El mundo está en modo fútbol, ánimo que terminó ayer. En ese mood de cierre, y disfrutando de este especial deporte, no pude dejar de reflexionar qué es lo que hace despertar esa pasión inaudita que vivimos cada cuatro años. Y de esa reflexión me brotó la necesidad de comparar esta emoción primal con la política.
Y de un tirón, saltaron 20 hechos que explican por qué cada vez más gente ama el fútbol y cada gente se aleja más de la política. Se trata de dos campos de juego: uno para el esparcimiento y el otro para vivir juntos y en paz.
¿Por qué nos gusta tanto el fútbol? ¿Qué nos enseña?
1. Que es buena la competencia.
2. Que para ser competentes no puedes ser alguien improvisado, ser atractivo
o tener buena imagen.
3. Que debes dar resultados y meter goles, a pesar de las dificultades que te
oponga el adversario.
4. Que las acciones eficaces valen más que los intentos o las buenas
intenciones.
5. Que de poco sirven las jugadas individuales brillantes si no sabes armar el
juego en equipo.
6. Que los árbitros conocen y hacen respetar las reglas, más allá de los
reclamos de los jugadores.
7. Que si irrespetas al árbitro te dan amonestaciones y -si insistes- te expulsan
del juego.
8. Que hay terceras instancias técnicas para validar las decisiones de los
árbitros.
9. Que las decisiones de esas instancias se acatan si o si, a pesar de las
protestas.
10. Que cada equipo tiene un arquero que debe parar los tiros peligrosos que
harán tus adversarios.
11. Que cada equipo tiene un director técnico que los entrena, evalúa, motiva,
reprende o los saca del juego, si hiciera falta.
12. Que el público es otro miembro del equipo, -el número 12- que los anima o
rechaza según sea la calidad del juego.
13. Que hay que saber perder y saber ganar.
14. Que puedes ser amigo de tus adversarios.
15. Que un juego perdido es la mejor lección para aprender y seguir adelante.
16. Que hay que saber retirarse cuando ya no estás dando buenos resultados.
17. Que hay que celebrar las victorias individuales y del equipo con el público,
sus hinchas.
18. Que, si ganas o pierdes, el juego continúa y te preparas para el próximo,
dando lugar a una generación de relevos de manera continua.
19. Que el juego es el juego y no se mezcla con la política, aunque muchos se han apropiado de su poder para crear identidad y entusiasmo.
20. Por todo esto y mucho más, es que el mundo se detiene cada cuatro años, donde todo es nuevo y todo sigue igual, al mismo tiempo.
Aunque terminó la magia en la que el mundo estuvo envuelto en estos meses, llega a mí el entendimiento del por qué la gente se aleja cada vez más de la política: un campo de juego donde escasean los líderes preparados- estadistas- que al llegar al poder desean perpetuarse aún sin dar resultados; líderes que poco toleran la competencia y perciben a sus adversarios como enemigos; que no saben armar equipos, eclipsan a los que se van destacando y se resisten a formar nuevas generaciones; líderes que no son preparados por sus partidos y se lanzan a improvisar sin ninguna vergüenza; líderes que irrespetan o compran al árbitro y a las terceras instancias encargadas de hacer funcionar el juego democrático y la alternancia; líderes que manipulan al pueblo para que los vote por su aspecto físico, carisma y su lugar en las encuestas; líderes que mezclan sin rubor sus intereses con la religión, la corrupción, los poderes fácticos y mafias organizadas, formando una maraña que no se sabe dónde empieza y donde termina.
Luego de esta demoledora comparación, me pregunto ¿será mucho soñar que el juego de la convivencia democrática estuviera a la altura de un simple partido de fútbol?, ¿es mucho pedir? Aunque suene ilusorio, creo que así como nos involucramos tanto en cada partido cada cuatro años, algo podría cambiar si hacemos lo mismo todos un poco más -cada día- en hacer un mejor juego en nuestra convivencia. SI NOSOTROS NO CAMBIAMOS LA POLITICA, TEN POR SEGURO QUE NADA LA CAMBIARÁ.
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El mundo está en modo fútbol, ánimo que terminó ayer. En ese mood de cierre, y disfrutando de este especial deporte, no pude dejar de reflexionar qué es lo que hace despertar esa pasión inaudita que vivimos cada cuatro años. Y de esa reflexión me brotó la necesidad de comparar esta emoción primal con la política.
Y de un tirón, saltaron 20 hechos que explican por qué cada vez más gente ama el fútbol y cada gente se aleja más de la política. Se trata de dos campos de juego: uno para el esparcimiento y el otro para vivir juntos y en paz.
¿Por qué nos gusta tanto el fútbol? ¿Qué nos enseña?
1. Que es buena la competencia.
2. Que para ser competentes no puedes ser alguien improvisado, ser atractivo
o tener buena imagen.
3. Que debes dar resultados y meter goles, a pesar de las dificultades que te
oponga el adversario.
4. Que las acciones eficaces valen más que los intentos o las buenas
intenciones.
5. Que de poco sirven las jugadas individuales brillantes si no sabes armar el
juego en equipo.
6. Que los árbitros conocen y hacen respetar las reglas, más allá de los
reclamos de los jugadores.
7. Que si irrespetas al árbitro te dan amonestaciones y -si insistes- te expulsan
del juego.
8. Que hay terceras instancias técnicas para validar las decisiones de los
árbitros.
9. Que las decisiones de esas instancias se acatan si o si, a pesar de las
protestas.
10. Que cada equipo tiene un arquero que debe parar los tiros peligrosos que
harán tus adversarios.
11. Que cada equipo tiene un director técnico que los entrena, evalúa, motiva,
reprende o los saca del juego, si hiciera falta.
12. Que el público es otro miembro del equipo, -el número 12- que los anima o
rechaza según sea la calidad del juego.
13. Que hay que saber perder y saber ganar.
14. Que puedes ser amigo de tus adversarios.
15. Que un juego perdido es la mejor lección para aprender y seguir adelante.
16. Que hay que saber retirarse cuando ya no estás dando buenos resultados.
17. Que hay que celebrar las victorias individuales y del equipo con el público,
sus hinchas.
18. Que, si ganas o pierdes, el juego continúa y te preparas para el próximo,
dando lugar a una generación de relevos de manera continua.
19. Que el juego es el juego y no se mezcla con la política, aunque muchos se han apropiado de su poder para crear identidad y entusiasmo.
20. Por todo esto y mucho más, es que el mundo se detiene cada cuatro años, donde todo es nuevo y todo sigue igual, al mismo tiempo.
Aunque terminó la magia en la que el mundo estuvo envuelto en estos meses, llega a mí el entendimiento del por qué la gente se aleja cada vez más de la política: un campo de juego donde escasean los líderes preparados- estadistas- que al llegar al poder desean perpetuarse aún sin dar resultados; líderes que poco toleran la competencia y perciben a sus adversarios como enemigos; que no saben armar equipos, eclipsan a los que se van destacando y se resisten a formar nuevas generaciones; líderes que no son preparados por sus partidos y se lanzan a improvisar sin ninguna vergüenza; líderes que irrespetan o compran al árbitro y a las terceras instancias encargadas de hacer funcionar el juego democrático y la alternancia; líderes que manipulan al pueblo para que los vote por su aspecto físico, carisma y su lugar en las encuestas; líderes que mezclan sin rubor sus intereses con la religión, la corrupción, los poderes fácticos y mafias organizadas, formando una maraña que no se sabe dónde empieza y donde termina.
Luego de esta demoledora comparación, me pregunto ¿será mucho soñar que el juego de la convivencia democrática estuviera a la altura de un simple partido de fútbol?, ¿es mucho pedir? Aunque suene ilusorio, creo que así como nos involucramos tanto en cada partido cada cuatro años, algo podría cambiar si hacemos lo mismo todos un poco más -cada día- en hacer un mejor juego en nuestra convivencia. SI NOSOTROS NO CAMBIAMOS LA POLITICA, TEN POR SEGURO QUE NADA LA CAMBIARÁ.