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OPINIÓN · 10 FEBRERO, 2023 05:40

Educación: pilar de todo desarrollo

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Oscar Doval

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Al igual que la semana pasada que recordábamos la célebre frase de Uslar Pietri, «sembrar el petróleo»,  en este escrito rememoramos a uno de nuestros intelectuales más notables, Rafael Rangel, quien repitió muchas veces: «la educación es la llave para abrir las puertas de la oportunidad y el progreso». Existen antecedentes históricos de enormes inversiones en programas educativos orientados a la inclusión y desarrollo social durante la IV y V República. Con aciertos y desaciertos, y una cuestionable medición de resultados, los diversos esfuerzos de alfabetización, educación básica y profesionalización, han sido no sustentables y poco alineados con el desarrollo económico de Venezuela.

S bien, la educación fomenta la inclusión social e igualdad de oportunidades, promoviendo una sociedad más justa y democrática, no necesariamente los individuos con mayor grado formativo, aportan al desarrollo de una nación.

Sin una esmerada planificación y visión del desarrollo social, económico y político de un país, poco puede esperarse una contraprestación en acciones concretas de los beneficiarios de programas educativos.

Cuando hablamos de educación, hacemos referencia a la capacitación académica, pero sobre todo, hablamos de formación en valores esenciales, que tanto hace falta en nuestro país y Latinoamérica, en general.

Un proyecto educativo integral debe tener como base políticas públicas, con incentivos propicios para que la educación impartida sea puesta al servicio del desarrollo futuro de la nación y del desarrollo individual.

Poner unas políticas públicas diseñadas para educar a la gente para Venezuela, suena en el mejor de los casos a una entelequia inasible, y a una idea socialista, trasnochada de los 40. La concreción de programas educativos orientados al desarrollo, la podemos encontrar en muchos países escandinavos donde la inversión social para formar a sus ciudadanos ha estado alineada con el bienestar económico sostenido de esas naciones.

Visión a largo plazo

En las entregas pasadas, hemos hablado sobre las posibilidades ciertas de una Venezuela grande, de un sueño de país posible. Esto, apalancado en la capitalización de los inmensos recursos naturales y la infraestructura que tenemos.

Lo planteado no desconoce el desastre administrativo y la falta de escrúpulos de los grupos de poder económico y político que han conducido a las sucesivas crisis financieras vividas durante nuestra historia, así como a la grave contracción económica que hoy atravesamos. A lo anterior, se suman las terribles sanciones financieras y bloqueo comercial, que desde el 2017, pesan sobre Venezuela, y que sin duda, son un inconveniente para el desarrollo de la nación. Sanciones que a todas luces, nos afectan a usted y a mí, no a este o cualquier gobierno.

Un plan país debería pivotar sobre la base de una visión a largo plazo, no menor de dos décadas, con una bien lograda planificación estratégica, control de gestión, y sobre todo, la erradicación del muy lamentable proceder esencial, que desde el siglo XIX, nos hace ver a Venezuela como una economía de explotación y puertos.

Una miope comprensión de la patria, nos ha llevado a los venezolanos a entender al país como un «negocio de ocasión» para generar patrimonio propio, a través de la actividad económica y/o política. Nuestros hijos y nietos, así como el bienestar colectivo, como garantías de sostenibilidad, no encuentran cabida en esta precaria fórmula.

Deberíamos abrazar el sueño de una Venezuela rica, prospera y de avanzada. Una potencia energética en la región, con una economía diversificada y sólida, que derrame bienestar y desarrollo social sobre todos los venezolanos.

Escandinavia: socialismo para producir riquezas

Hablemos nuevamente del caso particular de Noruega, un país petrolero, energético y socialista como Venezuela, con condiciones climáticas adversas y un mercado interno que apenas supera los 4,5 millones de habitantes. Después de la Segunda Guerra Mundial, sumida en la pobreza, Noruega generó una serie de reformas orientadas a acabar con la miseria, y se hizo de un plan a largo plazo para desarrollar la industria energética, diversificar la economía, educar a sus pobladores como gestores de desarrollo y blindar la institucionalidad democrática.

Un calculado sistema de incentivos para la producción y el desarrollo sostenible, políticas generales y fiscales orientadas a la educación, cobertura de las necesidades básicas e igualdad social, han sido las bases y eje del desarrollo sostenido de Noruega. A lo anterior, se ha sumado, gran capacidad de ejecución y un sistema judicial robusto para evitar el crimen y la corrupción.

Hoy, Noruega cuenta con unos de los PIB per cápita de 78 mil dólares, el séptimo del mundo, y reservas internacionales de 57.500 millones de dólares, las 29 del mundo en cifras absolutas. Muy similares políticas y destinos han tenido Suecia, Dinamarca, Islandia y Finlandia. Escandinavia es una de las regiones europeas con mayor nivel educativo y social. La inversión en educación y organización comunitaria se ha orientado al desarrollo creciente y sostenido de las naciones que la componen.

De esta forma, los países escandinavos han asegurado que el desarrollo económico, social y político, ocurra gradualmente desde las bases de la población y sea reforzada por la acción del liderazgo social y político. En las últimas décadas han dedicado ingentes inversiones en tecnología e innovación, para insertarse en la realidad competitiva actual y por venir.

Si bien los venezolanos no somos escandinavos, y el sabor y hasta desorden tropical lo llevamos en la sangre caribe, nada nos impide seguir el ejemplo de países con historia exitosa de desarrollo.

De nada valen riquezas naturales, infraestructura y un noble gentilicio, si no sumamos a tanta bondad, un plan estructurado y realista, blindado con políticas públicas y organización comunal, orientados al desarrollo de Venezuela. ¿Qué estamos esperando? Usted y yo somos los únicos actores y garantes, para asegurar que esto ocurra.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: Capitalizar las riquezas naturales

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S bien, la educación fomenta la inclusión social e igualdad de oportunidades, promoviendo una sociedad más justa y democrática, no necesariamente los individuos con mayor grado formativo, aportan al desarrollo de una nación.

Sin una esmerada planificación y visión del desarrollo social, económico y político de un país, poco puede esperarse una contraprestación en acciones concretas de los beneficiarios de programas educativos.

Cuando hablamos de educación, hacemos referencia a la capacitación académica, pero sobre todo, hablamos de formación en valores esenciales, que tanto hace falta en nuestro país y Latinoamérica, en general.

Un proyecto educativo integral debe tener como base políticas públicas, con incentivos propicios para que la educación impartida sea puesta al servicio del desarrollo futuro de la nación y del desarrollo individual.

Poner unas políticas públicas diseñadas para educar a la gente para Venezuela, suena en el mejor de los casos a una entelequia inasible, y a una idea socialista, trasnochada de los 40. La concreción de programas educativos orientados al desarrollo, la podemos encontrar en muchos países escandinavos donde la inversión social para formar a sus ciudadanos ha estado alineada con el bienestar económico sostenido de esas naciones.

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Un plan país debería pivotar sobre la base de una visión a largo plazo, no menor de dos décadas, con una bien lograda planificación estratégica, control de gestión, y sobre todo, la erradicación del muy lamentable proceder esencial, que desde el siglo XIX, nos hace ver a Venezuela como una economía de explotación y puertos.

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Deberíamos abrazar el sueño de una Venezuela rica, prospera y de avanzada. Una potencia energética en la región, con una economía diversificada y sólida, que derrame bienestar y desarrollo social sobre todos los venezolanos.

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Un calculado sistema de incentivos para la producción y el desarrollo sostenible, políticas generales y fiscales orientadas a la educación, cobertura de las necesidades básicas e igualdad social, han sido las bases y eje del desarrollo sostenido de Noruega. A lo anterior, se ha sumado, gran capacidad de ejecución y un sistema judicial robusto para evitar el crimen y la corrupción.

Hoy, Noruega cuenta con unos de los PIB per cápita de 78 mil dólares, el séptimo del mundo, y reservas internacionales de 57.500 millones de dólares, las 29 del mundo en cifras absolutas. Muy similares políticas y destinos han tenido Suecia, Dinamarca, Islandia y Finlandia. Escandinavia es una de las regiones europeas con mayor nivel educativo y social. La inversión en educación y organización comunitaria se ha orientado al desarrollo creciente y sostenido de las naciones que la componen.

De esta forma, los países escandinavos han asegurado que el desarrollo económico, social y político, ocurra gradualmente desde las bases de la población y sea reforzada por la acción del liderazgo social y político. En las últimas décadas han dedicado ingentes inversiones en tecnología e innovación, para insertarse en la realidad competitiva actual y por venir.

Si bien los venezolanos no somos escandinavos, y el sabor y hasta desorden tropical lo llevamos en la sangre caribe, nada nos impide seguir el ejemplo de países con historia exitosa de desarrollo.

De nada valen riquezas naturales, infraestructura y un noble gentilicio, si no sumamos a tanta bondad, un plan estructurado y realista, blindado con políticas públicas y organización comunal, orientados al desarrollo de Venezuela. ¿Qué estamos esperando? Usted y yo somos los únicos actores y garantes, para asegurar que esto ocurra.

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