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Heridas de la infancia, crecer no implica olvidar la niñez

SOLAZ · 19 MAYO, 2023 10:28

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Verónica De Sousa A.


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Las heridas de la infancia son producto de los sentimientos, vivencias y experiencias que se vivieron en la niñez y que, de alguna manera, siguen acompañando a una persona en su vida adulta. 

La primera pelea entre amigos o el regaño de una figura de autoridad; la emoción por haber destacado en la primera presentación de baile o el recibimiento de un reconocimiento escolar. 

Sin importar el recuerdo, es probable que haya influenciado nuestra forma de ser; de forma positiva o negativa; de manera consciente o inconsciente; investigando al respecto o sin conocer este tema, las heridas de la infancia son reales. 

Rosa Pellegrino, quien trabaja como psicóloga en Cecodap, una organización venezolana que se encarga de promover y defender los derechos humanos de la niñez y la adolescencia, afirma que muchas de las cosas vividas en la infancia determinan la adultez. 

“Hay ciertas cosas que fueron significativas en la niñez que siguen vivas dentro de la memoria y se convierten en algo que, al día de hoy, influyen en la manera de comportarse y relacionarse con los demás”, explica Pellegrino. 

En Solaz, como parte de una serie de cuatro artículos en conmemoración del mes de la salud mental, te preguntamos: ¿sabías que existen las heridas de la infancia? 

¿Cuáles son las heridas de la infancia?

Popularmente se categorizan las heridas de la infancia en cinco situaciones: de rechazo, de abandono, de humillación, de traición y de injusticia, según el sitio web Terapify, y cada una de ellas supone tener como consecuencia ciertos patrones de conducta en la vida adulta. 

Sin embargo, la especialista aclara que más allá de estas categorías pueden haber muchas otras situaciones que le generen estrés, ansiedad o angustia a un niño.

“Esta es una buena manera de englobar las heridas de la infancia, pero, realmente, cuando eres niño no tienes las herramientas necesarias para afrontar muchos momentos extraordinarios o que solo se entienden al ser adulto”, afirma Pellegrino. 

Para ejemplificar Pellegrino dice: 

“Cuando uno es adulto y tiene una autoestima fortalecida puede entender que el rechazo se debe a que no hay algo malo en mí, simplemente no congeniamos; pero para los niños esa es la respuesta a que hay algo en mí que desagrada y por eso el otro no me quiere cerca. O cuando un niño se siente constantemente humillado en el colegio, eso le afecta; sin importar cuantas veces sus padres le digan que es maravilloso”.

Esas ideas son las que impactan directamente en la percepción de valía de ese niño y, si no se corrige a tiempo, puede ser un sentimiento que lo acompañe por años. 

Por lo tanto, las heridas de la infancia son todos los momentos que, como “marcas”, destacan en los recuerdos de una persona y que pueden provenir de mamá, papá, familiares, representantes o cuidadores más cercanos.

El adulto que fue niño

Frases como “cuidar a tu niño interior” o “no perder la conexión con el niño que algún día fuiste”, pueden parecer cliché, pero en realidad están relacionadas con este tema. 

Definir el concepto de “niño interior” puede parecer ambiguo, pues no es tangible y mucho menos físico, sino que más bien se trata de un cúmulo de cosas vividas en el pasado. 

Básicamente, las emociones, los sentimientos y pensamientos que algunas vez se vivieron en los primeros años y que siguen siendo significativos. 

“Crecer no implica que lo que se vivió en el momento de la niñez ya no exista o no acompañe por el resto de la vida”, exclama Pellegrino al aclarar lo importante que es reconocer al niño del pasado y poder, en caso de ser necesario, sanar al adulto del presente. 

La psicóloga, egresada de la Universidad Central de Venezuela, explica que si una persona está totalmente desconectada de lo que vivió en su infancia, de las cosas que pensaba o de lo que sintió, no puede reconocer lo qué vivió y sanar lo que pudo haberle herido. 

“Cuando un adulto tiene la suficiente consciencia o recursos emocionales para darse cuenta de que su conducta hoy en día se debe a lo que vivió en el pasado, eso pasa por un tratamiento a nivel psicológico que es exhaustivo”, afirma Pellegrino. 

Además, destaca que la persona tiene que hacer consciente lo inconsciente para poder generar cambios significativos en su vida y forma de ser. 

SOLAZ · 19 MAYO, 2023

Heridas de la infancia, crecer no implica olvidar la niñez

Texto por Verónica De Sousa A.

Las heridas de la infancia son producto de los sentimientos, vivencias y experiencias que se vivieron en la niñez y que, de alguna manera, siguen acompañando a una persona en su vida adulta. 

La primera pelea entre amigos o el regaño de una figura de autoridad; la emoción por haber destacado en la primera presentación de baile o el recibimiento de un reconocimiento escolar. 

Sin importar el recuerdo, es probable que haya influenciado nuestra forma de ser; de forma positiva o negativa; de manera consciente o inconsciente; investigando al respecto o sin conocer este tema, las heridas de la infancia son reales. 

Rosa Pellegrino, quien trabaja como psicóloga en Cecodap, una organización venezolana que se encarga de promover y defender los derechos humanos de la niñez y la adolescencia, afirma que muchas de las cosas vividas en la infancia determinan la adultez. 

“Hay ciertas cosas que fueron significativas en la niñez que siguen vivas dentro de la memoria y se convierten en algo que, al día de hoy, influyen en la manera de comportarse y relacionarse con los demás”, explica Pellegrino. 

En Solaz, como parte de una serie de cuatro artículos en conmemoración del mes de la salud mental, te preguntamos: ¿sabías que existen las heridas de la infancia? 

¿Cuáles son las heridas de la infancia?

Popularmente se categorizan las heridas de la infancia en cinco situaciones: de rechazo, de abandono, de humillación, de traición y de injusticia, según el sitio web Terapify, y cada una de ellas supone tener como consecuencia ciertos patrones de conducta en la vida adulta. 

Sin embargo, la especialista aclara que más allá de estas categorías pueden haber muchas otras situaciones que le generen estrés, ansiedad o angustia a un niño.

“Esta es una buena manera de englobar las heridas de la infancia, pero, realmente, cuando eres niño no tienes las herramientas necesarias para afrontar muchos momentos extraordinarios o que solo se entienden al ser adulto”, afirma Pellegrino. 

Para ejemplificar Pellegrino dice: 

“Cuando uno es adulto y tiene una autoestima fortalecida puede entender que el rechazo se debe a que no hay algo malo en mí, simplemente no congeniamos; pero para los niños esa es la respuesta a que hay algo en mí que desagrada y por eso el otro no me quiere cerca. O cuando un niño se siente constantemente humillado en el colegio, eso le afecta; sin importar cuantas veces sus padres le digan que es maravilloso”.

Esas ideas son las que impactan directamente en la percepción de valía de ese niño y, si no se corrige a tiempo, puede ser un sentimiento que lo acompañe por años. 

Por lo tanto, las heridas de la infancia son todos los momentos que, como “marcas”, destacan en los recuerdos de una persona y que pueden provenir de mamá, papá, familiares, representantes o cuidadores más cercanos.

El adulto que fue niño

Frases como “cuidar a tu niño interior” o “no perder la conexión con el niño que algún día fuiste”, pueden parecer cliché, pero en realidad están relacionadas con este tema. 

Definir el concepto de “niño interior” puede parecer ambiguo, pues no es tangible y mucho menos físico, sino que más bien se trata de un cúmulo de cosas vividas en el pasado. 

Básicamente, las emociones, los sentimientos y pensamientos que algunas vez se vivieron en los primeros años y que siguen siendo significativos. 

“Crecer no implica que lo que se vivió en el momento de la niñez ya no exista o no acompañe por el resto de la vida”, exclama Pellegrino al aclarar lo importante que es reconocer al niño del pasado y poder, en caso de ser necesario, sanar al adulto del presente. 

La psicóloga, egresada de la Universidad Central de Venezuela, explica que si una persona está totalmente desconectada de lo que vivió en su infancia, de las cosas que pensaba o de lo que sintió, no puede reconocer lo qué vivió y sanar lo que pudo haberle herido. 

“Cuando un adulto tiene la suficiente consciencia o recursos emocionales para darse cuenta de que su conducta hoy en día se debe a lo que vivió en el pasado, eso pasa por un tratamiento a nivel psicológico que es exhaustivo”, afirma Pellegrino. 

Además, destaca que la persona tiene que hacer consciente lo inconsciente para poder generar cambios significativos en su vida y forma de ser. 

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