El violento asalto por parte de un grupo de adolescentes a un parquero en Sabana Grande, Caracas, ha puesto sobre el tapete el tema de los niños de la calle. Las autoridades han presentado imágenes de los detenidos, supuestos miembros de la llamada banda “Los Cachorros”.
La Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA) es clara al establecer que: “El adolescente que incurra en la comisión de hechos punibles, responde por el hecho en la medida de su culpabilidad” (art. 528). El video del asalto no deja duda de que estamos ante un hecho violento y que los participantes (mayores de 14 años) deben ser imputados, según el procedimiento establecido, ante el sistema penal de responsabilidad del adolescente (Art. 528).
A la respuesta policial y al procesamiento judicial está faltando la respuesta de las autoridades que nada dicen sobre las causas por las que estos jóvenes están sumidos en el abandono y no están con sus familias.
Nada se dice sobre el número de niños, niñas y adolescentes que a nivel nacional se encuentran en situación de calle. Gustavo Ariel Forselledo del Instituto Interamericano del Niño (IIN), organismo especializado de la Organización de Estados Americanos (OEA), aclara el término: “Los niños y niñas en situación de calle son aquellos menores de 18 años que tienen vínculos familiares débiles o inexistentes, que hacen de la calle su hábitat principal y desarrollan en ella estrategias de supervivencia, hecho que los expone a distintos tipos de riesgos”.
El fallecido presidente Hugo Chávez comprendió que esos niños expresaban el dolor y las contradicciones del país. Por eso, apenas fue electo prometió erradicar este problema social.
Un niño de la calle tiene sus derechos violentados (a una familia, educación, salud, alimentación, recreación, protección…) y está sometido a los atropellos y abusos de a quien le toca tener “la calle como casa”, si es que se puede llamar así.
La realidad es que no se cuenta con los programas de protección que la propia LOPNNA contempla para fortalecer a las familias para que cumplan con sus roles de protección, cuido y manutención y de las entidades de atención en los casos que así lo requieren.
Tenemos una problemática social creciente y una capacidad institucional decreciente, siendo el resultado una población en riesgo compuesta por parias que generan temor y rechazo.
La respuesta policial pareciera ser la única, pues no se aprecia la presencia de equipos multidisciplinarios, educadores de calle abordando a esta población, ni de organismos nacionales, gobernaciones o alcaldías.
Pretender atribuirle la responsabilidad de lo que ocurre exclusivamente a las familias es desconocer las enormes dificultades que sufre la población para tener comida suficiente, es ignorar la falta de recursos que impide a muchos mandar a los niños a las escuelas.
Los relatos de niños en situación de calle evidencian que son sobrevivientes de la violencia doméstica o comunitaria. Buscan en la calle lo que la familia no le puede ofrecer.
El debilitamiento del sistema escolar, las dificultades para mantener operativas las escuelas, la ausencia de docentes y servicios públicos está forzando la migración de un porcentaje de niños y adolescentes a las calles.
Si no hay una respuesta del Estado, Forselledo advierte las consecuencias: “Las niñas y niños en situación de calle corren grave peligro de caer en la prostitución, el consumo de drogas y varias formas de conducta criminal. Esas actividades constituyen a veces los únicos medios de supervivencia de los que disponen”.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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A la respuesta policial y al procesamiento judicial está faltando la respuesta de las autoridades que nada dicen sobre las causas por las que estos jóvenes están sumidos en el abandono y no están con sus familias.
Nada se dice sobre el número de niños, niñas y adolescentes que a nivel nacional se encuentran en situación de calle. Gustavo Ariel Forselledo del Instituto Interamericano del Niño (IIN), organismo especializado de la Organización de Estados Americanos (OEA), aclara el término: “Los niños y niñas en situación de calle son aquellos menores de 18 años que tienen vínculos familiares débiles o inexistentes, que hacen de la calle su hábitat principal y desarrollan en ella estrategias de supervivencia, hecho que los expone a distintos tipos de riesgos”.
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Tenemos una problemática social creciente y una capacidad institucional decreciente, siendo el resultado una población en riesgo compuesta por parias que generan temor y rechazo.
La respuesta policial pareciera ser la única, pues no se aprecia la presencia de equipos multidisciplinarios, educadores de calle abordando a esta población, ni de organismos nacionales, gobernaciones o alcaldías.
Pretender atribuirle la responsabilidad de lo que ocurre exclusivamente a las familias es desconocer las enormes dificultades que sufre la población para tener comida suficiente, es ignorar la falta de recursos que impide a muchos mandar a los niños a las escuelas.
Los relatos de niños en situación de calle evidencian que son sobrevivientes de la violencia doméstica o comunitaria. Buscan en la calle lo que la familia no le puede ofrecer.
El debilitamiento del sistema escolar, las dificultades para mantener operativas las escuelas, la ausencia de docentes y servicios públicos está forzando la migración de un porcentaje de niños y adolescentes a las calles.
Si no hay una respuesta del Estado, Forselledo advierte las consecuencias: “Las niñas y niños en situación de calle corren grave peligro de caer en la prostitución, el consumo de drogas y varias formas de conducta criminal. Esas actividades constituyen a veces los únicos medios de supervivencia de los que disponen”.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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