El más reciente discurso del candidato a la reelección y actual mandatario venezolano, Nicolás Maduro, sobre una posible derrota electoral el 28 de julio, encendieron las alarmas.
Este miércoles 17 de julio, el gobernante, que llegó al poder tras una estrecha victoria en abril de 2013 luego de la muerte de Hugo Chávez, lanzó esta advertencia: «Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo», afirmó desde Caracas.
Hablaba a sus seguidores a quienes pidió un triunfo contundente. Seguro de que ganará los comicios para un tercer mandato, el líder chavista ha ido subiendo la temperatura desde que comenzó oficialmente la campaña electoral el pasado 4 de julio.
Sus descalificativos hacia los opositores de la Plataforma Unitaria Democrática son variopintos: «extrema derecha», «los apellidos» y hasta llamar «viejo decrépito» y «vieja decrépita» a Edmundo González Urrutia, el candidato de la alianza opositora de 74 años; así como contra María Corina Machado, quien, pese a ganar las primarias internas opositoras el 22 de octubre de 2023, no podrá ir a las elecciones por una inhabilitación política en su contra, que tanto ella como sus simpatizantes consideran inconstitucional.
“Mientras más contundente sea la victoria, más garantías de paz vamos a tener. Mientras más contundente sean los votos, más garantías de futuro le vamos a garantizar a estas niñas, a estos niños”, insistió este 17 de julio.
Ataques a periodistas y agencias
Maduro también ha cuestionado a los medios de comunicación, en especial a las agencias internacionales de noticias con corresponsales en Caracas.
«Todos los días sacan una mentira, dos mentiras. Agencia Reuters, ¡basura! Agencia EFE, ¡basura! Agencia AP, ¡basura!, agencia AFP, ¡basura!», les dijo el pasado 10 de julio, seis días después del arranque de la campaña.
A periodistas que se mofaron del accidente que sufrió su vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, en Cumanacoa, los señaló de delitos de odio. Y contra dos de ellos, Orlando Avendaño y Emmanuel Rincón, pidió se abriera una investigación desde la Fiscalía.
«Qué vergüenza Mari Montes (periodista deportiva), tarde o temprano ese odio se te va a devolver a ti, dónde estás tú, en qué ayudas al pueblo de Venezuela, no te da vergüenza», dijo Maduro sobre Montes el 3 de julio.
En una alocución en la que ofrecía un balance de los daños que dejó la inundación en Cumanacoa, tras el desbordamiento del río Manzanares, calificó a Avendaño de «fascista» y «nazi» y amenazó a Rincón de que «vas a tener malas noticias, te acordarás de mí fascista».
El bastón de mando y «el viejo decrépito»
El 5 de julio, en el Día de la Independencia de Venezuela y durante el desfile militar que tradicionalmente se hace en esa fecha por ser también día de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Maduro se presentó con el bastón de mando presidencial.
Un símbolo del poder como jefe de Estado y comandante en jefe de todos los componentes militares en Venezuela.
«Juro ante ustedes militares de mi patria que este bastón de mando de comandante en jefe seguirá en buenas manos en los años por venir, jamás este bastón de mando caerá en manos de ningún oligarca o títere, lo juro, jamás, jamás tendrá ese acto de deshonra”, afirmó en su discurso antes del cierre del desfile.
El 6 de julio en otro acto de campaña, que transmite con claro ventajismo el canal del Estado Venezolana de Televisión, insultó por su edad al candidato opositor.
“Hay un viejo decrépito que quiere tomar el poder en Venezuela… Viejo decrépito del capitalismo salvaje. Es el viejo decrépito que ha acabado con pueblos, que provocó el 27 de febrero en Venezuela», dijo en alusión a la fecha del Caracazo en febrero de 1989.
Y en ese mismo acto, en el estado Lara, también hizo referencia a María Corina Machado sin nombrarla.
«También por allí anda una vieja decrépita, la vieja ideología del fascismo, la vieja decrépita de la ideología del odio y del fascismo», como constantemente llama a sus adversarios políticos, a los que califica de «extrema derecha».