El cerebro humano, esa obra maestra de complejidad y eficacia, se ha ido perfeccionando durante milenios de evolución para adaptarse y desarrollarse en un entorno siempre cambiante. A pesar de incontables estudios, aún nos maravilla el enigma de su capacidad para realizar tales proezas.
Recientemente, un estudio publicado en la revista Cell arrojó luz sobre este misterio, revelando la forma en que las neuronas, responsables de almacenar nuestros recuerdos, generar pensamientos y regular las emociones desde la más tierna edad, sincronizan sus funciones. Esta coordinación neuronal es análoga a la dinámica de un empleado en una corporación, donde la armonía entre el talento individual y la colaboración del grupo es clave para alcanzar el éxito. La gran pregunta sigue siendo: ¿cómo se logra esta sinergia perfecta?
El secreto del cerebro es sorprendentemente simple: dedica menos de la mitad (y al menos un 40%) del esfuerzo de cada célula a tareas individuales. Entonces, ¿a dónde va el resto del esfuerzo? Al trabajo en equipo. Y aquí está el truco: los investigadores determinaron que la misma estructura organizativa se encuentra en los cerebros de cinco especies, desde moscas de la fruta y nematodos hasta peces cebra, ratones y monos.
Estas especies proceden de distintas ramas del árbol de la vida, separadas por más de mil millones de años de evolución, lo que sugiere que tal vez se haya generado un principio fundamental para el procesamiento optimizado de la información. Este principio ofrece lecciones importantes para cualquier sistema complejo.
Perfecta sincronía
Este hallazgo arroja nueva luz sobre un antiguo enigma en la neurociencia: ¿funcionan las neuronas como virtuosos en una orquesta, cada una interpretando una nota perfecta, o más bien como un equipo de fútbol, donde cada jugador tiene un rol específico y la victoria depende del esfuerzo colectivo? Responder esta pregunta ha sido un desafío debido a las limitaciones de las herramientas de neuroimagen. Hasta hace poco, era como tratar de entender cómo funciona la ciudad de Caracas solo hablando con unos pocos habitantes.
Los avances recientes en la obtención de imágenes de calcio han revolucionado nuestra capacidad para monitorear la actividad neuronal. Ahora es factible registrar simultáneamente las señales de decenas de miles de células, gracias al uso de sensores fluorescentes que responden a los niveles de calcio intracelular. Este método proporciona una ventana única hacia la actividad cerebral en tiempo real, revelando que se organiza en una jerarquía fractal. En esta estructura, las células colaboran estrechamente, formando redes complejas y sincronizadas que reflejan la organización a múltiples niveles del cerebro.
Ya sea conduciendo un 4×4 por la Sierra Imataca o reaccionando ante una amenaza inesperada, el cerebro procesa y actúa sobre la información nueva con rapidez. Las neuronas ajustan su coordinación constantemente, manteniendo al cerebro lo suficientemente estable para el pensamiento profundo y, a la vez, flexible para enfrentar nuevos retos.
Los resultados indican que la sincronización fractal en la actividad neuronal se ha mantenido a lo largo de un vasto lapso evolutivo, desde vertebrados cuyo ancestro común más reciente de hace 450 millones de años, hasta invertebrados que datan de hace mil millones de años.
Esto implica que los cerebros se han desarrollado para balancear eficiencia y resiliencia, favoreciendo un procesamiento de información optimizado y una adaptabilidad frente a nuevas exigencias conductuales. Esta estructura ofrece una respuesta al debate: el cerebro, de hecho, realiza ambas funciones. Logra un equilibrio entre la individualidad y el trabajo en equipo de forma optimizada.
Trabajo en equipo
La organización multiescala observada facilita la operación de diversas estrategias. Por ejemplo, se ha revelado que la locomoción del pez cebra es el resultado de la acción coordinada de numerosas neuronas. Este diseño robusto asegura una natación fluida y continua, adaptándose eficazmente a entornos en constante cambio.
Por el contrario, la visión del ratón está afinada a nivel celular, lo que le confiere la precisión necesaria para discernir los detalles más sutiles de su entorno. En este contexto, si ciertas neuronas omiten información crucial, la percepción completa puede alterarse, similar a cómo una ilusión óptica confunde al cerebro.
Para verificar si la estructura del cerebro ofrece ventajas únicas, los autores del artículo también llevaron a cabo simulaciones computacionales. Estas revelaron que la jerarquía fractal del cerebro optimiza el flujo de información. Esto permite que el cerebro realice una función crucial: adaptarse al cambio. Asegura que el cerebro opere de manera eficiente, ejecutando tareas con el mínimo de recursos, mientras mantiene la resiliencia, preservando su funcionalidad incluso cuando algunas neuronas fallan.
En un mundo donde la interconexión es clave, la organización escalonada de elementos permite una distribución eficaz de recursos, fortaleciendo la estructura ante posibles fallos. Esta filosofía es evidente en las corporaciones empresariales, donde la proactividad del equipo frente a desafíos imprevistos es crucial, actuando con autonomía y respaldados por el dinamismo organizacional.
Este enfoque no solo es aplicable a las empresas, sino que es un modelo universal para fomentar la resiliencia y optimizar la eficiencia en cualquier sistema complejo. Como bien señaló Michael Jordan, una leyenda del baloncesto, “El talento gana juegos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos”.
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