María Figueroa
Diseño de portada: Miguel Rodríguez Drescher

Urbanista, profesora de sustentabilidad y doctora en filosofía ambiental. María Figueroa es reconocida por sus estudios de mitigación en el transporte y es de las poquísimas representantes de Venezuela en el informe sobre cambio climático más reciente del Ipcc.

Presentamos la cuarta entrega de #LideresasCambioClimático, una iniciativa de Efecto Cocuyo para contar las historias de mujeres venezolanas que estudian al cambio climático.

María Figueroa se mueve, a casi todos lados, en bicicleta. De casa al trabajo. De la universidad a las reuniones sociales. Es de quienes se detiene a mirar los árboles en la ruta, disfrutar del viento y recordar, algunos días, por qué decidió estudiar urbanismo en la Universidad Simón Bolívar (USB). Su pedaleo recuerda que la transición energética se labra con esfuerzo, a pasos pequeños, pero constantes.

A sus estudiantes les muestra la importancia de apostar por la sustentabilidad en las ciudades. Su experticia en investigación, de hecho, está enfocada en el transporte y la eficiencia energética. Su enfoque está puesto en las estrategias de mitigación del cambio climático y, por eso, sabe bien que para que una persona cambie su vehículo particular por una bicicleta, se necesita mucho más que un simple rayado en una calle.

“Si solo se pinta una raya, se expone a la gente a que se la lleve por delante un carro. Hacen falta espacios seguros y diferenciados para la bicicleta. Para quitarle espacio al transporte motorizado, se puede trabajar en una diferencia de altitud, en hacer una calle que diferencie bien los espacios entre los carros, los ciclistas y los peatones”, comentó la investigadora Figueroa, en la entrevista para Efecto Cocuyo.

Esta urbanista venezolana lleva más de 30 años de estudios sobre la eficiencia energética y es capaz de pedalear a cualquier lugar en un radio de dos kilómetros, pero lo hace a menudo porque no vive en Caracas, ni en ninguna otra ciudad venezolana.

Moverse en bicicleta es una opción segura que le brinda la ciudad danesa de Roskilde, donde vive, da clases, investiga y puede experimentar la transición energética, esa que supone una vida con menos dependencia de los combustibles fósiles.

María Figueroa es profesora de la Copenhagen Business School | Foto: Cortesía de María Figueroa

El factor cultural detrás del cambio

Cuando María Figueroa empezó a estudiar el consumo de energía que hace la humanidad, todavía no se había consolidado el término de “cambio climático”, ni tampoco estaba tan claro cuáles eran los sectores que producían la mayor cantidad de gases de efecto invernadero en cada parte del mundo.

Su trabajo en el Ministerio de Energía y Minas, entre 1986 y 1989, le abrió las puertas al mundo del estudio del consumo de energía residencial. El proyecto era financiado en parte por Petróleos de Venezuela (Pdvsa), cuando aún se producían más de dos millones de barriles diarios en el país.

Ella fue asignada como parte de los investigadores que Venezuela propuso para completar este estudio de consumo de energía residencial y fue enviada a los Estados Unidos, en específico al Lawrence Berkeley Laboratory, durante ocho meses para apoyar en la investigación.

“Todavía cambio climático no había parecido como un tema. Lo central eran las discusiones sobre los modelos de energía y su consumo. Lo que estaba haciendo era una base de datos sobre transporte y consumo en los hogares para introducir la eficiencia energética”, relató Figueroa.

Su interés en el tema le llevó a profundizar más en las investigaciones con el International Energy Studies Group en Berkeley y a obtener, en 1997, la Maestría en Ciencias Energéticas y Recursos en la Universidad de California en Berkeley. Su primera gran invitación fue a participar como unos de los 300 investigadores internacionales para el reporte de Global Energy Assesment.

Más tarde, se convirtió en doctora en Filosofía de la política democrática para las decisiones ambientales en la Universidad de Roskilde. No en vano, su perspectiva sobre la mitigación del cambio climático es que no puede entenderse solo desde las mejores opciones de energía, porque siempre hay un componente cultural y social que también tienen que considerar los investigadores científicos y, en especial, los líderes políticos.

“Tener un vehículo propio es una aspiración en Venezuela. Está engranado en las creencias y mitos que existen en el país. Aparte que somos un país que ve a la gasolina como un derecho. Como el petróleo es nuestro, la gasolina tiene que ser barata. Esa mentalidad es bien difícil de desentrañar, a pesar de que la mayoría de los venezolanos no tiene carro”, explicó Figueroa, quien ahora es profesora de gerencia sustentable en la Copenhagen Business School en Dinamarca.

Impulsar que más personas utilicen el Metro, las camionetas del transporte público o la bicicleta en Venezuela requiere de unos cambios en las vías y mejoras en la calidad y los horarios de este servicio. Pero también de un nuevo abordaje cultural sobre la vieja aspiración de “tener carro propio” o “moto propia” en los sueños más actuales.

El transporte es, de hecho, la segunda fuente más importante en la emisión de gases de efecto invernadero en Venezuela, de acuerdo con los datos presentados por el biólogo Juan Carlos Sánchez en el “Primer Simposio Nacional sobre Cambio Climático” en el año 2013.  

La antigüedad del parque automotor nacional era la variable clave hace una década y, tal parece, también lo sigue siendo hoy. Aunque no se disponen de datos más recientes para entender el panorama completo sobre cuántos gases de efecto invernadero emiten los transportes, un dato clave para empezar el debate sobre la transición energética en el país.  

La conexión venezolana

María Figueroa es reconocida en el norte europeo por sus investigaciones alrededor de la mitigación del cambio climático y la Agenda de Desarrollo Sostenible. Esos trabajos fueron su carta para entrar al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Ipcc, por sus siglas en inglés).

“El Ipcc siempre ha estado en búsqueda de mujeres científicas y, más, si provienen de países en desarrollo, pero sólo lo hacen por invitación. En mi caso, fue el gobierno danés, el que propuso mi nombre y fui seleccionada. Mi esfuerzo era porque apareciera siempre como Dinamarca/Venezuela”, recordó la investigadora formada en la USB.

Su primera participación estuvo en el capítulo de transporte en el Quinto Informe de Evaluación del Ipcc (AR5). Su siguiente participación ya fue como autor líder en Grupo III del Sexto Informe del Ipcc (AR6), que llevó cuatro años de investigación y terminó de publicarse, finalmente, durante el año pasado.

Su aporte a la recopilación de datos y análisis de los proyectos de mitigación del cambio climático, sin embargo, también tienen un pie en Venezuela. Ella fue la revisora del capítulo completo de mitigación en el “Primer Reporte Académico de Cambio Climático de Venezuela”, que fue publicado por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman) y la Embajada Británica.  

Ella también hace parte de los más de 60 investigadores que participan en el Segundo Reporte Académico de Cambio Climático de la Acfiman y que se publicará durante el venidero 2024.

“No hay mucha información actualizada sobre Venezuela, pero trabajamos para revisar el potencial de las actividades (de mitigación) que existen. El reto es calcular su impacto y hacerlo vía aproximación con otros ejemplos similares. Es una visión comparativa de cuáles acciones pueden ser implementadas en el país y su alcance a largo plazo” detalló la investigadora desde Roskilde.

Al final, María Figueroa es parte de ese grupo de científicos que todavía mantienen su conexión con la investigación nacional a la distancia y que parecen listos para aportar a la transición energética, un debate que ni siquiera ha empezado en Venezuela.