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Desde que se creó la Fuerza Armada Venezolana como una institución, a comienzos del siglo XX, su carácter pretoriano ha sido un sello del que no se ha podido deslastrar. Aunque la democracia liberal- representativa la mantuvo a raya, la llegada del chavismo impulsó aún más este distintivo hasta el punto que ahora «Venezuela es una sociedad pretoriana«.

El historiador Luis Alberto Buttó, profesor de la Universidad Simón Bolívar, explica cómo el debilitamiento de los partidos políticos en los últimos 30 años volvió a darle protagonismo a los militares en la vida pública del país, una línea estratégica de la llamada «unión cívico-militar» que impulsó Hugo Chávez y que con su muerte se fortaleció con Nicolás Maduro en el poder.

Cuando se cumplen 10 años de la muerte de Chávez es común ver cómo los gobiernos, desde el nacional hasta los regionales, cuando tratan de resolver los asuntos públicos hablan de equipos a los que denominan “estado mayor” (del agua, de la gasolina, entre otros). Aunque desde 2013 ha disminuido los gobernadores militares, con 4 desde 2021, aumentó su presencia en la decisión de tomas de gobierno, el control de las manifestaciones y la seguridad pública. A ello se suman los 13 ministros de la Fuerza Armada en el gabinete de Maduro.

“El lenguaje expresa una realidad, la manera cómo tu entiendes que debe funcionar la sociedad y la manera cómo tu entiendes que debes operar dentro de la sociedad. Cuando ese lenguaje se utiliza es porque esa misma manera de operar en el lenguaje es lo que se está activando”, dijo en entrevista con Efecto Cocuyo.

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No hay más militarismo, es la misma línea de Chávez

Para Buttó no es que haya más militarismo por la presencia de altos jerarcas de la Fuerza Armada Nacional en ministerios, gobernaciones o en instituciones del Estado bajo el gobierno de Nicolás Maduro, sino una continuidad que instaló Hugo Chávez al asumir el poder por la vía electoral en febrero de 1999.

El pretorianismo viene de la palabra Guardia Pretoriana del Imperio Romano y se traduce en la presencia de los militares en la vida política, donde tienen mayor peso que los actores que están llamados a cumplir este papel, los partidos políticos.

Buttó destaca que la institucionalidad política en el país es baja desde las últimos 20 años, pero que germinó desde la décadas de 1980-1990 cuando se “inoculó” la antipolítica en la sociedad, se comenzó a hablar del agotamiento de los partidos y la democracia, lo que llevó a Hugo Chávez al poder, quien de intentar dar un golpe de Estado en febrero de 1992 accedió a la Presidencia de Venezuela el 2 de febrero de 1999, tras ganar las elecciones en diciembre de 1998.

“Cuando se conforma una sociedad pretoriana las bases democráticas que puedan existir en esa sociedad se van a resquebrajar y la democracia va a pasar a ser más que una realidad, un desiderátum, algo que no se termina de alcanzar. Eso es lo que ha venido ocurriendo en la sociedad venezolana en las últimas dos décadas, desde que la autodenominada revolución bolivariana está en control del Estado y del gobierno”, resume.

Pretorianismo e incentivos para los leales

La abogada y presidenta de la ONG Control Ciudadano, Rocío San Miguel, destaca que al comparar la gestión de Hugo Chávez y Nicolás Maduro la presencia militar se fortaleció, lo que se ve con las actuaciones de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) y el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), encargados de la represión y la violación masiva de derechos humanos.

En estos últimos 10 años, el gobierno ha dado mayores incentivos dentro de un grupo de la Fuerza Armada, a los que otorga cargos como embajadas, empresas para la administración de la minería, alimentos, entre otros. Son claves y se entregan a quienes son “leales” y garantizan el mantenimiento del poder del chavismo, pero a quienes se atreven a disentir se les persigue, encarcela y llegan a excesos como la tortura y muerte como la del capitán Rafael Acosta Arévalo.

“El relacionamiento de Maduro no se ha inscrito en el marco de ningún proyecto de defensa del legado de Chávez, la concepción del pilar de la FAN era la de ser la defensa de la revolución. ¿Y qué le quedaba a Maduro para seguir utilizando el proyecto político sin recursos económicos? Le quedaba escoger las élites que le brindaran la lealtad necesaria en el estamento militar”, afirma San Miguel.

Fuerza Armada sin orgullos

Buttó insiste en que al vivir en una sociedad pretoriana, en el país debilitó la democracia, se le dio protagonismo a empresarios, la Iglesia y los militares, pero dejó a un lado a los partidos políticos que aún no saben cómo reorganizarse para dejar de ser franquicias personales y vuelvan a convertirse en agentes de movilización, cambio y participación de la ciudadanía en la actividad política.

“El proceso de la autodenominada revolución bolivariana ha significado un retroceso para la sociedad venezolana. Tan claro como eso es que además ha cerrado las posibilidades que la sociedad venezolana avance hacia mayores niveles de desarrollo relativo”, agrega.

San Miguel añade que en el campo militar, la Fuerza Armada se debilitó no sólo en pie de fuerza y operatividad o falta de transparencia, sino que además se desprestigió y hay ahora militares bajo investigación internacional por violaciones a los derechos humanos, sancionados por los principales gobiernos de Occidente.

A quiénes investigan

Entre ellos, según la Misión de Determinación de Hechos, se encuentran Iván Hernández Dala, quien está al frente de la Guardia Presidencial y la Dgcim; Carlos Ramón Enrique Carvallo Guevara, subdirector de este organismo o el teniente coronel Asdrúbal José Brito Hernández, quien es el jefe de la Deipc (Dirección Especial de Investigaciones Penales y Criminalísticas) de este organismo.

La Unión Europea al ratificar las sanciones contra altos cargos del chavismo, en noviembre pasado, mantuvo a 18 militares en la lista. De esa lista destacan Antonio Benavides Torres, Diosdado Cabello, Gustavo González López, Néstor Reverol, Sergio Rivero, Jesús Suárez Chourio, Néstor Blanco Hurtado y Rafael Blanco Marrero.

Otros son Alexis Escalona, Rafael Franco Quintero, Alexander Gramko Arteaga, Hannover Guerrero, Jorge Márquez, José Ornelas Ferreira, Remigio Ceballos, Manuel Pérez Urdaneta y Jesús Emilio Vásquez. A todos se las acusa de «graves violaciones de los derechos humanos y represión», por su actuación durante las protestas antigubernamentales en el país.

De ellos, Reverol, Márquez y Ceballos son ministros del Ejecutivo de Nicolás Maduro, además de Cabello, Benavides Torres y Suárez Chourio como diputados de la Asamblea Nacional de 2020.

Qué desafíos enfrenta la FAN

San Miguel señala que los desafíos de la FAN, a 10 años de la muerte de Chávez, son los de responder a estas acusaciones como las que reposan en la Corte Penal Internacional, las que documentó la Misión de Determinación de Hechos sobre Venezuela y que no haya cómo resolver la incapacidad técnica ni la construcción de “fuentes de orgullo” propias del estamento castrense.

“Ha habido liderazgos militares positivos a lo largo de la historia que pueden conducir los cambios en la institución a buen puerto, pero pareciera que el alto mando de la revolución (bolivariana) cierra los caminos para la transición y cambios democráticos. Esa podría ser la opción más certera del chavismo, en cada intento se avanza a la radicalización que termina de proteger a muy pocos dentro de la estructura del Estado”.