Todas las especies son transitorias, pueden extinguirse, generar otras nuevas o transformarse con el tiempo debido a las mutaciones y los cambios ambientales. Entonces ¿qué se podría esperar de una especie al evolucionar en la Tierra durante un millón de años? En ese momento, los continentes tendrán un aspecto similar al actual y el Sol seguirá brillando como lo hace hoy, pero los humanos podrían ser muy diferentes. De hecho, cada año hay aproximadamente dos nuevas mutaciones por cada 3.500 millones de pares de bases en el genoma humano. Lo cual es bastante sorprendente, y hace que sea poco probable que los humanos mantengan el aspecto actual.
Tratando de responder estas preguntas, el autor de ciencia ficción H. G. Wells fue el primero en darse cuenta de que los humanos podrían convertirse en algo muy diferente. En su ensayo de 1883, El Hombre del Año un Millón, los imaginó como criaturas de cerebro grande y cuerpo diminuto. Luego, especuló que los seres humanos también podrían dividirse en dos o más especies nuevas.
Un ingrediente adicional que desconocía Wells, era el uso de la tecnología para aumentar la probabilidad de cambio en los seres humanos. En este sentido ¿podrían transformarse en una especie híbrida de seres biológicos y artificiales? ¿O convertirse en individuos más pequeños, más delgados, con diferentes rasgos faciales y distinto color de piel? Es imposible predecir el futuro, pero se pueden hacer algunas proyecciones usando bioinformática, al combinar lo que se sabe actualmente sobre la variación genética con modelos de cambio demográfico en el futuro.
Todos han oído hablar de los bebés diseñados genéticamente. Los científicos ya tienen la tecnología para cambiar algunos genes en un embrión, aunque es controvertido y nadie está seguro de lo que sucederá a futuro. Pero en los próximos años, podría parecer poco ético el no cambiar ciertos genes que afecten negativamente a la salud del individuo. Con eso puede venir una elección sobre las características de un bebé, por lo que quizás los humanos comiencen a verse diferentes según el deseo de sus padres. Esto se plantea en la película Gattaca: Experimento genético, del año 1997, donde se describe una sociedad impulsada por la mejora de rasgos hereditarios a través de la manipulación genética.
Además, las tecnologías futuras pueden generar cambios en las personas aumentando la inteligencia, la fuerza, retrasando el envejecimiento a través de trasplantes con microchips o la manipulación genética. Por ejemplo, se podrían cargar los cerebros humanos en las computadoras o fusionarse con la inteligencia artificial (IA), para producir nuevas formas biotecnológicas de especies. Estas visiones, sin embargo, son hipotéticas.
Actualmente, las personas tienen implantes para reparar una parte dañada del cuerpo, como lo son los marcapasos o las prótesis de cadera. Quizás en el futuro, los implantes se usarán para convertir a las personas en “superhumanos”. Además de los dispositivos cerebrales, es posible que se tengan partes más visibles de la tecnología en el cuerpo modificando elementos de la apariencia física, como un ojo artificial con una cámara que sobresalga y que sea capaz de captar las diferentes frecuencias de color, ultravioleta o el infrarrojo (señales de calor). Estos cambios podrían hacerse más comunes en la medida que la tecnología se abarate y esté disponible para la mayoría, convirtiéndose en algo tan omnipresente como los teléfonos móviles en la actualidad. Sin embargo algunas personas podrían rechazar estos cambios por principio éticos o religiosos.
Pero a la larga, se debería esperar que las personas mejoradas, generación tras generación (o actualización tras actualización), se conviertan en una o más especies “posthumanas” fundamentalmente diferentes, que convivan junto a otra especie de personas no alteradas que se declaren como “verdaderos humanos”.
En este contexto, es poco probable que la humanidad siga siendo la única especie inteligente del planeta. La inteligencia artificial está avanzando rápidamente en este momento. Si bien existen profundas incertidumbres y desacuerdos sobre cuándo se volverá consciente, se cree que la inteligencia artificial llegará a comprender o resolver cualquier problema intelectual como lo hace un ser humano, en lugar de especializarse en tareas específicas. Un grupo considerable de expertos considera que puede ocurrir en este siglo.
En algún momento, es probable que se tenga un planeta donde los humanos sean descargados a un disco duro de computadora, se integren a una IA o exista alguna combinación de ambos. Eventualmente, parece plausible que la mayoría de las mentes se conviertan en software. La investigación sugiere que las computadoras pronto serán mucho más eficientes energéticamente de lo que son ahora, impulsando estos cambios.
Los humanos “naturales” pueden permanecer en sociedades tradicionales muy diferentes a las de la “gente del software”. Esto no es diferente al pueblo Yanomami de hoy, cuyo estilo de vida sencillo todavía es posible. En ocasiones ocurre que las sociedades “avanzadas” aplastan a las sociedades pequeñas y primitivas, pero se han establecido derechos humanos y protecciones legales, algo similar podría ocurrir para los humanos “naturales”.
¿Y el espacio? Si los seres humanos terminan colonizando Marte, ¿cómo evolucionarían? Con la menor gravedad, las extremidades del cuerpo podrían cambiar su estructura, tal vez haciendo brazos y piernas más largas. En un planeta más frío, semejante a la Tierra durante la Era del Hielo, los humanos podrían volverse más gordos, con vello corporal aislante, como los parientes neandertales.
Todo lo anterior son grandes especulaciones pero, ciertamente, la variación genética humana está aumentando.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Todas las especies son transitorias, pueden extinguirse, generar otras nuevas o transformarse con el tiempo debido a las mutaciones y los cambios ambientales. Entonces ¿qué se podría esperar de una especie al evolucionar en la Tierra durante un millón de años? En ese momento, los continentes tendrán un aspecto similar al actual y el Sol seguirá brillando como lo hace hoy, pero los humanos podrían ser muy diferentes. De hecho, cada año hay aproximadamente dos nuevas mutaciones por cada 3.500 millones de pares de bases en el genoma humano. Lo cual es bastante sorprendente, y hace que sea poco probable que los humanos mantengan el aspecto actual.
Tratando de responder estas preguntas, el autor de ciencia ficción H. G. Wells fue el primero en darse cuenta de que los humanos podrían convertirse en algo muy diferente. En su ensayo de 1883, El Hombre del Año un Millón, los imaginó como criaturas de cerebro grande y cuerpo diminuto. Luego, especuló que los seres humanos también podrían dividirse en dos o más especies nuevas.
Un ingrediente adicional que desconocía Wells, era el uso de la tecnología para aumentar la probabilidad de cambio en los seres humanos. En este sentido ¿podrían transformarse en una especie híbrida de seres biológicos y artificiales? ¿O convertirse en individuos más pequeños, más delgados, con diferentes rasgos faciales y distinto color de piel? Es imposible predecir el futuro, pero se pueden hacer algunas proyecciones usando bioinformática, al combinar lo que se sabe actualmente sobre la variación genética con modelos de cambio demográfico en el futuro.
Todos han oído hablar de los bebés diseñados genéticamente. Los científicos ya tienen la tecnología para cambiar algunos genes en un embrión, aunque es controvertido y nadie está seguro de lo que sucederá a futuro. Pero en los próximos años, podría parecer poco ético el no cambiar ciertos genes que afecten negativamente a la salud del individuo. Con eso puede venir una elección sobre las características de un bebé, por lo que quizás los humanos comiencen a verse diferentes según el deseo de sus padres. Esto se plantea en la película Gattaca: Experimento genético, del año 1997, donde se describe una sociedad impulsada por la mejora de rasgos hereditarios a través de la manipulación genética.
Además, las tecnologías futuras pueden generar cambios en las personas aumentando la inteligencia, la fuerza, retrasando el envejecimiento a través de trasplantes con microchips o la manipulación genética. Por ejemplo, se podrían cargar los cerebros humanos en las computadoras o fusionarse con la inteligencia artificial (IA), para producir nuevas formas biotecnológicas de especies. Estas visiones, sin embargo, son hipotéticas.
Actualmente, las personas tienen implantes para reparar una parte dañada del cuerpo, como lo son los marcapasos o las prótesis de cadera. Quizás en el futuro, los implantes se usarán para convertir a las personas en “superhumanos”. Además de los dispositivos cerebrales, es posible que se tengan partes más visibles de la tecnología en el cuerpo modificando elementos de la apariencia física, como un ojo artificial con una cámara que sobresalga y que sea capaz de captar las diferentes frecuencias de color, ultravioleta o el infrarrojo (señales de calor). Estos cambios podrían hacerse más comunes en la medida que la tecnología se abarate y esté disponible para la mayoría, convirtiéndose en algo tan omnipresente como los teléfonos móviles en la actualidad. Sin embargo algunas personas podrían rechazar estos cambios por principio éticos o religiosos.
Pero a la larga, se debería esperar que las personas mejoradas, generación tras generación (o actualización tras actualización), se conviertan en una o más especies “posthumanas” fundamentalmente diferentes, que convivan junto a otra especie de personas no alteradas que se declaren como “verdaderos humanos”.
En este contexto, es poco probable que la humanidad siga siendo la única especie inteligente del planeta. La inteligencia artificial está avanzando rápidamente en este momento. Si bien existen profundas incertidumbres y desacuerdos sobre cuándo se volverá consciente, se cree que la inteligencia artificial llegará a comprender o resolver cualquier problema intelectual como lo hace un ser humano, en lugar de especializarse en tareas específicas. Un grupo considerable de expertos considera que puede ocurrir en este siglo.
En algún momento, es probable que se tenga un planeta donde los humanos sean descargados a un disco duro de computadora, se integren a una IA o exista alguna combinación de ambos. Eventualmente, parece plausible que la mayoría de las mentes se conviertan en software. La investigación sugiere que las computadoras pronto serán mucho más eficientes energéticamente de lo que son ahora, impulsando estos cambios.
Los humanos “naturales” pueden permanecer en sociedades tradicionales muy diferentes a las de la “gente del software”. Esto no es diferente al pueblo Yanomami de hoy, cuyo estilo de vida sencillo todavía es posible. En ocasiones ocurre que las sociedades “avanzadas” aplastan a las sociedades pequeñas y primitivas, pero se han establecido derechos humanos y protecciones legales, algo similar podría ocurrir para los humanos “naturales”.
¿Y el espacio? Si los seres humanos terminan colonizando Marte, ¿cómo evolucionarían? Con la menor gravedad, las extremidades del cuerpo podrían cambiar su estructura, tal vez haciendo brazos y piernas más largas. En un planeta más frío, semejante a la Tierra durante la Era del Hielo, los humanos podrían volverse más gordos, con vello corporal aislante, como los parientes neandertales.
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