A lo largo de la historia, las mujeres han estado en la primera línea de la lucha por la libertad, pero pocas veces se ha subrayado con la claridad que merece, el papel fundamental que ellas desempeñan en esta batalla. Desde las sufragistas que lucharon por el derecho al voto hasta las activistas contemporáneas que abogan por la igualdad salarial y contra la violencia de género, las mujeres han sido pioneras en la defensa de los derechos humanos y la justicia social.
Pero la búsqueda de libertad no solo es una cuestión de derechos humanos, sino también una piedra angular para fortalecer la democracia y evitar el ascenso de regímenes autoritarios. Esta lucha no se limita a la capacidad de votar u ocupar cargos públicos, sino que abarca una visión más amplia del poder.
Hoy en día, la lucha por la libertad por parte de las mujeres se manifiesta en las dimensiones política, social y económica, reflejando una demanda profunda de igualdad y el derecho a decidir sobre nuestras propias vidas y cuerpos.
Y es que poder decidir es una forma esencial de libertad. Enfrentar la desigualdad económica, la violencia de género y la falta de acceso a la educación son cuestiones centrales que afectan la capacidad de las mujeres para ejercer este poder. A medida que las mujeres luchan por la igualdad en estos ámbitos, también están contribuyendo a la construcción de sociedades más justas y equitativas.
Para las mujeres, el poder significa libertad
En un estudio reciente, publicado en julio 2024 en la Harvard Businness Review, se encuestó a310 trabajadores de empresas de Estados Unidos sobre su comprensión del poder. Cuando se les pidió a los participantes que definieran el poder, los hombres y las mujeres coincidieron en gran medida en que el poder tiene que ver con la influencia y el control.
Pero cuando se les pidió que describieran un momento en el que se sintieron poderosas, las mujeres mencionaron algo que los hombres no mencionaron: la libertad. Las mujeres encuestadas no solo mencionaron explícitamente la libertad como un indicador importante del poder en sus respuestas, sino que también fueron significativamente más propensas que los hombres a sugerir que la libertad está asociada al poder.
Una forma de pensar en esta diferencia es a través de investigaciones previas que hablan de las tres dimensiones del poder : poder sobre, poder con y poder para. La mayoría de las personas definen el poder como poder sobre, pero la mayoría de las mujeres en esta encuesta vieron la libertad en el trabajo vinculada a la tercera dimensión: poder para. Se trata del poder de generar cambios y de aportar al espacio público. Derecho que en muchas sociedades aun nos está negado.
María Corina Machado y el movimiento feminista en Venezuela
Como líder política, Machado está encabezando un proceso libertario en un país que enfrenta serios desafíos en términos de derechos humanos y democracia. Su papel es significativo no solo por sus posiciones políticas, sino también por la forma en que está influyendo en la percepción de la participación femenina en la política venezolana.
El liderazgo de Machado tiene implicaciones importantes para el movimiento feminista. En un entorno donde las mujeres a menudo enfrentan barreras para participar en la política y la toma de decisiones, el ascenso de figuras como ella, demuestra que el liderazgo femenino es crucial para impulsar el cambio.
Su presencia y su trabajo subrayan la necesidad de dar visibilidad a las mujeres en todos los niveles de poder y reconocer su capacidad para liderar movimientos por la libertad y la justicia. En este sentido, la figura de María Corina Machado en Venezuela no solo representa un desafío al autoritarismo, sino también un símbolo de la capacidad de las mujeres para liderar y transformar.
Esta no es una confrontación de derechas contra izquierdas, sino de democracia contra opresión y ahí las mujeres tenemos mucha autoridad para intervenir por nuestra propia historia de exclusión de la vida pública.
La Igualdad como pilar de la democracia
La igualdad entre mujeres y hombres no es solo una cuestión de justicia social; es un principio fundamental para la estabilidad y fortaleza de la democracia. La historia ha demostrado que la desigualdad y la discriminación pueden fortalecer regímenes autoritarios, donde se socavan las libertades y los derechos humanos. La inclusión y valoración de las mujeres en todos los aspectos de la vida pública y privada fortalece la democracia al asegurar que toda la ciudadanía tenga una voz en la configuración de sus sociedades.
Por ello debemos alentar la participación activa de las mujeres en la política, la economía y la sociedad civil, ya que no solo enriquece el debate democrático, sino que también asegura que las políticas y decisiones reflejen las necesidades y perspectivas de toda la población. Un entorno donde se valora a las mujeres es un entorno donde la democracia puede prosperar.
A medida que avanzamos hacia un mundo más igualitario, es fundamental seguir apoyando y promoviendo la participación activa de las mujeres en todos los ámbitos de la vida, garantizando que su voz y sus contribuciones sean escuchadas y valoradas.
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De la misma autora: Feministas al poder