El planeta rojo no siempre fue un inhóspito desierto

Impulsados por las obras de ciencia ficción, como los de H.G. Wells y los “canales imaginarios” de Percival Lowell, esperábamos que Marte pareciera un paraíso propicio para la vida. Sin embargo, cuando la nave espacial Mariner lo orbitó, en 1971, se produjo una pequeña decepción: el paisaje era un páramo árido e inhóspito.

Sin embargo, años después comenzaron a surgir pistas sobre el pasado del planeta rojo. A partir de los módulos Viking, en 1976, quedó absolutamente claro que Marte experimentó un pasado más húmedo. Misiones posteriores, como la Mars Reconnaissance Orbiter, han fotografiado y cartografiado innumerables regiones donde lechos de ríos secos, canales, valles, barrancos y pendientes mostraron que grandes cantidades de agua alguna vez fluyeron libremente sobre la superficie del planeta.

¿Entonces qué pasó en Marte?

Los científicos planetarios creen que Marte tuvo una atmósfera más densa durante sus primeros mil millones de años, lo que sin duda habría ayudado a mantener el agua en su atmósfera y evitar que escapara hacia el espacio.

El 18 de febrero de 2021, el vehículo Perseverance aterrizó en el suelo del cráter Jezero, a unos dos kilómetros de distancia de un afloramiento occidental en forma de abanico. En los primeros tres meses, el vehículo permaneció estacionario mientras los ingenieros de la NASA realizaban pruebas remotas.

Durante este tiempo, dos de las cámaras de Perseverance, Mastcam-Z y SuperCam Remote Micro-Imager capturaron imágenes de su entorno, incluidas fotografías de larga distancia del borde del afloramiento y una formación conocida como Kodiak Butte, un afloramiento más pequeño que los geólogos suponen que alguna vez pudo haber estado conectado al principal, pero desde entonces se ha erosionado parcialmente.

Ahora, el análisis científico de las imágenes de radar tomadas por el vehículo Perseverance de la NASA ha confirmado que el cráter Jezero, de 45 kilómetros de ancho, fue alguna vez un lago tranquilo, alimentado constantemente por un pequeño río hace unos 3.700 millones de años. El lago pudo haber tenido el tamaño equivalente a dos veces la isla de Coche y se habría ubicado dentro del cráter Jezero. Las imágenes también revelan evidencia de que el cráter sufrió súbitas inundaciones.

Cuando los investigadores observaron más de cerca las imágenes del afloramiento principal, notaron grandes rocas incrustadas en las capas más jóvenes y superiores del delta. Algunas rocas medían hasta un metro de ancho y se estimaba que pesaban varias toneladas. El equipo concluyó que estas enormes rocas deben haber venido del exterior del cráter y probablemente formaban parte de un lecho ubicado río arriba.

A juzgar por su ubicación y dimensiones actuales, los científicos dijeron que las rocas fueron arrastradas río abajo, hacia el lecho del lago, por una inundación repentina que movió hasta 3.000 metros cúbicos de agua por segundo. “Se necesitan condiciones de inundación enérgicas para transportar rocas tan grandes y pesadas”, señalaron los autores. Esto pudo “ser indicativo de un cambio fundamental en la hidrología local o quizás en el clima de Marte”.

Para pintar una imagen de la historia geológica del cráter, el nuevo estudio publicado esta semana en la revista Science Advance se basó en imágenes de penetración del suelo que permite mirar a través de capas de roca a 20 metros debajo de la superficie del delta occidental del cráter. Los satélites habían mostrado previamente que este afloramiento, visto desde arriba, se parecía a los deltas de los ríos de la Tierra, donde se depositan capas de sedimentos en forma de abanico a medida que el río desemboca en el lago.

“Si miran estas imágenes, estás contemplando este épico paisaje desértico. Es el lugar más desolado que jamás puedas visitar”, dijeron los científicos. “No hay una gota de agua por ningún lado y, sin embargo, aquí tenemos evidencia de un pasado muy diferente. Algo muy fuerte ocurrió en la historia del planeta”. A medida que el vehículo explora el cráter, los científicos esperan descubrir más pistas sobre su evolución climática.

Ahora que han confirmado que el cráter alguna vez fue un entorno lacustre creen que sus sedimentos podrían contener rastros de vida antigua. En una misión futura, Perseverance buscará lugares para recolectar y preservar sedimentos. Estas muestras eventualmente serán devueltas a la Tierra, donde los científicos podrán explorarlas en busca de firmas biológicas marcianas.

“Ahora tenemos la oportunidad de buscar fósiles”, indican los miembros del equipo. “Tomará algún tiempo llegar a las rocas de las que esperamos tomar muestras en busca de signos de vida. Es un maratón con mucho potencial”, agregan.

Hasta ahora el Perseverance ha recolectado 23 de las 38 muestras provenientes del cráter que serán traídas de regreso a la Tierra en un esfuerzo conjunto de la NASA y la ESA (Agencia Espacial Europea). El objetivo final es buscar signos antiguos de vida microbiana en las rocas, así como otras pruebas geológicas sobre cómo evolucionó el planeta.

El compañero de equipo del Perseverance, el Ingenuity Mars Helicopter, terminó su viaje el jueves después de tres años de estudio, cuando una de las palas de su rotor sufrió daños al aterrizar. Los científicos ahora están descargando las imágenes y los datos finales del helicóptero.

Se desconoce la causa del cambio climático en Marte, aunque los investigadores sugieren que las rocas del delta pueden contener algunas respuestas. “Lo más sorprendente que surge de estas imágenes es la oportunidad potencial de captar el momento en que este cráter pasó de un entorno habitable a un inhóspito desierto”, concluyen.

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