Guerras y solidaridad
Misiles lanzados desde la Franja de Gaza hacia la ciudad israelí de Ashkelon interrumpidos por el sistema de defensa antiaérea israelí Cúpula de Hierro sobre la ciudad de Ashkelon, 10 de octubre de 2023 | FOTO: EFE/EPA/ATEF SAFADI

Ante cualquier confrontación, uno tiende a tomar posición a favor de una u otra de las partes que compiten o están en conflicto. Ocurre en situaciones donde se oponen equipos, grupos, personas o países. Los juegos deportivos, la separación de una pareja, un conflicto social de cualquier tipo o una confrontación bélica son algunos ejemplos.

Muchos factores entran en juego en la decisión de a “quien le vamos”. Desde tener conocimiento de las razones del conflicto y sus posibles consecuencias hasta la ignorancia. A veces manifestamos solidaridad automática hacia uno de los contrincantes sin saber por qué. 

En la toma de posición destacan las influencias externas, en particular, de los medios de comunicación, de las redes, de los grupos sociales a los que pertenecemos, el deseo de “quedar bien” y cuestiones emocionales de cada quien. Hay que tenerlos en cuenta por lo de las matrices de opinión que se forman, por ejemplo, ante los sangrientos enfrentamientos que hoy se dan en varias partes del mundo.

Entre los factores emocionales que nos llevan a apoyar u oponerse a una de las partes en conflicto están los nexos afectivos o la vinculación que tengamos con esa parte. En ese caso, no son razones sino afectos lo que nos mueve.

Las “razones” afectivas, por lo general, están plagadas de prejuicios o juicios anticipados que sentimos hacia las partes en conflicto y que se expresan en ideas como “no me gustan los judíos, o los negros, o los ricos”. Los prejuicios suelen enlazarse con estereotipos o generalizaciones a todos los miembros de un grupo, como “los árabes son criminales”, “las mujeres son manipuladoras”, “los niños son inocentes”.  Prejuicios y estereotipos son, en sí mismo, creencias erradas.

Prejuicios, estereotipos y vínculos afectivos son elementos de juicio que sin ser racionales, actúan como un potente motor a la hora de tomar posiciones ante un conflicto.

Factores sociales

A los factores emocionales que nos mueven a tomar posición ante un conflicto, se suman las impresiones que nos formamos de cada una de las partes enfrentadas. Estas impresiones pueden ser por rumores o información, muchas veces manipulada. Por ejemplo, las reales desavenencias en una pareja. 

La información manipulada suele ser mayor cuando se trata de un conflicto político, en el cual, con frecuencia, suele haber agendas ocultas y más cuando se trata de un conflicto bélico entre grupos o países.

La propaganda de guerra es una especialidad en las comunicaciones. En los conflictos nacionales o internacionales se crean matrices de opinión con la intención de que la mayoría de la opinión pública tome posición a favor de una de las partes. En esto juegan un importante papel los medios de comunicación y las redes virtuales. 

La mayoría de la gente cree en lo que los medios o las redes digan. Más sí se muestran imágenes. Pero imágenes y textos pueden ser manipulados a favor o en contra de una de las partes del conflicto.

Junto a la matriz de opinión pública -la suma de que tu, yo, los demás decimos producto de la información veraz o manipulada- está la presión social, el decir (no necesariamente pensar) lo que los demás esperan que digamos y así tener aceptación y ser “bien visto” como persona o institución.

La disidencia siempre se penaliza. Poca gente tiene el valor de disentir de lo que los demás piensan o dicen porque hay que ser “políticamente correcto”.

Lo políticamente correcto puede ser la aceptación de la hipocresía y la falsedad como una forma correcta de actuar públicamente.

Ante los dramáticos conflictos bélicos que vive el mundo en estos momentos, la matriz de opinión (creada desde el poder y movida por nuestras emociones) pudiera inclinar la balanza hacia quien domine la geopolítica de la comunicación. Las esferas de poder imponen posiciones maniqueas según sus intereses: estás conmigo o estás con el diablo. 

Los conflictos bélicos se nos presentan, comunicacionalmente,  en términos simplistas y así nos gusta verlos por economía del pensamiento. Se trata de enfrentamientos entre malos y criminales, por un lado, y buenos y víctimas por el otro. La tendencia comunicacional es polarizar las opiniones, ocultar los matices, no dejar ver las costuras del conflicto, los intereses detrás de cada parte.

Lo que estamos viendo son terribles hechos reales, no películas de ficción. En estos momentos de emociones desbordadas podemos perder las perspectivas en la consideración de los conflictos. Tenemos que entender que se trata de guerras de exterminio y todo exterminio es antinatural. El asunto es parar las feroces guerras. Toda guerra es destructiva.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: El clima mental en Venezuela

Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.