Un hombre común, laico comprometido con el servicio a los demás. Tan humano y servicial, con pasión por la música y el buen baile. Pianista empírico y admirador de las bellas artes, que desde este 19 de octubre sube a los altares como un santo médico que curó con fe.
De gustos campesinos, como los de su familia de Isnotú, que trasladó a la Caracas de techos rojos y pujante progreso. La merienda con acemitas andinas con queso ahumado y melado de papelón o chocolate caliente eran sus meriendas de la tarde que entre consultas, récipes, oraciones y catequesis daban sabor al día a día del primer santo venezolano.
Las calles del centro de Caracas eran comunes para José Gregorio Hernández entre finales del siglo XIX y principio del siglo XX. Pasar revista en las casas de los enfermos y atender a los pacientes en el Hospital Vargas se alternaba con su ruta religiosa entre las iglesias de La Merced, Altagracia y Santa Capilla.

La devoción a San José como patrono de la Iglesia y sus horas frente al Santísimo y misa diaria le hacía ganar el respeto de los habitantes de la capital.
Quien primero reconoce públicamente la santidad de José Gregorio Hernández fue una de las mujeres más corrompidas de París, Chaton.
Cuando cursaba sus estudios de especialización, becado por el estado en la persona del presidente Rojas Paúl en 1889, los venezolanos que estaban en esa etapa de formación hicieron una cena con el propósito final de que ella pudiera seducirlo y así romper con su notable castidad.
Les dejaron solos y a la vuelta de unas horas encontraron a la mujer llorando en la mesa. Ella les miró y les dijo: «Ustedes son unos bandidos. Por burla me han dejado un verdadero santo. Estoy arrepentida de mi vida de pecado, las cosas que me ha dicho este hombre…».
De esta historia dan cuenta los doctores Razetti y Acosta Ortiz, quienes estaban en la memorable escena, registrada en la investigación que sobre el joven médico José Gregorio Hernández recoge el sacerdote Eduardo de Gema.

Una fama de santidad centenaria
Un decreto firmado por el papa Francisco, a pocos días de su fallecimiento, reconoció la petición de la Congregación para la Causa de los Santos en la que se da por hecho la intercesión de José Gregorio Hernández y la madre religiosa Carmen Rendiles en milagros calificados de irreversibles, definitivo e inmediatos, asociados a curaciones donde la ciencia no logra la explicación y abre paso a la fe de que si ocurre lo inexplicable.
José Gregorio Hernández llega a la declaración vaticana de santidad luego de más de 70 años de abierto el proceso. Un santo de pueblo, a quien hasta el Papa le reconoce su incalculable intercesión en conceder favores y milagros, cuyos expedientes están documentados en los tribunales eclesiásticos para estos fines.
Él es la primera causa de santidad abierta a un venezolano en el Vaticano. Transcurría el año 1949, cuando el arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Guillermo Castillo, logra documentar lo que desde el fallecimiento trágico del médico de los pobres, el 29 de julio de 1919, reflejaba la piedad popular: la santidad del hijo de Inostú.

En el año de 1972, el papa Pablo VI lo declara Siervo de Dios, acto que permitió la constitución de un Tribunal Eclesiástico que se dedicara a la investigación de la fama de santidad y comprobara la práctica de las virtudes heroicas de Fe, Esperanza y Caridad en el hombre de Dios, hábitos comprobados y recogido en los testimonios que llevan al papa Juan Pablo II a declararlo Venerable el 16 de enero de 1986.
Fue decisivo el empuje dado desde enero de 2019 por el administrador apostólico y futuro arzobispo de Caracas, cardenal Porras Cardozo del caso de la sanación inmediata, irreversible y sin explicación científica de la niña de 10 años, Yaxury Solórzano Ortega.
El expediente registra que la menor recibió un disparo en la cabeza en un intento de robo en el caserío Mangas Coveras del estado Guárico, el 10 de marzo de 2017; ella logró sobrevivir al recibir atención de salud.
El informe médico reveló herida de bala en la cabeza, pérdida de sangre, masa encefálica y huesos, con un diagnóstico de graves secuelas neurológicas que le impedirían su normal desenvolvimiento.
En caso de sobrevivir, quedaría con discapacidad motriz, lingüística, pérdida de la memora y de la visión. Tras 20 días en el hospital, Yaxury salió completamente sana caminando y hablando con normalidad.
Luego de la revisión del caso por la Comisión Médica y la Comisión Teológica de la Congregación para la Causa de los Santos, en enero de 2020 el Vaticano aprobó la intercesión de José Gregorio Hernández en la curación, lo que llevó al papa Francisco a firmar el decreto de beatificación para el 30 de abril de 2021.
Con la dispensa pontificia del papa Francisco de un segundo milagro para autorizar la canonización del beato, el 25 de febrero de 2025 por la vía equivalente o equipolente, José Gregorio Hernández es el primer santo venezolano, a quien se le han atribuido incontables favores por su intercesión, en especial milagros de curación y que canoniza el papa León XIV el 19 de octubre del mismo año.

Al servicio de los demás
En cada venezolano hay una herencia recibida por la tradición oral y fruto de la religiosidad popular. Desde 1919, de generación en generación, encomendarse a José Gregorio Hernández ha sido un testigo que se recibe de los abuelos, transmitido a los padres y estos a su vez a los hijos. La devoción ha trascendido las fronteras del país y hoy se conoce de expresiones de cultos en otras latitudes, que son parte de esa migración de venezolanos que suma más de 8 millones personas fuera del país.
En la cartera de cada uno va una estampita.
Es la vida de un laico formado en la religión católica y practicante de las virtudes, con elevados valores humanos. Las investigaciones dan testimonio de un hombre que exploró los dones recibidos y de haber aprovechado el apoyo en su formación para desarrollarlos.
Murió el año que se firmó el pacto de paz que lo devolvía a Caracas inquietado desde Europa. La peste española lo puso a servir al prójimo y encontró su llamada al cielo, cuando seguía haciendo el bien.
