El gobierno de Estados Unidos otorgó una licencia a la empresa Shell y al gobierno de Trinidad y Tobago para desarrollar el yacimiento de gas natural Dragón, ubicado en aguas compartidas entre Venezuela y Trinidad, cerca de la frontera marítima, según han reportado varios medios especializados en energía y economía, entre ellos la agencia Reuters.

La autorización, que permite negociar con Petróleos de Venezuela (Pdvsa) hasta abril de 2026, marca el reinicio de un proyecto paralizado por sanciones estadounidenses.

El campo Dragón, con reservas estimadas en más de 4 billones de pies cúbicos, se encuentra frente a la Península de Paria, en aguas limítrofes venezolanas, a pocos kilómetros de la plataforma Hibiscus operada por Shell en Trinidad.

El plan incluye la construcción de un ducto de 16 kilómetros para transportar el gas a las instalaciones de licuefacción de gas natural (GNL) y petroquímicas de Trinidad, que enfrentan escasez de materia prima.

Shell proyecta iniciar producción en 2026, tras un estudio ambiental en abril próximo. La licencia, según fuentes de Bloomberg y Reuters, exige la participación de empresas estadounidenses y prohíbe pagos en dólares al gobierno venezolano para evitar beneficios directos al régimen de Nicolás Maduro.

Este movimiento se enmarca en una estrategia de la administración Trump que combina presión militar con incentivos energéticos para aliados como Trinidad. La primera ministra trinitaria, Kamla Persad-Bissessar, y el secretario de Estado, Marco Rubio, han respaldado la iniciativa.

El proyecto podría revitalizar la industria gasífera venezolana y garantizar suministro para Trinidad, un exportador clave de GNL y amoníaco. Mientras, BP busca una licencia similar para el yacimiento transfronterizo Manakin-Cocuina. En redes sociales, la noticia generó reacciones mixtas, con debates sobre las implicaciones de esta apertura en el contexto de las sanciones a Venezuela.