Apenas horas después del anuncio del presidente Donald Trump sobre el «ataque letal» contra una presunta lancha rápida cargada de supuestos narcóticos que partió desde Venezuela, el incidente ya ha desatado una oleada de interrogantes que van desde la autenticidad del video difundido hasta la legalidad misma de la operación.

Aunque el Pentágono y altos funcionarios estadounidenses defienden la acción como un «golpe de precisión» en aguas internacionales, voces críticas en Caracas y analistas independientes apuntan a posibles manipulaciones y motivaciones políticas ocultas.

En redes sociales, muchos usuarios, incluyendo analistas, se preguntan si fue realmente una embarcación de drogas lo que se hundió, o si se trata de una escalada premeditada para presionar al Gobierno de Nicolás Maduro.

El detonante principal de la controversia fue el video con poca definición que Trump compartió en su plataforma Truth Social, que muestra una embarcación que zigzaguea en el Caribe antes de explotar en una bola de fuego.

¿Será o no será IA?

«Once terroristas eliminados», posteó el mandatario al atribuir el ataque a fuerzas del Comando Sur contra miembros del Tren de Aragua. Sin embargo, el ministro de Comunicaciones venezolano, Freddy Ñáñez, no tardó en cuestionar su veracidad y dijo que podría tratarse de un montaje generado por inteligencia artificial.

«Sin pruebas, pero con la historia de falsedades imperialistas, hay que dudar», escribió Ñáñez, al evocar acusaciones pasadas de propaganda estadounidense.

La agencia Reuters, por su parte, realizó una verificación preliminar con herramientas de detección de manipulación visual y no encontró indicios claros de alteración en los elementos del video.

Aun así, la agencia aclaró que el proceso de análisis continúa, ya que el material es de baja resolución y carece de metadatos completos.

Expertos en forense digital consultados por BBC coinciden: «No hay evidencia de deepfake evidente, pero la opacidad del Pentágono sobre la fuente original alimenta las sospechas», comenta un analista anónimo de la Universidad de Georgetown.

Otro foco de dudas radica en la identificación de los ocupantes y la carga del barco. Trump y el secretario de Estado, Marco Rubio, insisten en que se trata de una operación contra una «organización narco-terrorista designada», con la lancha saliendo de costas venezolanas rumbo al norte, posiblemente con cocaína o fentanilo a bordo.

¿Intimidación acaso?

Pero el Departamento de Defensa no ha revelado detalles concretos: ¿qué tipo de aeronave o misil se usó? ¿Cuántos kilos de drogas se recuperaron de los restos? ¿Cómo se confirmó que los once fallecidos eran miembros del Tren de Aragua?

Esto ha llevado a críticas de observadores como Geoff Ramsey, del Atlantic Council, quien en una entrevista con The Guardian señaló: «Es una demostración de fuerza, pero sin transparencia, genera dudas sobre si el objetivo era realmente narcos o si se usó como pretexto para intimidar a Venezuela».

Al Jazeera y The New York Times han destacado esta discrepancia y cuestionan si la Casa Blanca está exagerando lazos para justificar la escalada militar.

Desde Caracas, las dudas se convierten en acusaciones directas. Maduro, en un recorrido por El Valle, su barrio natal, transmitido por TV estatal, evitó mencionar el ataque de frente, pero arengó: «Frente a amenazas imperialistas, Dios está con nosotros». Horas antes, había declarado «preparación máxima» con 4,5 millones de milicianos movilizados.

El canciller Yvan Gil calificó el incidente como «propaganda patética» y exigió una investigación de la ONU. Argumentó que el despliegue naval estadounidense –siete buques, un submarino nuclear y miles de marinos– viola la soberanía regional.