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Susana Raffalli: El Estado debe sincerar los mecanismos de protección social 

LA HUMANIDAD · 29 AGOSTO, 2022 08:53

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Mariana Souquett Gil | @nanasouquett

Foto por Efecto Cocuyo

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Salir de la emergencia humanitaria no es una meta que los trabajadores humanitarios puedan pronosticar para Venezuela a corto plazo. Aunque Naciones Unidas renovó el plan de asistencia para el país, organizaciones prevén que el financiamiento sea cada vez menor, limitando aún más la acción humanitaria. Para Susana Raffalli, experta en seguridad alimentaria, la respuesta ahora tendrá que ser más especializada y deberá ir acompañada por una mejora de los programas sociales del Estado.

Desde que se implementó el primer Plan de Respuesta Humanitaria en 2019, los actores humanitarios del país han ganado capacidades, afirma Raffalli. Sin embargo, según la nutricionista y asesora de Cáritas de Venezuela, el financiamiento decreciente obligará a perfeccionar la respuesta hasta convertirla en una ayuda más efectiva, y lo crucial para lograrlo será priorizar: qué hay que hacer, en dónde, por cuánto tiempo y para qué. 

«Hay que hacer el tránsito entre el socorro y la posibilidad de fortalecer la capacidad de la propia persona de seguir viviendo, en medio de esta precariedad en la que cayó el país. No podemos seguir abriendo comedores para darle un plato de comida a una persona que no tiene con qué comer. No podemos seguir por seis años más haciendo lo mismo. Necesitamos mantener esa sopa para la gente estrictamente necesaria, pero ayudar a las personas a quedarse, ayudarlas con sus medios de vida, a desarrollar oficios, a entender lo que está pasando», dice a Efecto Cocuyo.

Un llamado similar hizo el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, al concluir su visita a Venezuela el pasado 2 de agosto.

Tras reafirmar que aún existen «significativas necesidades humanitarias» en el país, Griffiths exhortó a la comunidad internacional a mantener el apoyo financiero e instó a los actores políticos a fortalecer esfuerzos conjuntos para cubrir las necesidades de las personas en mayor vulnerabilidad, además de crear oportunidades para que los venezolanos puedan recomponer sus medios de vida y satisfacer sus aspiraciones para el futuro.

Para Susana Raffalli, el ajuste de la dinámica en la asistencia en Venezuela —ante la disminución de los fondos de cooperación internacional— debe ir de la mano con un incremento en la eficiencia de los mecanismos de protección del Estado, pues sostiene que, de lo contrario, «seguirá sufriendo mucha gente» en un momento en el que su base de recursos para afrontar la crisis se agotó. 

«El gobierno tiene mapeadas a las personas vulnerables del país y hay un carnet que media todo esto. La forma en que organizaron, sistematizaron y automatizaron esto es de avanzada, ¿pero para entregar un bono de 4 dólares? Los mecanismos de protección del Estado tienen que sincerarse, tienen que parecerse cada vez más a lo que la gente necesita, de manera que esta progresión a una acción humanitaria cada vez más de menor escala se acompañe de mecanismos de protección social ascendentes, más efectivos y más relevantes», expresa. 

La experta en gestión de emergencias humanitarias destaca que así como el Estado ha dado pasos para flexibilizar la economía, llamar a la inversión e incluso establecer zonas económicas especiales, espera que también progrese en sus políticas sociales. Si no hay mejoras, estima que la migración continuará. 

Organizaciones piden aumentar financiamiento a la respuesta humanitaria en Venezuela
En un foro el pasado 19 de agosto, Susana Raffalli destacó la importancia de tener mejoras estructurales en el país

¿Cuándo se acaba la emergencia humanitaria?

¿Hasta cuándo puede durar la emergencia humanitaria compleja en Venezuela? ¿Qué hace falta para decir que el país ya no está en crisis?

Desde el sector de la nutrición, expone Raffalli, se puede decir que ya no se está en situación de crisis humanitaria cuando el porcentaje de niños con desnutrición aguda que los pone en riesgo de morir es de 5 % o menos. Además, el Estado debe ser capaz de responder a esa situación de manera eficaz.

«Desde el punto de vista nutricional, es cuando la cantidad de niños afectados por desnutrición aguda y el tipo de desnutrición que tienen no los pone en riesgo de morir; o si los pone en riesgo de morir, el Estado puede manejar esa cantidad con efectividad. Pero ese no es el caso. Son muchos, con un daño nutricional que los pone en riesgo de morir y que sobrepasa la capacidad del Estado de atenderlos y de detener el daño», explica. 

En términos alimentarios, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) reporta alrededor de 27 % de población subalimentada en Venezuela para finales de 2021. Este porcentaje representa la cantidad de personas que se quedarían sin comer si se repartiera la oferta alimentaria del país.

De acuerdo con Susana Raffalli, se trata de una cifra que todavía es consistente con los umbrales de una crisis alimentaria de grandes proporciones que amerita asistencia alimentaria urgente. 

«El promedio de subalimentación para América del Sur es del 8 %. Venezuela tiene 27 %, que es el promedio de las regiones de África en las que hay mucha hambre», dice. «Estamos muy lejos de alcanzar los niveles de seguridad alimentaria plena». 

Según Raffalli, los indicadores internacionales establecen que no hay una crisis alimentaria cuando hay 100 % de capacidad para alimentar al país, más un 20 % de reserva para cubrir el efecto de la desigualdad. 

«120 % es seguridad alimentaria plena, y aquí estamos en 72 %. Ahora es que falta para llegar nuevamente a tener una capacidad de manejo del inventario alimentario del país para decir que Venezuela salió de la crisis alimentaria en la que está», resalta. 

Otro sector a considerar al evaluar el estatus de la emergencia humanitaria es el referente a la salud. Para la especialista, hasta que no se restablezca la red sanitaria nacional en cuanto a servicios públicos, insumos y personal, las necesidades humanitarias persistirán. 

Mientras, las principales organizaciones no gubernamentales del país piden mantener a Venezuela en el radar humanitario y aumentar el financiamiento destinado a la acción humanitaria, pues aseveran que el último Plan de Respuesta Humanitaria, que busca asistir a 5,2 millones de venezolanos entre 2022 y 2023, sigue siendo un plan subfinanciado que subestima el número de personas con necesidades humanitarias. 

LA HUMANIDAD · 29 AGOSTO, 2022

Susana Raffalli: El Estado debe sincerar los mecanismos de protección social 

Texto por Mariana Souquett Gil | @nanasouquett
Foto por Efecto Cocuyo

Salir de la emergencia humanitaria no es una meta que los trabajadores humanitarios puedan pronosticar para Venezuela a corto plazo. Aunque Naciones Unidas renovó el plan de asistencia para el país, organizaciones prevén que el financiamiento sea cada vez menor, limitando aún más la acción humanitaria. Para Susana Raffalli, experta en seguridad alimentaria, la respuesta ahora tendrá que ser más especializada y deberá ir acompañada por una mejora de los programas sociales del Estado.

Desde que se implementó el primer Plan de Respuesta Humanitaria en 2019, los actores humanitarios del país han ganado capacidades, afirma Raffalli. Sin embargo, según la nutricionista y asesora de Cáritas de Venezuela, el financiamiento decreciente obligará a perfeccionar la respuesta hasta convertirla en una ayuda más efectiva, y lo crucial para lograrlo será priorizar: qué hay que hacer, en dónde, por cuánto tiempo y para qué. 

«Hay que hacer el tránsito entre el socorro y la posibilidad de fortalecer la capacidad de la propia persona de seguir viviendo, en medio de esta precariedad en la que cayó el país. No podemos seguir abriendo comedores para darle un plato de comida a una persona que no tiene con qué comer. No podemos seguir por seis años más haciendo lo mismo. Necesitamos mantener esa sopa para la gente estrictamente necesaria, pero ayudar a las personas a quedarse, ayudarlas con sus medios de vida, a desarrollar oficios, a entender lo que está pasando», dice a Efecto Cocuyo.

Un llamado similar hizo el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, al concluir su visita a Venezuela el pasado 2 de agosto.

Tras reafirmar que aún existen «significativas necesidades humanitarias» en el país, Griffiths exhortó a la comunidad internacional a mantener el apoyo financiero e instó a los actores políticos a fortalecer esfuerzos conjuntos para cubrir las necesidades de las personas en mayor vulnerabilidad, además de crear oportunidades para que los venezolanos puedan recomponer sus medios de vida y satisfacer sus aspiraciones para el futuro.

Para Susana Raffalli, el ajuste de la dinámica en la asistencia en Venezuela —ante la disminución de los fondos de cooperación internacional— debe ir de la mano con un incremento en la eficiencia de los mecanismos de protección del Estado, pues sostiene que, de lo contrario, «seguirá sufriendo mucha gente» en un momento en el que su base de recursos para afrontar la crisis se agotó. 

«El gobierno tiene mapeadas a las personas vulnerables del país y hay un carnet que media todo esto. La forma en que organizaron, sistematizaron y automatizaron esto es de avanzada, ¿pero para entregar un bono de 4 dólares? Los mecanismos de protección del Estado tienen que sincerarse, tienen que parecerse cada vez más a lo que la gente necesita, de manera que esta progresión a una acción humanitaria cada vez más de menor escala se acompañe de mecanismos de protección social ascendentes, más efectivos y más relevantes», expresa. 

La experta en gestión de emergencias humanitarias destaca que así como el Estado ha dado pasos para flexibilizar la economía, llamar a la inversión e incluso establecer zonas económicas especiales, espera que también progrese en sus políticas sociales. Si no hay mejoras, estima que la migración continuará. 

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En un foro el pasado 19 de agosto, Susana Raffalli destacó la importancia de tener mejoras estructurales en el país

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Desde el sector de la nutrición, expone Raffalli, se puede decir que ya no se está en situación de crisis humanitaria cuando el porcentaje de niños con desnutrición aguda que los pone en riesgo de morir es de 5 % o menos. Además, el Estado debe ser capaz de responder a esa situación de manera eficaz.

«Desde el punto de vista nutricional, es cuando la cantidad de niños afectados por desnutrición aguda y el tipo de desnutrición que tienen no los pone en riesgo de morir; o si los pone en riesgo de morir, el Estado puede manejar esa cantidad con efectividad. Pero ese no es el caso. Son muchos, con un daño nutricional que los pone en riesgo de morir y que sobrepasa la capacidad del Estado de atenderlos y de detener el daño», explica. 

En términos alimentarios, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) reporta alrededor de 27 % de población subalimentada en Venezuela para finales de 2021. Este porcentaje representa la cantidad de personas que se quedarían sin comer si se repartiera la oferta alimentaria del país.

De acuerdo con Susana Raffalli, se trata de una cifra que todavía es consistente con los umbrales de una crisis alimentaria de grandes proporciones que amerita asistencia alimentaria urgente. 

«El promedio de subalimentación para América del Sur es del 8 %. Venezuela tiene 27 %, que es el promedio de las regiones de África en las que hay mucha hambre», dice. «Estamos muy lejos de alcanzar los niveles de seguridad alimentaria plena». 

Según Raffalli, los indicadores internacionales establecen que no hay una crisis alimentaria cuando hay 100 % de capacidad para alimentar al país, más un 20 % de reserva para cubrir el efecto de la desigualdad. 

«120 % es seguridad alimentaria plena, y aquí estamos en 72 %. Ahora es que falta para llegar nuevamente a tener una capacidad de manejo del inventario alimentario del país para decir que Venezuela salió de la crisis alimentaria en la que está», resalta. 

Otro sector a considerar al evaluar el estatus de la emergencia humanitaria es el referente a la salud. Para la especialista, hasta que no se restablezca la red sanitaria nacional en cuanto a servicios públicos, insumos y personal, las necesidades humanitarias persistirán. 

Mientras, las principales organizaciones no gubernamentales del país piden mantener a Venezuela en el radar humanitario y aumentar el financiamiento destinado a la acción humanitaria, pues aseveran que el último Plan de Respuesta Humanitaria, que busca asistir a 5,2 millones de venezolanos entre 2022 y 2023, sigue siendo un plan subfinanciado que subestima el número de personas con necesidades humanitarias. 

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