La asimetría de poder sigue siendo una de las principales razones que explican el “estancamiento” de la negociación entre el chavismo y la oposición en México. Sin un contrapeso fuerte, el gobierno de Nicolás Maduro impone el ritmo y la agenda, coinciden los politólogos Piero Trepiccione y Pablo Andrés Quintero.
“El gobierno de Maduro no tiene un contrapeso organizado, coherente y estructurado que pueda tomar decisiones y hacer planteamientos claros en esa mesa de negociación, por eso maximiza sus demandas y juega a ser el gallo del corral”, señala Trepiccione.
“La oposición no cuenta con la suficiente fuerza política ni nacional ni internacional para sentarse con mayores exigencias dentro de la mesa”, destaca Quintero.
El politólogo y consultor agrega la falta de autonomía de algunos actores de oposición que se dejan influir por el gobierno estadounidense para definir sus estrategias.
El contexto geopolítico -marcado por una pandemia (COVID-19), una amenaza de recesión económica mundial (que advierte el Fondo Monetario Internacional) y una guerra que compromete a Rusia y Ucrania- es otro de los factores que favorece al oficialismo, destaca Quintero.
“La oposición está debilitada no solo porque perdió credibilidad sino porque hay otras variables de carácter económico, como la petrolera, que acercan más al gobierno de Maduro con otros países. El interés de estos países va a estar enfocado en construir acuerdos comerciales, dejando a un lado los acuerdos políticos y electorales”, argumenta.
La tarea para la oposición sigue siendo de articulación y reconexión con la población, explica Trepiccione: “En la medida en que se trabaje en la repolitización de la sociedad venezolana y comience nuevamente el país a articular sus demandas se va a lograr una presión mayor para que vuelvan a México y avancen en resultados concretos”.
Las primarias, opina, pueden convertirse en un elemento aglutinador de las fuerzas de oposición.
El politólogo considera que no hay que minimizar las necesidades que obligan a ambas partes a permanecer sentadas en la mesa. Por una parte, Nicolás Maduro necesita resolver las sanciones y facilitar las vías para obtener financiamiento internacional “porque los ingresos son insuficientes para cubrir las necesidades del Estado venezolano”.
Las continuas protestas de los trabajadores públicos y los pensionados y jubilados son una expresión de esas demandas que el Estado no puede cubrir.
“En la oposición también existe una enorme necesidad de volver a la negociación para levantar el tema de las inhabilitaciones y mejorar el ambiente de competitividad electoral que permita destrancar el juego político en Venezuela”, añade.
La oposición tiene que recuperar su capacidad estratégica, organizativa y la credibilidad que perdió para poder construir condiciones y escenarios favorables, apunta Quintero.
El politólogo considera que la inestabilidad económica del país puede servir para que los actores políticos, que participan en la mesa de negociación, busquen coincidencias en favor de la población.
Otro paso que debe darse para que la negociación avance es la construcción de confianza, reconocimiento y respeto: “El resentimiento no te permite avanzar en absolutamente nada porque vas siempre a utilizarlo como parte de la retórica para evadir las realidades y acusar al adversario”.
Para Quintero, el escenario más probable es que la negociación continúe estancada. “Es previsible que no exista un cambio trascendental este año. La mesa no va a desaparecer, pero es una herramienta que usa el gobierno para mantenerse en el poder, le va a servir al chavismo para sortear crisis políticas que se le presenten a futuro”, opina.
Trepiccione ve un escenario propicio para que se abran canales de negociación, distintos al de México. “De hecho ya se están dando con Francia, con la Unión Europea, con el propio Estados Unidos, hay conversaciones bilaterales en varias bandas. Colombia y Brasil también están teniendo un peso importante en ciertas conversaciones”, expresa.
No obstante, destaca que “la gran negociación” sigue siendo la de México y tiene que retomarse porque “es una necesidad para todas las partes”.
A pesar de que el chavismo ha “radicalizado” su discurso al condicionar la negociación al levantamiento de sanciones y desestimar el reconocimiento internacional de las elecciones presidenciales, los politólogos descartan que se levante de la mesa.
“Eso es pirotécnica, él tiene que unificar a sus fuerzas, mantener cable a tierra con sus factores de apoyo político y es una manera de encauzar su estrategia política. Es pirotécnica porque el trasfondo de todo es que Maduro necesita de la negociación para reabrir los canales financieros internacional”, afirma Trepiccione.
“El oficialismo vive del caos y la contradicción, funciona en circunstancias de guerra mediática, propaganda, amenazas. Forma parte de un decálogo con el que Maduro busca desmovilizar a la población frente al escenario electoral”, agrega Quintero.
Ambos analistas coinciden en que la implementación del acuerdo social, que firmaron las partes en la mesa de negociación el pasado 26 de noviembre de 2022, debe concretarse cuanto antes.
“El acuerdo social no debe instrumentalizarse en un escenario electoral, tiene que entenderse como una oportunidad para mejorar la vida de los ciudadanos, debe ser una causa sagrada”, concluye Quintero.
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La asimetría de poder sigue siendo una de las principales razones que explican el “estancamiento” de la negociación entre el chavismo y la oposición en México. Sin un contrapeso fuerte, el gobierno de Nicolás Maduro impone el ritmo y la agenda, coinciden los politólogos Piero Trepiccione y Pablo Andrés Quintero.
“El gobierno de Maduro no tiene un contrapeso organizado, coherente y estructurado que pueda tomar decisiones y hacer planteamientos claros en esa mesa de negociación, por eso maximiza sus demandas y juega a ser el gallo del corral”, señala Trepiccione.
“La oposición no cuenta con la suficiente fuerza política ni nacional ni internacional para sentarse con mayores exigencias dentro de la mesa”, destaca Quintero.
El politólogo y consultor agrega la falta de autonomía de algunos actores de oposición que se dejan influir por el gobierno estadounidense para definir sus estrategias.
El contexto geopolítico -marcado por una pandemia (COVID-19), una amenaza de recesión económica mundial (que advierte el Fondo Monetario Internacional) y una guerra que compromete a Rusia y Ucrania- es otro de los factores que favorece al oficialismo, destaca Quintero.
“La oposición está debilitada no solo porque perdió credibilidad sino porque hay otras variables de carácter económico, como la petrolera, que acercan más al gobierno de Maduro con otros países. El interés de estos países va a estar enfocado en construir acuerdos comerciales, dejando a un lado los acuerdos políticos y electorales”, argumenta.
La tarea para la oposición sigue siendo de articulación y reconexión con la población, explica Trepiccione: “En la medida en que se trabaje en la repolitización de la sociedad venezolana y comience nuevamente el país a articular sus demandas se va a lograr una presión mayor para que vuelvan a México y avancen en resultados concretos”.
Las primarias, opina, pueden convertirse en un elemento aglutinador de las fuerzas de oposición.
El politólogo considera que no hay que minimizar las necesidades que obligan a ambas partes a permanecer sentadas en la mesa. Por una parte, Nicolás Maduro necesita resolver las sanciones y facilitar las vías para obtener financiamiento internacional “porque los ingresos son insuficientes para cubrir las necesidades del Estado venezolano”.
Las continuas protestas de los trabajadores públicos y los pensionados y jubilados son una expresión de esas demandas que el Estado no puede cubrir.
“En la oposición también existe una enorme necesidad de volver a la negociación para levantar el tema de las inhabilitaciones y mejorar el ambiente de competitividad electoral que permita destrancar el juego político en Venezuela”, añade.
La oposición tiene que recuperar su capacidad estratégica, organizativa y la credibilidad que perdió para poder construir condiciones y escenarios favorables, apunta Quintero.
El politólogo considera que la inestabilidad económica del país puede servir para que los actores políticos, que participan en la mesa de negociación, busquen coincidencias en favor de la población.
Otro paso que debe darse para que la negociación avance es la construcción de confianza, reconocimiento y respeto: “El resentimiento no te permite avanzar en absolutamente nada porque vas siempre a utilizarlo como parte de la retórica para evadir las realidades y acusar al adversario”.
Para Quintero, el escenario más probable es que la negociación continúe estancada. “Es previsible que no exista un cambio trascendental este año. La mesa no va a desaparecer, pero es una herramienta que usa el gobierno para mantenerse en el poder, le va a servir al chavismo para sortear crisis políticas que se le presenten a futuro”, opina.
Trepiccione ve un escenario propicio para que se abran canales de negociación, distintos al de México. “De hecho ya se están dando con Francia, con la Unión Europea, con el propio Estados Unidos, hay conversaciones bilaterales en varias bandas. Colombia y Brasil también están teniendo un peso importante en ciertas conversaciones”, expresa.
No obstante, destaca que “la gran negociación” sigue siendo la de México y tiene que retomarse porque “es una necesidad para todas las partes”.
A pesar de que el chavismo ha “radicalizado” su discurso al condicionar la negociación al levantamiento de sanciones y desestimar el reconocimiento internacional de las elecciones presidenciales, los politólogos descartan que se levante de la mesa.
“Eso es pirotécnica, él tiene que unificar a sus fuerzas, mantener cable a tierra con sus factores de apoyo político y es una manera de encauzar su estrategia política. Es pirotécnica porque el trasfondo de todo es que Maduro necesita de la negociación para reabrir los canales financieros internacional”, afirma Trepiccione.
“El oficialismo vive del caos y la contradicción, funciona en circunstancias de guerra mediática, propaganda, amenazas. Forma parte de un decálogo con el que Maduro busca desmovilizar a la población frente al escenario electoral”, agrega Quintero.
Ambos analistas coinciden en que la implementación del acuerdo social, que firmaron las partes en la mesa de negociación el pasado 26 de noviembre de 2022, debe concretarse cuanto antes.
“El acuerdo social no debe instrumentalizarse en un escenario electoral, tiene que entenderse como una oportunidad para mejorar la vida de los ciudadanos, debe ser una causa sagrada”, concluye Quintero.