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OPINIÓN · 24 JULIO, 2023 05:30

Humanos de la edad de hielo en Sudamérica

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Paulino Betancourt Figueroa | @p_betanco

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De todas las disputas arqueológicas de larga data, la que más se ha debatido entre los investigadores es la cuestión de cuándo llegaron los humanos al continente americano. Durante gran parte del siglo pasado, la teoría predominante sugirió que hace aproximadamente 11.500 años los cazadores de Asia caminaron hacia América a través de un puente terrestre que cruzaba el Estrecho de Bering y, en menos de un milenio, llegaron hasta América del Sur.

Sin embargo, durante las últimas tres décadas, la investigación ha dejado cada vez más claro que los cazadores fueron precedidos por culturas mucho más antiguas, entre 24.500 y 16.000 años, que colonizaron el continente americano.

Recientemente, un estudio académico revirtió las cronologías de migración conocidas al proponer que el actual centro de Brasil se colonizó hace 27.000 años, un hallazgo que refuerza la teoría según la cual nuestros antepasados habitaron el continente durante el Pleistoceno, que culminó hace 11.700 años. Este período se conoce también como la Edad de Hielo debido a sus numerosos ciclos de formación y derretimiento de glaciares.

Las conclusiones del artículo, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, se basan en un análisis de tres huesos de una especie extinta de perezoso gigante conocida como Glossotherium phoenesis. Excavados hace 28 años en el refugio rocoso de Santa Elina (Brasil), los fósiles, placas duras y escamosas llamadas osteodermos, mostraban signos de haber sido convertidos en dijes, con muescas y agujeros que solo podría haber sido creado por personas.

“Este es un estudio realmente significativo porque se suma a un creciente grupo de datos sobre la antigüedad de la ocupación humana en el Continente”, indicaron los arqueólogos. “Ahora tenemos buena evidencia, junto con otros sitios de América del Sur y del Norte, que nos invitan a repensar nuestras ideas sobre la migración de los humanos en América”.

Tres métodos de datación, aplicados a tres capas de sedimentos, osteodermos (placas óseas) y partículas de carbón en Santa Elina, indicaron que los humanos dejaron una marca por primera vez en la capa más antigua y profunda hace alrededor de 25.000 a 27.000 años. Desde entonces, las personas han ocupado la cueva en diferentes momentos: desde hace 17.000 a 13.000 años en la capa intermedia y 6.000 años en la capa superior, indicaron los investigadores.

El perezoso gigante apareció por primera vez en América del Sur hace 35 millones de años. Algunas especies eran tan fuertes como los elefantes modernos y al alzarse sobre sus patas traseras, podían medir más de tres metros de altura. El corpulento herbívoro, pariente lejano del perezoso arborícola actual, tenía una enorme mandíbula, poderosas garras en las extremidades y pudo haber servido de inspiración para el Mapinguari, una bestia mítica de la leyenda amazónica de nuestros indígenas. El perezoso gigante desapareció del continente hace unos 11.000 años por el calentamiento climático y la caza, pero abundan sus restos fósiles.

Ahora la gran pregunta es, ¿estos artefactos fueron hechos por los humanos durante su coexistencia con los perezosos? Con forma de triángulos y lágrimas, los tres peculiares huesos de perezoso encontrados en la capa más profunda de los estratos sedimentarios parecen haber sido pulidos y perforados. “Evidentemente, se perforaron orificios completos o parciales cerca de los bordes como si hubieran sido diseñados para ser ensartados en una cuerda”, escribieron los autores en el artículo.

Las marcas microscópicas sugieren que los osteodermos, e incluso sus agujeros, habían sido pulidos por manos humanas. Ni la abrasión natural ni las mordeduras de animales podrían explicar su textura y forma. Un análisis posterior reveló rasguños que iban en diferentes direcciones y labrados hechos con herramientas de piedra, realizados entre unos días y unos años después de que el perezoso muriera, pero antes de que los huesos se fosilizaran.

“Desde nuestro punto de vista, los primeros humanos que vivían en el refugio rocoso convirtieron los huesos en adornos personales, posiblemente dijes”, indicaron los autores del artículo. Esto los convertiría en las prendas más antiguas que han sido desenterradas en Suramérica y los únicos adornos en el registro arqueológico que fueron hechos con hueso de perezoso gigante. Los autores mostraron evidencia muy convincente de una modificación antropogénica de los huesos del perezoso.

Hace dos años, otro equipo de investigadores informó sobre huellas fosilizadas de niños y adolescentes caminando cerca de lo que alguna vez fue un lago, encontradas cerca de White Sands, Nuevo México, datan de hace 21.000 a 23.000 años, aunque algunos investigadores cuestionan estas fechas. Otra evidencia, publicada en Science, sugiere la presencia humana hace unos 23.000 años en México, mientras que unos hallazgos en Uruguay parecen sugerir una actividad humana hace 30.000 años.

Estos estudios pueden ayudar a arrojar luz sobre el uso de ornamentos por parte de los primeros sudamericanos, así como sobre la interacción entre los humanos de la época y la megafauna en el continente. La investigación aporta importantes datos al debate científico, la evidencia de múltiples sitios arqueológicos obliga a los científicos a reconsiderar las viejas suposiciones de que las personas llegaron solo en una gran oleada de migración. Es posible que algunos se hayan extinguido, pero es muy probable que varios grupos de humanos hayan venido a Suramérica desde hace mucho más tiempo.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Sin embargo, durante las últimas tres décadas, la investigación ha dejado cada vez más claro que los cazadores fueron precedidos por culturas mucho más antiguas, entre 24.500 y 16.000 años, que colonizaron el continente americano.

Recientemente, un estudio académico revirtió las cronologías de migración conocidas al proponer que el actual centro de Brasil se colonizó hace 27.000 años, un hallazgo que refuerza la teoría según la cual nuestros antepasados habitaron el continente durante el Pleistoceno, que culminó hace 11.700 años. Este período se conoce también como la Edad de Hielo debido a sus numerosos ciclos de formación y derretimiento de glaciares.

Las conclusiones del artículo, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, se basan en un análisis de tres huesos de una especie extinta de perezoso gigante conocida como Glossotherium phoenesis. Excavados hace 28 años en el refugio rocoso de Santa Elina (Brasil), los fósiles, placas duras y escamosas llamadas osteodermos, mostraban signos de haber sido convertidos en dijes, con muescas y agujeros que solo podría haber sido creado por personas.

“Este es un estudio realmente significativo porque se suma a un creciente grupo de datos sobre la antigüedad de la ocupación humana en el Continente”, indicaron los arqueólogos. “Ahora tenemos buena evidencia, junto con otros sitios de América del Sur y del Norte, que nos invitan a repensar nuestras ideas sobre la migración de los humanos en América”.

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El perezoso gigante apareció por primera vez en América del Sur hace 35 millones de años. Algunas especies eran tan fuertes como los elefantes modernos y al alzarse sobre sus patas traseras, podían medir más de tres metros de altura. El corpulento herbívoro, pariente lejano del perezoso arborícola actual, tenía una enorme mandíbula, poderosas garras en las extremidades y pudo haber servido de inspiración para el Mapinguari, una bestia mítica de la leyenda amazónica de nuestros indígenas. El perezoso gigante desapareció del continente hace unos 11.000 años por el calentamiento climático y la caza, pero abundan sus restos fósiles.

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“Desde nuestro punto de vista, los primeros humanos que vivían en el refugio rocoso convirtieron los huesos en adornos personales, posiblemente dijes”, indicaron los autores del artículo. Esto los convertiría en las prendas más antiguas que han sido desenterradas en Suramérica y los únicos adornos en el registro arqueológico que fueron hechos con hueso de perezoso gigante. Los autores mostraron evidencia muy convincente de una modificación antropogénica de los huesos del perezoso.

Hace dos años, otro equipo de investigadores informó sobre huellas fosilizadas de niños y adolescentes caminando cerca de lo que alguna vez fue un lago, encontradas cerca de White Sands, Nuevo México, datan de hace 21.000 a 23.000 años, aunque algunos investigadores cuestionan estas fechas. Otra evidencia, publicada en Science, sugiere la presencia humana hace unos 23.000 años en México, mientras que unos hallazgos en Uruguay parecen sugerir una actividad humana hace 30.000 años.

Estos estudios pueden ayudar a arrojar luz sobre el uso de ornamentos por parte de los primeros sudamericanos, así como sobre la interacción entre los humanos de la época y la megafauna en el continente. La investigación aporta importantes datos al debate científico, la evidencia de múltiples sitios arqueológicos obliga a los científicos a reconsiderar las viejas suposiciones de que las personas llegaron solo en una gran oleada de migración. Es posible que algunos se hayan extinguido, pero es muy probable que varios grupos de humanos hayan venido a Suramérica desde hace mucho más tiempo.

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