¿Crisis institucional-universitaria?
Foto: Mairet Chourio

Los académicos universitarios se encuentran en la penosa y conmovedora situación de vivir instituciones de educación superior agobiadas por el escarnio que ante sus puertas ha comenzado a sentirse. 

El caso propiamente recae sobre la Universidad, toda vez que constituye la instancia última del proceso educacional cuya misión, según la vigente Ley de Universidades, es la de “(…) completar la formación integral iniciada en los ciclos educacionales anteriores (…)” (Del artículo 3) Razón por la cual, “(…) sus actividades se dirigirán a crear, asimilar y difundir el saber mediante la investigación y la enseñanza (…)” lo cual le permitirá “(…) formar los equipos profesionales y técnicos que necesita la Nación para su desarrollo y progreso” (Ídem)

El problema en su detalle

He ahí el problema. En lo específico, se trata de la mermada formación que el sistema educativo venezolano, en lo referente a los niveles precedentes de formación, educación primaria y media diversificada y técnica, padece. La precariedad que sus procesos exponen, representa un terrible riesgo al compromiso que tiene la universidad en virtud del papel que le confiere el desarrollo del país, en todas sus manifestaciones.

Y es cuando alude al propósito tácito pero fundamental de “(…) colaborar en la orientación de la vida del país mediante su contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales” (Del artículo 2, Ley de Universidades)

Particularmente dramática resulta esta situación para los académicos nacionales adscritos a universidades que se construyen con base en procesos de enseñanza-aprendizaje, investigación, extensión y aporte de sus miembros en atención a la normativa propia.

Sin embargo, a decir por la dinámica institucional, a veces rutinariamente apresurada que viven algunas universidades autónomas, experimentales y otras privadas, abocadas a ponderar y solucionar problemas acumulados, como consecuencia del fracaso solapado del régimen de partido único y de confesión socialista que alcanzó el poder en diciembre de 1999. Siempre actuando empeñado en modificar los respectivos programas de estudios con excusas intimidantes.

A pesar de todo ello, se tiene información de que ciertas universidades no se han percatado suficientemente de la dimensión y contenido del problema que dicho riesgo significa para el desarrollo cognitivo, cultural y social de la universidad venezolana.

Un estudio que lo descifra

El problema en cuestión, adquiere mayúsculas proporciones cuando se advierte que el sistema educativo en su fase previa al nivel universitario, se halla profundamente abatido.

La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) interesada en dilucidar tan serio problema, realizó las investigaciones de rigor, apostando a dar con alguna explicación. De hecho, en una población de 25.000 estudiantes corroboró que la habilidad numérica de estudiantes de educación media diversificada no alcanzó ni siquiera 10 puntos.

Escasamente llegó a 07,53 sobre 20 puntos de calificación. Y en Lengua, esa población estudiantil obtuvo la exigua calificación de 09 sobre 20. Respecto de estudiantes de primaria, lo observado in situ, dio cuenta de vergonzosas situaciones entre las cuales, pudo notarse la incapacidad para escribir. Mucho más para leer (insólito).

El referido pésimo rendimiento escolar, según algunos investigadores Ucabistas, puede atribuirse a razones propias de circunstancias como la pandemia del Coronavirus que azotó medio mundo, causando desestabilización de la estructura docente y administrativa de las instituciones educacionales, acarreando reiteradas suspensiones de clases y actividades de todo género. 

Causas propias e impropias

Entre otras razones de tan cara situación, se le imputaron a problemas como las absurdas normas impuestas por el régimen político con la excusa del “Estado Docente”, tales como clases por Internet y el rol del docente sustituido por la familia del educando.

Estas medidas y otras más, trastornaron el currículum y el normal discurrir de ambos subsistemas educativos (primaria y secundaria). Asimismo, la estructura escolar se afectó dada las gruesas carencias e insuficiencias de agua, electricidad, pupitres, pizarrones, seguridad y material didáctico que sobrellevaban esas instituciones de educación.

Pero el problema no termina acá. Por el contrario, es donde comienza pues los susodichos subsistemas de educación, han seguido laborando con sumas deficiencias que se instituyeron, afectando la docencia y la gerencia de escuelas y liceos. 

En consecuencia, el problema definitivamente traduce una matrícula universitaria atestada de insuficiencias cognoscitivas que habrán de repercutir en una educación universitaria que podría verse preñada de defectos. Muchos de los cuales arrojarán como resultado el peligroso problema de profesionales deficientes, profesionales con agudas incompetencias. 

Entre otras, se habla de causas atribuidas a deficiencias en lectoescritura, en matemáticas, en ortografía y redacción, en metodología de la investigación, en interpretación de problemas, en sintaxis, en hermenéutica. Con el agregado de consultas reducidas al uso de teléfonos inteligentes por la negligencia estudiantil de afianzar el estudio en libros y textos impresos.

O por la incapacidad adquirida para deducir razones o conclusiones de lecturas o para hacer abstracciones que fundamentan explicaciones. 

Ciertamente, tan engorrosa situación constituye un problema de envergadura que ojalá la Universidad pueda afrontarlo y superarlo con la mayor sapiencia posible y a la brevedad del caso. O acaso, esta situación está revelando una cruda ¿crisis institucional-universitaria?

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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