Cada 18 de noviembre los feligreses zulianos celebran el día de su patrona, la Virgen de Chiquinquirá o “la Chinita”, como cariñosamente la llaman.
Ese día se lleva a cabo un juego de béisbol, el Clásico de la Chinita, donde las Águilas del Zulia (equipo local) se enfrentan a otro equipo desde el estadio Luis Aparicio “El Grande” en honor a la virgen morena.
Y también ocurre algo peculiar: llueve en Maracaibo.
Aunque, de acuerdo con los reportes del clima, el mes de noviembre corresponde al cierre de temporada de lluvias en todo el país, los feligreses le adjudican la lluvia del 18 de noviembre a la Chinita.
La historia cuenta que una mujer estaba lavando en el Lago de Maracaibo cuando el oleaje trajo una tablita de madera que le pareció útil a la lavandera para tapar una tinaja de agua.
Esa es una de las razones, según los marabinos, que explica por qué llueve ese 18 de noviembre y Maracaibo se mantiene entre nubes grises y oscuras.
“Claro, porque ella viene del lago, es agua. Entonces esa agua lo que hace es recordar la historia de la Chinita”, dice a Efecto Cocuyo la señora Elba Abreu, de 68 años, habitante del barrio Panamericano, en la capital zuliana.
Con esa idea coincide Ramón Álvarez, de 49 años, quien trabaja como vendedor en el mercado de la Curva de Molina, al oeste de Maracaibo.
“Esa es una muestra de que la virgen está presente con nosotros en su día y en cada feria, que no olvidemos que ella no nos olvida”, cuenta Álvarez.
“Cada gota que cae son bendiciones de nuestra China. Para que nos unamos más y valoremos todo lo bueno a pesar de lo negativo. Después viene el sol y el frío de diciembre”, expresa Chiquinquirá Montiel, a quien su madre nombró así en honor a la Chinita.
Los marabinos ya están “acostumbrados” a recibir esta lluvia en específico y algunos se atreven a asegurar que se trata de bendiciones de la Virgen de Chiquinquirá para los próximos meses y venidero año nuevo.
Es un “palo de agua” que cae sobre Maracaibo para luego dar lugar a un cielo despejado y soleado junto a un frío decembrino con el que cierra el año.
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Ese día se lleva a cabo un juego de béisbol, el Clásico de la Chinita, donde las Águilas del Zulia (equipo local) se enfrentan a otro equipo desde el estadio Luis Aparicio “El Grande” en honor a la virgen morena.
Y también ocurre algo peculiar: llueve en Maracaibo.
Aunque, de acuerdo con los reportes del clima, el mes de noviembre corresponde al cierre de temporada de lluvias en todo el país, los feligreses le adjudican la lluvia del 18 de noviembre a la Chinita.
La historia cuenta que una mujer estaba lavando en el Lago de Maracaibo cuando el oleaje trajo una tablita de madera que le pareció útil a la lavandera para tapar una tinaja de agua.
Esa es una de las razones, según los marabinos, que explica por qué llueve ese 18 de noviembre y Maracaibo se mantiene entre nubes grises y oscuras.
“Claro, porque ella viene del lago, es agua. Entonces esa agua lo que hace es recordar la historia de la Chinita”, dice a Efecto Cocuyo la señora Elba Abreu, de 68 años, habitante del barrio Panamericano, en la capital zuliana.
Con esa idea coincide Ramón Álvarez, de 49 años, quien trabaja como vendedor en el mercado de la Curva de Molina, al oeste de Maracaibo.
“Esa es una muestra de que la virgen está presente con nosotros en su día y en cada feria, que no olvidemos que ella no nos olvida”, cuenta Álvarez.
“Cada gota que cae son bendiciones de nuestra China. Para que nos unamos más y valoremos todo lo bueno a pesar de lo negativo. Después viene el sol y el frío de diciembre”, expresa Chiquinquirá Montiel, a quien su madre nombró así en honor a la Chinita.
Los marabinos ya están “acostumbrados” a recibir esta lluvia en específico y algunos se atreven a asegurar que se trata de bendiciones de la Virgen de Chiquinquirá para los próximos meses y venidero año nuevo.
Es un “palo de agua” que cae sobre Maracaibo para luego dar lugar a un cielo despejado y soleado junto a un frío decembrino con el que cierra el año.