"Mi hija solo salió a defender sus derechos, y ahora la acusan de terrorista", madre de joven detenida en Carabobo
Las protestas en Valencia y Naguanagua comenzaron el 29 de julio. Foto: El Carabobeño/Cortesía

En Carabobo la represión política por las protestas poselectorales han dejado casi 200 personas detenidas, entre las que se cuentan unas 20 mujeres, aunque la cifra no es precisa ante la opacidad que hay en el sistema judicial venezolano contra las personas que salieron a las calles a manifestar en contra de los resultados electorales que proclamaron el triunfo de Nicolás Maduro.

La tarde del 29 de julio en Naguanagua, Carabobo, el ambiente era de absoluto silencio, pesado, casi de luto, que reflejaba la incertidumbre y la tensión acumulada tras el anuncio de los resultados. Lo que *María Angélica no sabía en ese momento era que esa tarde se convertiría en una de las más de 20 mujeres detenidas en Carabobo tras el proceso comicial.

Hasta las 11:00 a.m. parecía que la ciudad entera contenía el aliento; las calles comenzaron a llenarse de protestas espontáneas, expresiones de rabia y frustración por lo que muchos consideran un fraude electoral.

En medio de este panorama, María Angélica*, una joven de 21 años, decidió unirse a la manifestación junto a sus amigos de la universidad. Con banderas y pitos en mano, se sumaron a una multitud que se dirigía hacia las adyacencias de la 41 Brigada Blindada, conocida como Fuerte Paramacay.

La protesta, inicialmente pacífica, se desarrolló en un ambiente cargado de tensión y mientras las horas avanzaron y el sol comenzó a descender, la situación se volvió más peligrosa. La calma era solo un preludio a la tormenta que estaba por desatarse.

Alrededor de las 6:00 p.m., la represión cayó sobre los manifestantes como una avalancha. La Policía de Carabobo, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), y hombres de civil en motos aparecieron de repente y, sin previo aviso, comenzaron a disparar gases lacrimógenos, seguidos de perdigones y disparos que sembraron el caos en la avenida Universidad y las calles cercanas.

María Angélica*, al igual que muchos otros, intentó escapar en medio de la confusión. La multitud, presa del pánico, corría en todas direcciones. Sin embargo, en la prisa por huir, tropezó y cayó al suelo. Antes de que pudiera levantarse, un uniformado de la GNB la había capturado y su vida cambió drásticamente.

El Foro Penal, ONG defensora de presos políticos, contabiliza hasta la mañana de este 9 de agosto 1.263 personas detenidas por la represión a las protestas. De ellas, 160 mujeres y 114 adolescentes. En Carabobo, la organización no gubernamental verificó 197 arrestos.

Un silencio devastador

El impacto de la detención de María Angélica* fue inmediato y devastador para su familia. Desde ese momento, su madre comenzó una desesperada búsqueda, recorriendo comisarías y centros de detención, tratando de encontrar a su hija. Sin noticias claras ni confirmación de su paradero, la incertidumbre se convirtió en su única compañía durante esos días oscuros desde que su hija pasó a la lista de mujeres detenidas en Carabobo.

Finalmente, el viernes 2 de agosto, cuatro días después de su detención, su madre pudo verla. María Angélica* había sido trasladada a la sede de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en el municipio Los Guayos. Allí, en un recinto lleno de personas, se realizaría la audiencia especial de presentación de imputados, al conectarse por videollamada con el tribunal de terrorismo en Caracas.

«Es una injusticia», exclamó su madre al salir de la sede de la PNB, con la voz quebrada por la impotencia. «Mi hija solo salió a defender sus derechos, y ahora la acusan de terrorista«.

María Angélica, junto a otras mujeres detenidas, fue imputada por los delitos de terrorismo e incitación al odio. En la celda donde la mantienen, comparte el reducido espacio con más de 20 mujeres. Las condiciones de detención son precarias: en varias ocasiones, la comida que su familia le lleva no le ha sido entregada, lo que la deja sin sustento durante horas.

Otra víctima de la represión

La historia de Yolanda* es otra cara de la misma represión. A sus 35 años, madre de dos hijos y activista comprometida, Yolanda no es una estudiante universitaria, sino una defensora de la democracia. Como miembro de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) en Valencia se dedicó a supervisar el proceso electoral el 28 de julio, al desempeñarse como testigo en un centro de votación al norte de la ciudad.

Yolanda estuvo en el centro electoral hasta la 1:00 a.m., para exigir la impresión de las actas con lo que aseguraba todo se desarrollara con transparencia. Solo cuando el coordinador del CNE y los oficiales del Plan República accedieron a su legítima petición pudo regresar a su hogar. Pero su firmeza y dedicación no pasaron desapercibidas para aquellos que veían en su trabajo una amenaza.

Tres días después, el 31 de julio, la tranquilidad de su hogar fue violentamente interrumpida. Dos vehículos sin placas, una camioneta negra y un carro blanco, se detuvieron frente a su casa cerca de las 11:00 p.m. Siete hombres, sin ninguna identificación visible, irrumpieron en su hogar, rompieron cerraduras para buscar a Yolanda. La sacaron a la fuerza, ante la mirada atónita y aterrorizada de su familia.

«Es una injusticia lo que están haciendo con mi esposa», declaró su pareja, aún en shock por lo sucedido. «Ella solo estaba cumpliendo con su deber cívico, y ahora está encarcelada como una criminal».

Dos adolescentes en el ojo de la tormenta

Las detenciones arbitrarias no se limitaron a mujeres adultas. A dos adolescentes también las detuvieron en medio de esta oleada represiva. Ambas se encuentran en la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de Las Acacias, al norte de Valencia.

A una de ellas la arrestaron durante las protestas del martes 30 de julio. A la otra la citaron las autoridades tras haber enviado mensajes en un grupo de WhatsApp que, según los agentes, «incitaban al odio».

Ambas adolescentes fueron llevadas al Palacio de Justicia, donde inicialmente fueron presentadas ante un tribunal de niñas, niños y adolescentes. Sin embargo, este tribunal declinó la competencia para trasladarlo el caso al tribunal de terrorismo. Ahora, las jóvenes esperan una audiencia que se ha visto postergada.

Miedo y represión

Las historias de María Angélica, Yolanda y las dos adolescentes detenidas son solo un pequeño reflejo del clima de miedo y represión que domina Venezuela.

Se espera que a ellas, junto a las otras mujeres presas en Carabobo, las trasladen en los próximos días a un centro de reclusión. Mientras tanto, sus familias y las organizaciones de derechos humanos continúan luchando por su liberación, enfrentándose a un sistema judicial que viola el debido proceso al no permitir defensa privada.

Esto ha provocado que no se tenga clara la cifra exacta de mujeres detenidas en la entidad debido a que instituciones como Foro Penal no han tenido acceso a la información.

Los nombres de *María Angélica y *Yolanda no son los reales, sus familiares pidieron resguardar sus identidades por temor a represalias.

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