Luego de cinco navidades muy inestables, con hiperinflación, masiva devaluación y marcada polarización y confrontación política, pareciera que este cierre de año pinta un poco mejor. A pesar de la última arremetida del precio del dólar y la persistente asimetría social, hemos observado una mejora del poder adquisitivo del venezolano. La economía en general muestra signos de una modesta activación a expensas del sector privado.

Nos preguntamos ¿qué nos deparará el 2023?

Lo político, complejo, aunque predecible

Si bien nos encontramos en el inicio de acuerdos entre el oficialismo y la oposición en la mesa de negociación de México, todavía falta mucha tela que cortar.

El líder de la delegación oficialista, Jorge Rodríguez, ha dejado clara su posición: “es imposible negociar con un revolver en la cabeza”, refiriéndose así a las sanciones americanas, las que representan una amenaza directa contra el pueblo venezolano, no contra el gobierno.

Los primeros acuerdos suscritos el pasado 26 de noviembre, de orden social, derivaron en la creación de un fondo para atender asuntos de carácter humanitario, así como el otorgamiento de una licencia a la multinacional petrolera Chevron para reiniciar sus operaciones en Venezuela.

La oposición y el Departamento de Estado de EE UU ya exigen al oficialismo precisar fechas y tópicos de los próximos encuentros en México.

Garantías para unas elecciones presidenciales justas y transparentes en 2024, liberación de presos políticos y habilitación de candidatos, serán las próximas demandas opositoras. El levantamiento de las sanciones, el reconocimiento de Maduro como presidente y el cese de la injerencia americana en Venezuela, sin duda serán las solicitudes del chavismo.

De un «tira y encoje», «dimes y directes» y un «a ver quién cede primero» entre el gobierno y la oposición, será el panorama político que prevalezca el año entrante.

Nos invade la duda sobre qué pasará en enero con la renovación del gobierno interino de Guaidó, que esperamos desde el corazón cese de una vez por todas, debido al «pobre sainete» en que se ha convertido, y en el que ya no cree nadie.

Hacia mediados del próximo año, veremos cómo se celebran las primarias de la oposición y un candidato de la antigua guardia política se hará con el liderazgo de la plataforma unitaria. Mientras tanto, otras facciones políticas se lanzarán a las presidenciales por su cuenta, fraguando así, una fragmentada oposición destinada a perder las elecciones del 2024. 

En la medida que el diálogo de México genere acuerdos aquí y allá, nuevas licencias de la OFAC serán emitidas «pelo a pelo», laxando las sanciones y propiciando la entrada de inversiones extranjeras.

El pueblo venezolano, siempre a un lado, perderá cada vez más interés en el tema político, y pondrá su foco en las circunstancias económicas y sociales que lo afectan. Una vez más el gobierno y la oposición no escucharán los deseos de la gente de a pie, y se dedicaran a atender las agendas políticas y personales que sólo a ellos les interesan.

Lo social, una calamidad

La última edición de la Encovi nos habla de una mejora del 15% de la pobreza multidimensional, todavía un 35% de nuestra población está sumida en pobreza crítica. Además, al menos un 30% de nuestra población en edad escolar no tiene acceso a la educación, y la gran mayoría de nosotros pasamos trabajo respecto a los servicios básicos.

El fideicomiso acordado en México -administrado por la ONU- busca atender temas de salud, educación y servicio eléctrico, pero el escaso fondeo que maneja de 3 mil millones de dólares, y la lentitud propia de las multilaterales, impactará poco en los problemas sociales que padece el país.

Para resolver estructuralmente los asuntos de salud, alimentación, educación y servicios básicos, Venezuela requiere una inversión de 100 mil millones de dólares en un tiempo de 5 años.

Para el año que viene apenas esperamos algunas mejoras sociales, de forma, nada despreciables, pero que distan mucho de las necesidades reales de nuestros compatriotas en términos de alimentación, salud, educación, vivienda y servicios básicos.

En la próxima entrega, revisaremos el panorama económico más probable para el año por venir.

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