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A los 84 años de edad, la sonera de Venezuela le dice adiós al escenario de la vida, mientras el caribe le agradece “Tanto y tanto” que hizo por la música. 

En 1950, Canelita Medina conquistó los ritmos de un país que disfrutaba de la salsa, pero, sobre todo, de una buena voz como la suya; tan potente y particular que se convertiría en un ícono nacional. 

Para la época la industria musical estaba dominada por los hombres, pero su talento era tanto que no podía ignorarse. 

Nacida en La Guaira, Venezuela, en 1939, desde joven demostró interés por el canto, su admiración por Celia Cruz y su gusto por el guaguancó y el son montuno. 

Es poca la información sobre sus primeros años, pero muchas las listas de sus éxitos y siempre recordadas canciones. 

Besos brujos, Rosa roja y Canto a la guaira, son algunos de los temas que destacan en su larga carrera. En solitario o en agrupaciones, su voz le dio la vuelta al continente americano. 

Su verdadero nombre era Rogelia Medina Romero, hasta que con 18 años se convierte en una cantante profesional en la agrupación Sonora Caracas, donde se le bautiza como Canelita.

“Pensaron que por el color de mi piel me iba bien el nombre de Canelita y desde ese momento ese ha sido mi nombre de batalla”, explicó Canelita al periodista Cándido Pérez, según el portal web de Latina Stereo. 

También pasó por Los Megatones de Lucho, Los Caribes, Estrellas Latinas, y participó en la experiencia musical del Sonero Clásico del Caribe. 

Luego, mantuvo su propia agrupación con la que hizo innumerables presentaciones, pero también aceptaba invitaciones de otras orquestas o eventos especiales. 

Llegó a compartir escenario junto a Yordano Di Marzo, Celia Cruz, Tito Rodríguez y Oscar D’ León; y a cantar en Colombia, Curazao, Cuba, Perú, Nueva York y múltiples ciudades de Venezuela.

Durante su carrera estrenó más de 25 producciones, siendo la última “Canelita Medina en vivo, 50 años de vida artística”  en el año 2009, producida por su hija Trina Medina. 

Una vida artística de más de 65 años de carrera que la catapultan como “la máxima exponente del son”.