria de la 'Bienal 00', que sería aquí en mi casa. Íbamos a hacer una conferencia de prensa, llegó la policía para meterme preso, con la explicación de que yo tenía dos sacos de cemento ilegales. Pero cuando salgo de prisión me doy cuenta de que la solidaridad fue 'in crescendo', fue grandísima.
Con la 'Bienal 00' nos conectamos con otro importantísimo pilar que se llama Michel Matos. Durante los diez días de la bienal presentamos diferentes proyectos y ahí logramos aglutinar, desde las artes visuales y también desde la música, un poco de ese arte independiente, alternativo, arte disidente que existía en Cuba, en La Habana sobre todo. Y conectar a todos esos artistas que tuvieran algo que decir desde lo independiente o desde lo disidente.
Durante la 'Bienal 00' el régimen sí se ensañó con nosotros, fui preso como dos o tres veces, nos cogían en la calle, nos quitaban las pegatinas, nosotros mandábamos a hacer promoción para el evento y nos quitaban eso. Intimidaron a un montón de gente, salimos en la prensa y en la televisión por primera vez, diciéndonos que éramos pagados por la CIA y demás y demás. Eso nos puso indiscutiblemente sobreaviso y fue la primera vez que enfrentamos verdaderamente la represión. El régimen amenazó a todos los artistas, le quitó los papeles a muchos artistas [los permisos para ser artista en Cuba], metió presos a otros y así durante diez días, pero fue espectacular. Eso fue otro caldo de cultivo donde conectamos con un montón de artistas y un montón de gestores culturales en lo que pudiera haber sido algo previo al Movimiento San Isidro.
Salimos de la 'Bienal 00' un poco destrozados, las instituciones culturales a las que pertenecíamos nos habían difamado, así que empezamos a exigir a esas instituciones una disculpa pública. Nosotros logramos que en la 'Bienal 00' participaran, durante diez días, como 150 artistas en espacios independientes que ellos mismos cedían. Cuando terminamos, decidimos denunciar y cuestionar al régimen sobre por qué tanto abuso y tanta, tanta violencia hacia nosotros, y al régimen se le ocurre como al mes, al ver toda esa independencia, al ver que 150 artistas no respetaron toda su represión, sacar un decreto que es el Decreto 349, en abril de 2018. Y eso para nosotros fue como 'mira, ahora mismo tenemos que tener una posición política que nos resguarde a nosotros mismos, tenemos que convertirnos en un movimiento para que nos resguardemos nosotros mismos y le sirvamos a las demás personas como referencia'.
El Decreto 349 básicamente lo que hacía era regular todo lo que fuera arte en Cuba, independiente o no independiente. Si tú en tu casa decidías poner un cuadro en la pared e invitar a un amigo tenías que pedirle permiso al Ministerio de Cultura y, si no, estabas cometiendo un delito. Ahí sí nos unimos muchos, muchos artistas y decidimos cerrar filas y decir 'no vamos a permitir que nos implanten este decreto'. Ahí fue cuando hicimos la protesta en el Capitolio de aquí de La Habana, que Yanelys se llenó de excremento y eso fue como viral, mucha gente se enteró, y fue el principio de la campaña contra el 349.
Ahí el régimen sacó todo su armamento, nos cogió en la calle, nos metía presos, no nos permitía cantar, no nos permitía nada, los conciertos que hacíamos eran censurados constantemente, era una cacería de brujas la que tenía el régimen contra nosotros durante esos seis meses. A mediados de esos meses nos dimos cuenta de que teníamos una fortaleza, que estábamos conectando gente, conectando sobre todo con un barrio donde yo vivo que se llama San Isidro. Indiscutiblemente el 349 fue determinante. Antes del decreto había cierta unión desde lo cultural y desde lo artístico, desde el 'Museo de la Disidencia' que mutó a la 'Bienal 00'.
Con la campaña contra el 349 nos fuimos dando cuenta de que teníamos una fuerza, una aceptación, que nuestras posturas y nuestras herramientas como gestores culturales conectaban a la gente, conectaban a los artistas, y ahí es cuando sale el régimen y reconoce que el decreto fue un error, que tenía problemas, y ahí ya nos volvimos como una especie de símbolo de que sí se podían hacer las cosas, como símbolo de que sí se podía mover al régimen.
Cuando hicimos la 'Bienal 00' nadie creía en Cuba que se podía hacer un evento independiente de esa magnitud, nadie creía en Cuba que podía quitarse un decreto, la gente decía 'no, el régimen no va a ceder nunca', 'todo el mundo tiene miedo', 'nadie va a decir nada', pero nosotros fuimos los que confiamos en ese momento de que sí se podía hacer un evento independiente de esa magnitud y lo hicimos, y después con el 349 la gente decía que 'eso seguro no lo van a quitar', y también lo hicimos.
Por decisión de Amaury Pacheco y de Michel Matos decidimos hacer el Movimiento San Isidro, que era no más que agarrar todo aquello que veníamos trabajando desde hacía dos años, desde 2016, y convertir esa hiperconexión y la protección que teníamos unos con otros en una institución, convertirla en un nombre que sonara en el oído de la gente, que ya no fueran entes independientes así sino Movimiento San Isidro. Que eso retumbara en la cabeza de la gente y que significara algo, significara una filosofía, una lucha, significara una postura ante la vida, pacifista, luchar por los derechos culturales, luchar por la libre expresión, por ganar espacios dentro del arte independiente y que este estuviera vigilante. Nosotros vigilábamos todo el arte independiente para que el régimen no lo machucara y procurábamos que todo el que quisiera llegar a la casa del Movimiento San Isidro pudiera llegar y sentirse protegido. Eso es lo que somos.
Sabíamos que cuando nos fuéramos conectando mucho más unos con otros vendría hacia nosotros toda la campaña de difamación de que éramos mercenarios, terroristas, demás y demás. Por eso necesitábamos dejar sentado en piedra cuál era nuestra postura, y ahí decidimos hacer también el Manifiesto de San Isidro, unirnos y demostrar que unos a otros nos estábamos protegiendo. Fue un ejercicio de subsistencia, un ejercicio para poder salvarnos unos a otros porque sabíamos, primero que todo, que en la Cuba comunista ya no teníamos cabida dentro de la sociedad, y que la única manera era generar una plataforma de nosotros para nosotros, donde nos protegiéramos y nos ayudáramos, pero sobre todo donde pudiéramos soñar también con que podíamos influir en la libertad de Cuba desde el arte. Siempre tuvimos la fe de que el arte podía ser una herramienta, que es una herramienta para los cambios radicales en un régimen totalitario o el que sea. Eso lo tuvimos presente desde el principio, hasta el sol de hoy que estamos viendo los frutos.
Yo creo que las condiciones ahora mismo en Cuba están prestas, hay una torpeza por parte del régimen, una falta de respuestas ante necesidades básicas del pueblo como la alimentación, el régimen cada día tiene menos poder sobre la gente, menos convencimiento sobre la gente, menos compromiso de la gente.
Todo eso se ha venido al traste con un grupo de artistas que nos hemos conectado y con mucha creatividad y mucho arte le hemos dado respuestas y herramientas cívicas a la gente, desde un dibujo hasta ponerte un casco de constructor para caminar por La Habana, y como esta realidad es tan rígida y no pasa nada, cuando tú vas a lo mínimo y sales a la calle con un letrero que dice libertad, un simple letrero, eso hace que se revuelva todo. Tú pones en un cartel en una esquina que diga libertad o abajo quien tú sabes y eso hace que ellos muevan todo un aparato.
Entonces tenemos eso a favor. Tenemos, uno, el despertar del pueblo por una necesidad básica de alimentación, de futuro, de ver un futuro inmediato dentro de la isla o fuera de la isla porque cada día se recorta más todo; y tenemos una torpeza a nivel del régimen. Nosotros somos como una especie de engranaje, una especie de aceite, estamos echándole un poco de aceite a ese fuego que es la realidad cubana. Por allí también están los ambientalistas, las feministas, la comunidad LGBTI, hay varios grupos de la sociedad civil que se están articulando.
Nosotros los artistas lo que tenemos a lo mejor es un poco más de herramientas para llegar al otro, y una herramienta importante es Internet, los datos móviles. Eso hace que mucha gente logre ver los materiales que sacamos y como nosotros trabajamos con la visualidad, con el imaginario, el impacto social es mucho más grande. Nosotros sabemos cómo hacer una foto, dónde subirla, a qué hora poner un video, conocemos eso, vamos conociendo eso y eso indiscutiblemente tiene mucho más alcance que lo rígido de un régimen que quiere incidir en un barrio popular cantando canciones burguesas. Como conocemos todo eso y también como muchos del Movimiento San Isidro venimos del pueblo, venimos de la tierra, la comunicación es directa, es como si habláramos con nuestros primos a nivel nacional.
Internet es la revolución luego del año 59. Después del triunfo de la dictadura, la gran revolución en Cuba, lo que está cambiando a Cuba literalmente ahora mismo son las redes sociales. En algún momento se especuló que iba a ser mucho más rápido, pero está teniendo un tiempo y un paso súper importante y súper elaborado.
El acceso a Internet fue una de las supuestas prebendas que el régimen regaló al pueblo cubano cuando las negociaciones con los americanos, todo eso fue subterráneo, de la noche a la mañana ya fueron amigos. El proceso fue gradual. Primero fueron los parques wifi [autorizados a partir de julio de 2015], la gente llegaba con su teléfono, compraba tarjetas y se conectaba, y ahí comenzó la cultura del Internet, de las redes sociales. Empiezas a hablar de varios términos, llegas por intuición a las redes y es muy sencillo adueñarse. Hubo una especie de progresión.
Después de los parques wifi, que eran caros, la gente empezó a inventar los rúter para replicar internet: me dabas un dólar y podías estar anclado a mi teléfono, se volvió una especie de negocio. Por un dólar podías estar más de una hora, dos, tres horas, siempre malo, siempre lento. Luego en 2018 llegaron los datos móviles, eso sí fue lapidario.
Yo sí creo que el Internet es la gran herramienta y en Cuba particularmente creo que se está imbricando el internet como una herramienta, a lo mejor no tan delirante, producto de que el acceso a internet es muy, muy, muy pero muy caro. Pero el cubano común ha generado sus mecanismos para poder conectarse por lo menos una o dos horas al día a través de wifi o algo así, para poder ahorrar los datos lo más que pueda. Además, alguno que otro tiene amigos o familiares afuera que logran recargarle el teléfono. Ahí hay una dinámica donde la gente ya empieza a buscar lo que le interesa y le llega la información que le interesa. El régimen sí tiene censurados algunos sitios digitales pero la gente ya está empezando a buscar las cosas que le interesan más allá de la banalidad.
Entonces nos pasa algo que nos diferencia del régimen. El régimen es muy moralista, tiene una moral comunista muy retrasada y son muy lentos, están dirigidos por unas personas que tienen 80 años. Cuando un periódico cubano saca una información antes tuvo que haber pasado como por 20 filtros porque hay mucho síndrome de la sospecha, de la paranoia; imagínate que la muerte de Fidel Castro ya estaba en varios medios del mundo y aquí no la habían anunciado por paranoia, por inseguridades que tienen aquí. Entonces, a la hora de llegarle a los medios, nosotros conocemos mucho mejor los medios. Incluso antes de que pudiéramos tener Internet en los teléfonos o Internet en un parque, ya yo conocía relativamente Internet porque tuve una novia norteamericana, después tuve mi Facebook y ella me ayudaba, tenía como una idea más o menos de cómo podría funcionar eso, y ahí te construyes todo un cuerpo cultural y visual de cómo utilizar eso mucho más adelantado de lo que pueden hacer ellos [el régimen] desde sus instituciones culturales.
En los últimos tiempos el régimen nos corta Internet a los opositores, a los activistas, a los artistas que nos encerramos, nos quita las líneas telefónicas. Cuando eso pasa, nosotros tenemos que dar esa línea y buscar otra. Tenemos amigos que nos mandan un poco de plata, además de la economía del bolsillo propio. Es un gran sacrificio, imagínate que durante la huelga aquí nos gastamos casi 400 dólares en tarjetas, entre que nos quitaban una y comprábamos otra, hablábamos con un socio que nos pasaba otra tarjeta y a esa otra le quitaban Internet, teníamos que buscar otra y así, para estar transmitiendo constantemente y estar enfocándonos en la gente.
Eso que pudimos hacer de comprar diez o 20 líneas fue gracias a la ayuda de muchos amigos, de lo contrario hubiera sido imposible. Cuando tenías que botar el chip botabas el dinero. Los chips son caros. Una línea está en 20 dólares y eso fácilmente es un salario promedio [el 1 de enero de 2021 el salario mínimo en Cuba pasó de 17 dólares a 87 dólares].
Gracias a que tenemos una economía donde los amigos nos ayudan con algo, cubanos en Estados Unidos y en otros países que nos recargan el teléfono, o ayudan comprando una línea, o si hacemos recogida de dinero entre muchos, es que tenemos un estatus medio alto sobre la gente.
Ahora mismo hay procesos naturales que no sé cómo están pasando y es que, con lo caro que es Internet, ¿cómo es que la gente está escuchando las transmisiones directas de Maykel Osorbo [rapero del Movimiento San Isidro] o las mías?. Sería interesante averiguar cómo es que la gente está teniendo acceso a los medios independientes que están bloqueados o cómo tienen acceso a las transmisiones en directo en Facebook. Yo creo que el cubano de a pie ya está buscando sus propios mecanismos de cultura política a partir de la postura política de los medios.
También hay muchos medios digitales que buscan alternativas para llegarle a la gente como por ejemplo un post en Facebook. Uno llega mucho más rápido a un post en Facebook que a un texto en una página que se bloquea, que es lenta y cuesta más dinero [por los datos que se consumen en ese intento por ingresar a la página bloqueada]. Entonces nosotros lo que sí conocemos es el lenguaje perfecto, la visualidad perfecta, las redes sociales son estructuras muy visuales, muy cortas, muy artísticas. El régimen es como muy atrasado, mientras que nosotros somos muy contemporáneos, al nosotros ser tan contemporáneos nuestros seguidores aumentan, conocemos el lenguaje de las redes sociales.
Ellos, en cambio, están retrasados, si tú eres un estudiante de la UCI, que es la Universidad de Ciencias Informáticas, no tienes la libertad que tenemos nosotros de manejar nuestras redes; si tú vas a estar en esas redes tienes que pedir permiso, decir qué vas a hacer, y cuando te responden ya eso es viejo y tienes que volver a preguntar. Entonces ellos en su estructura son muy viejos y nosotros somos muy contemporáneos. Por ese nivel de encriptamiento y rigidez no logran seguidores.
Aquí hay una sola compañía telefónica que se llama Etecsa y tiene un departamento adentro que es el Departamento de la Seguridad del Estado, y se encarga de escuchar todas las conversaciones telefónicas. Claro, las que le interesan, no me imagino que esté escuchando a las once millones de personas, pero ellos tienen interceptadas todas, todas, todas las llamadas telefónicas que les interesan.
A mi por ejemplo me han llamado y ellos han descolgado el teléfono y han dicho 'para qué tu quieres hablar con Luis Manuel, no hables con Luis Manuel', y han colgado. Y las personas me han llamado después y me han dicho 'mira, llamé y me salió esto'.
Los chips aquí están a nombres personales, está a mi nombre, a nombre de un primo, de un sobrino. Son fáciles los que están a mi nombre porque cortan el Internet a esa tarjeta, ellos tienen el control de esa tarjeta porque es una sola compañía, es una sola línea, y ellos pueden tumbarte Internet o pueden tumbarte Facebook como los chinos, porque es una sola compañía con un solo sistema de todo.
Uno lo que hace es pedirle una tarjeta a un primo, a un sobrino, a alguien, y ahí sigues. Por ejemplo, había algo particular en mi casa en ese tiempo [de la huelga del Movimiento San Isidro] y era que todas las tarjetas que entraban, así fueran de un desconocido, las bloqueaban. No sé si es que había un inhibidor de señal o algo, una antena de la que salía información a otra antena, pero todas las tarjetas que entraban eran bloqueadas, y bloqueadas y bloqueadas. A lo mejor era alguien, como decimos en Cuba, un 'chivatón' que delataba, pero sí era muy raro cómo lograban hacer eso. Creíamos que era un mecanismo especial que pusieron en la puerta, que lograba ver eso, pero no sabemos. Yo tengo ahora mismo una cámara frente a mi casa y está la policía en las esquinas.
Este espacio lo compré hace como cuatro o cinco años. Es una ruina, lo hemos transformado un poco y ahora está mucho mejor. Aquí íbamos a hacer un concierto durante los eventos por el Decreto 349, sin permiso, pero me meten preso, a mí y a Yanelys. Ya nosotros habíamos coordinado que si a mí me metían preso, Amaury Pacheco iba a entrar a la casa con una copia de la llave que le di. Ese día haríamos arte performático, cada uno nos pintamos, súper dinámicos.
Estando yo preso, la Seguridad del Estado trae a mi madre para que lidiara, para que todos salieran de mi casa, y todo el mundo se quedó atónito, hasta yo me quedé sorprendido cuando me lo contaron. Todo el mundo sale, se quedan como frustrados y empiezan a jugar en la calle, a hacer rayuela, y ahí llega la Seguridad del Estado con patrullas a querer llevarse a esta gente. El resultado fue que la gente de aquí de San Isidro, de la calle, impidió que se los llevaran presos, a Amaury y a todos los artistas, no pudieron llevárselos, los sacaron de adentro de las patrullas. Ese acto heroico del pueblo nos dejó deslumbrados a todos y de ahí es que sale el término de Movimiento San Isidro, en homenaje al barrio San Isidro.
San Isidro es un barrio interesante porque está en La Habana Vieja, que es como el casco histórico donde está toda la zona turística. Vivir en La Habana Vieja es como vivir en una buena zona; es una especie de pulmón económico, por aquí entra todo el turismo, entra todo. Pero San Isidro está como en la periferia aún dentro de la misma Habana Vieja, como a 500 o 600 metros de la zona central, y es muy pobre, muy pobre, las edificaciones no tienen tanto valor arquitectónico, está marcado por la violencia pero también por una feria de artesanía, pero sigue siendo pobre.
[La casa de Luis Manuel Otero es la sede del Movimiento San Isidro (MSI), una iniciativa conformada por “artistas, activistas, periodistas, intelectuales y todo aquel que se sienta parte del feno´meno de lo independiente, unidos para promover, proteger y defender la plena libertad de expresión, asociación, creación y difusión del arte y la cultura en Cuba”, como ellos mismos describen en su portal web. Allí varios integrantes iniciaron una huelga de hambre y sed el 18 de noviembre por la detención, desaparición y condena a ocho meses de prisión de Denis Solís, rapero disidente y miembro del MSI, por el acoso que la Seguridad del Estado emprendió contra las catorce personas que permanecían en la sede del movimiento desde el 16 de noviembre y a las que impedían salir, y por el decomiso de víveres que recibían de vecinos; fueron varias las motivaciones para iniciar la huelga que se mantuvo hasta el 26 de noviembre en la noche, cuando -luego de cortar internet y bloquear el acceso a Facebook e Instagram- la Seguridad del Estado ingresó violentamente, vistiendo trajes de médicos, y se llevó a todos, argumentando la existencia de un riesgo de transmisión de la Covid-19 tras la visita del periodista Carlos Manuel Álvarez, que viajó de Estados Unidos a Cuba para apoyar al MSI]
Me sacaron de aquí a la fuerza. He estado en más de 40 detenciones así que para mí estar en un calabozo ya no es un hecho extraordinario. Me quisieron llevar a casa de una amiga para dispersar un poco la energía que había en este lugar, a cada uno de los que estaban aquí los llevaron para su casa menos a mí. Yo no quise quedarme en casa de esa amiga, entonces me metieron preso en un hospital.
Estuve como cuatro días ahí, empecé a comer porque me di cuenta que si dejaba de comer y seguía en la huelga de hambre ellos iban a seguir teniéndome ahí por tiempo indefinido. Al cuarto día ya el régimen no tenía justificación de tenerme en el hospital, así que me llevaron a casa de mi mamá. Al segundo día logré llegar a mi casa y aquí estoy en prisión domiciliaria. [El 15 de diciembre, Luis Manuel Otero decidió salir de su casa, desconociendo el arresto domiciliario -no existe una orden por escrito, de un tribunal, que lo imponga- y sin importar la vigilancia permanente que tiene en los alrededores de su vivienda. Al salir a la calle fue detenido por la Seguridad del Estado y sometido a un interrogatorio durante varias horas hasta que lo soltaron y permitieron regresar. Le dieron una “tregua” para salir durante los días que restaban de diciembre, sin dejar de ser vigilado. Los detalles los contó en una transmisión de Facebook live]
Estoy en mi casa y sí, claro que tengo miedo. Miedo en el sentido de que pueda pasar algo ahora de momento y pueda desaparecer. Pero no me inmoviliza. Yo no le tengo miedo a la muerte, lo único que deseo es que si me pasa algo la gente sepa canalizar eso y que sea el puntillazo para la libertad de Cuba.
Nuestra expectativa como movimiento es la libertad de Cuba con el arte, conectando a diferentes factores como la sociedad civil, la oposición, la política, todo. Es lograr la libertad de Cuba, que significa un cambio radical para el hemisferio. ¿Que si lo vamos a lograr? Claro que lo vamos a lograr, de hecho, la respuesta la estamos recibiendo en las cosas que proponemos, la gente está respondiendo. El régimen tiene una campaña mediática en contra de nosotros lapidaria, pero cuando camino por las calles la gente me saluda, me admira, me apoya. Nos han hecho una campaña de descrédito que ha sido a la inversa, la gente está más conectada con nosotros, nos conoce; la gente está dispuesta ahora mismo a salir a la calle si se da una orden.
Yo le doy mi testimonio a ustedes y a cualquier prensa, de izquierda o de derecha. Si el régimen me pregunta le voy a decir lo mismo, yo vivo en un estado de libertad total. Ellos amenazan siempre con prisión, con la muerte incluso, pero uno vive en un estado de libertad tal que la muerte será un estado de libertad superior. Yo hablo contigo como si yo viviera en un país democrático, para mí no es ningún delito decir lo que pienso y estoy bien con eso. Y lo sigo diciendo, yo vivo en un estado de libertad, si el régimen me mata, bueno, voy a pasar a un estado mayor de libertad. Conozco la vida después de la muerte y creo en eso.
Durante dos años hemos seguido haciendo lo mismo, nosotros no hemos variado. Seguimos haciendo arte independiente, proyectos inclusivos, proyectos donde preguntamos temas de género, temas raciales, temas de libertad toda, y al impedirnos hacer esas obras hemos logrado mucha más visibilidad, mucha más solidaridad, y más conexión con la gente.
Lo que pasa es que este país está dirigido por un régimen muy rígido, como el macho alfa patriarcal machista que se muere de cáncer con tal de que no le hagan una prueba en la próstata. Es tan rígido que ve peligro en un dibujo, y cuando un régimen pone un dibujo como un peligro, los niños que están alrededor dicen 'bueno, entonces yo sigo haciendo mi dibujo como yo quiero, no como quiere el régimen'. El régimen te deja dibujar, pero el dibujo que quieren ellos que tú dibujes. Cuando tienes un dibujo sencillo en tu casa, tranquilo, y el régimen viene y te quiere machucar el dibujo, ese dibujo se vuelve un símbolo. Algo sencillo como un trazo encima de un papel se vuelve un símbolo y entonces mucha gente quiere sacar su dibujo. Ahí es donde estamos hoy por hoy".
La intensa historia del veto digital en Cuba se consuma con rastreos y cortes de líneas telefónicas celulares, bloqueos de websites y hasta la suspensión total del servicio de acceso a Internet según las apetencias políticas de la dictadura de La Habana. En Venezuela, los aprendices revolucionarios liderados ahora por Nicolás Maduro copian la censura directa de acceso a sitios web de medios de comunicación y han llegado a la suspensión de actividad de redes sociales en momentos de tensión política, pero tienen la llave para apagar los teléfonos y ordenar el blackout total
Se cumple un año de la creación de la Corporación Socialista de Telecomunicaciones y Servicios Postales, que culminó la paulatina conquista ideológica y comercial del sector en Venezuela por el castrismo, tanto como proveedor tecnológico así como mentor ideológico. Por una parte, empresas estatales cubanas como Albet o Copextel encontraron en la administración pública de Caracas voluminosos ingresos y oportunidades para desarrollar una experticia que, de otra manera, no tendrían; por la otra, el comandante Ramiro Valdés impuso su concepción de la informática y las telecomunicaciones como una herramienta de represión y seguridad interna. Los cubanos llegaron a constituir una empresa privada exclusiva para Venezuela y, a través de una compañía binacional, por fin consiguieron un puesto en el nuevo holding venezolano.
Para surtir a los módulos de la Misión Barrio Adentro el gobierno venezolano acudió a la importación masiva de medicamentos cubanos. Según revela la data de cuatro años de embarques recibidos en el principal puerto del país, la estatal Farmacuba no sólo desplazó a las multinacionales que traían las medicinas de alto costo sino a los propios laboratorios venezolanos -entre ellos, algunos adscritos al Estado que importaba - que fabricaban fármacos esenciales como analgésicos y antiinflamatorios. Mientras las deudas con los grandes laboratorios superan los cinco mil millones de dólares, con Cuba se estableció un negocio en el que Venezuela ha pagado más de dos mil millones de dólares en los últimos 15 años.
Marinaleda, un villorrio de 2.000 almas en el hirviente Sur de España, es el "doppelgänger" de la Revolución Bolivariana. Aunque en realidad anteceda al chavismo, su parábola replica como un espejo el itinerario político de Venezuela: nació como un proyecto comunitario, la juventud se fue aburguesando, y el líder, cansado de ganar elecciones, fue perdiendo su vigor acostumbrado. Las cifras oficiales maquillan la realidad del desempleo, y si no se está con el oficialismo, uno no recibe oportunidades. Ahora Marinaleda padece las vacas flacas de la dependencia del campo, a pesar de las millonarias compras de aceite de oliva que le hace desde Caracas el Gobierno de Nicolás Maduro.
En la Cuba socialista los desechos se reciclan pero no como práctica ecológica sino como recurso de sobrevivencia. En uno de los mayores vertederos de la capital se ve a los llamados ‘buzos’ escarbar en los basurales para alimentar los circuitos del mercado negro, donde autoridades y traficantes tienen una tajada, hasta que los productos –mayonesa o carne, granos o gaseosas– llegan a las despensas domésticas. Con este trabajo, Armando.info empieza a publicar reportajes de profundidad hechos en la mayor de las Antillas.
Se revela que las únicas visas doradas concedidas por Portugal a venezolanos hasta 2014 -destinadas a inversionistas en inmuebles- fueron compradas con dinero de sobornos del Banco Espirito Santo y Odebrecht para dos altos funcionarios, el ex ministro Haiman El Troudi y un ejecutivo de Pdvsa, Abraham Ortega. En realidad, fueron a dar a venezolanas: las esposas de cada uno de ellos. Desde entonces el banco y Odebrecht cerraron sus puertas; Ortega fue sentenciado en Florida; pero El Troudi se hizo diputado y bloguero.
El primer gran negocio del empresario colombiano en Venezuela no solo dejó muestras de las que serían sus prácticas irregulares del futuro -amaños cambiarios, precios inflados, palancas en el gobierno-, sino que quedó inconcluso. Entregó menos de cuatro de cada 100 viviendas de un proyecto habitacional en el estado Carabobo, que había facturado a precio de oro. El monte, los invasores y el olvido ahora amenazan la obra, iniciada hace una década y abandonada a medio hacer.
El potencial caso de evasión de impuestos en la compra de obras de arte por 27 millones de dólares por parte de Isaac Sultán Cohén, empresario que hizo fortuna al controlar los almacenes de los principales puertos venezolanos en la primera década del chavismo, no desembocó en una acusación contra el magnate criollo. Por el contrario, su testimonio es la base para una demanda del Estado de Nueva York contra la famosa casa de subastas Sotheby´s, que también expone la actuación presuntamente irregular de una especialista venezolana en el mercado artístico.
Más nombrables que imputables o al menos visibles, Luis Alfonso e Ignacio Enrique han construido su propia leyenda aparte del historial mantuano de su familia. Si hablaran, serían piezas claves para conocer cómo se manejó el mercado financiero venezolano durante el control cambiario y por qué este dio lugar a nuevas e inmensas fortunas. Pero su reticencia a mostrarse en medios quedó provisionalmente rota por una disputa por un yate en Miami y documentos de sus offshore.
Bancamiga ha tenido un crecimiento que se puede calificar de ‘explosivo’ en el, eso sí, minúsculo sector financiero venezolano. Buena parte de su expansión ha tenido lugar después de las sanciones emitidas por Washington contra Samark López, un punto de inflexión por el que dos allegados del cuestionado empresario, José Chacín Bello y Ariel Martínez fueron a dar -aunque en momentos distintos- a ese banco, uno como gran accionista, el otro como alta autoridad ejecutiva. Contra lo que eso pueda insinuar, el banco y el propio López niegan que existan vínculos entre ellos.
Con cámaras de TV y redes de delatores, se ha impuesto una política de espionaje a los controladores que ordenan el tránsito de los aviones que aterrizan y despegan del principal aeropuerto del país. Algunos secretos e irregularidades están en resguardo en medio de un clima permanente de cacería de brujas. Dos empleados ya han sido sometidos a un juicio interminable y cuestionable como demostración de la suerte que aguarda a quien no desee someterse a un sistema que, más que la seguridad aérea, procura el silencio.