De política mucho se ha escrito, mucho se ha dicho, y hay momentos en que poco se percibe la diferencia entre la oralidad y la escritura. Especialmente, cuando se tiene a la política como razón de análisis. Todo ello tiende a fijar en el individuo las implicaciones que irradian concepciones del mundo. Por ejemplo, el concepto de política en su ejercicio ordinario. Quizás por eso, el actor ítalo-francés, Ives Montand dijo que “aunque no te ocupes de la política, ella se ocupará de ti”
El dramaturgo y poeta inglés, William Shakespeare, logró advertir cuando se refirió que “la política está por encima de la conciencia”.
En consecuencia, resulta casi imposible dudar de la política en su condición de pivote de la vida. Sin embargo, ahí radica la confusión que su comprensión induce. Por eso, hay personas que despotrican de su significación toda vez que se sienten manipulados por sus efectos. O porque equivocan su manejo al considerarla como única razón de poder.
Todo ello ha provocado su desnaturalización. Así surge la antipolítica, no sólo respecto de su ejercicio e implicaciones, sino en medio de la cual se contextualiza su comprensión. Esas ambigüedades, han conducido a confundir conceptos que relacionan la política con distintos haberes fundamentales para la vida del ser humano.
Por ejemplo, confusiones entre Estado y República; Gobernabilidad y gobernanza; Poderes públicos entre política de Estado y política de gobierno. Confusiones, estas entre otras, que animan conflictos de gobierno; así como también, problemas de autonomía, de descentralización de poderes y dificultades de desarrollo.
Más allá de esas circunstancias hay un problema que ha venido creciendo entre política y politiquería. La forma de disipar los enredos que habitualmente se han arraigado en el lenguaje popular radica en precisar los contextos de comparación en cuanto a los siguientes ámbitos: 1) De referencia; 2) Del momento situacional; 3) De la ideología como sustrato operacional; 4) De la cultura de base social; 5) De la cultura de base socioeconómica.
Luego de superar estos escollos descriptivos, es posible intentar un concepto de política. Este supone una relación en la que la praxis desempeña un papel fundamental ya que sólo a través de la acción, el individuo deja ver su identidad, su relato particular. Es decir, sus intereses o necesidades que lo mueven en sus propias realidades. Más, al apostar a la libertad que existe en un ámbito de democracia, ciudadanía y pluralidad.
El concepto está dirigido a reivindicar el espacio público. Su comprensión exalta el sentido de dignidad de la política, sobre todo, al entenderse como una actividad que constituye un fin en sí misma toda vez que tiene como contenido la acción conjunta entre ciudadanos lo que destaca la necesidad de “estar juntos”, de “compartir” y de “convivir”.
A decir de la alemana Hannah Arendt -teórica política nacionalizada estadounidense- para consumarse la política debe integrarse libertad, acción e igualdad al mismo tiempo.
En síntesis, la política representa toda actividad asociada a la toma de decisiones o relaciones de poder que se establecen entre individuos. Ante esta explicación, que involucra lo que compromete al hombre en la búsqueda de las verdades que fundamentan la vida, adquiere razón admitir que es la política el concepto que desafía la vida.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: El país perdió el rumbo de la política
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El dramaturgo y poeta inglés, William Shakespeare, logró advertir cuando se refirió que “la política está por encima de la conciencia”.
En consecuencia, resulta casi imposible dudar de la política en su condición de pivote de la vida. Sin embargo, ahí radica la confusión que su comprensión induce. Por eso, hay personas que despotrican de su significación toda vez que se sienten manipulados por sus efectos. O porque equivocan su manejo al considerarla como única razón de poder.
Todo ello ha provocado su desnaturalización. Así surge la antipolítica, no sólo respecto de su ejercicio e implicaciones, sino en medio de la cual se contextualiza su comprensión. Esas ambigüedades, han conducido a confundir conceptos que relacionan la política con distintos haberes fundamentales para la vida del ser humano.
Por ejemplo, confusiones entre Estado y República; Gobernabilidad y gobernanza; Poderes públicos entre política de Estado y política de gobierno. Confusiones, estas entre otras, que animan conflictos de gobierno; así como también, problemas de autonomía, de descentralización de poderes y dificultades de desarrollo.
Más allá de esas circunstancias hay un problema que ha venido creciendo entre política y politiquería. La forma de disipar los enredos que habitualmente se han arraigado en el lenguaje popular radica en precisar los contextos de comparación en cuanto a los siguientes ámbitos: 1) De referencia; 2) Del momento situacional; 3) De la ideología como sustrato operacional; 4) De la cultura de base social; 5) De la cultura de base socioeconómica.
Luego de superar estos escollos descriptivos, es posible intentar un concepto de política. Este supone una relación en la que la praxis desempeña un papel fundamental ya que sólo a través de la acción, el individuo deja ver su identidad, su relato particular. Es decir, sus intereses o necesidades que lo mueven en sus propias realidades. Más, al apostar a la libertad que existe en un ámbito de democracia, ciudadanía y pluralidad.
El concepto está dirigido a reivindicar el espacio público. Su comprensión exalta el sentido de dignidad de la política, sobre todo, al entenderse como una actividad que constituye un fin en sí misma toda vez que tiene como contenido la acción conjunta entre ciudadanos lo que destaca la necesidad de “estar juntos”, de “compartir” y de “convivir”.
A decir de la alemana Hannah Arendt -teórica política nacionalizada estadounidense- para consumarse la política debe integrarse libertad, acción e igualdad al mismo tiempo.
En síntesis, la política representa toda actividad asociada a la toma de decisiones o relaciones de poder que se establecen entre individuos. Ante esta explicación, que involucra lo que compromete al hombre en la búsqueda de las verdades que fundamentan la vida, adquiere razón admitir que es la política el concepto que desafía la vida.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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