Puede que en una noche atiendan hasta cinco emergencias, sin importar que su sueldo no les alcance para comprar un kilo de queso. Califican su profesión de pasión y de enigmática, porque diariamente no saben con qué se van a encontrar

Una familia, así se definen los paramédicos, mejor conocidos como “ángeles de la autopista”. La noche de un viernes de guardia cualquiera demuestran la fuerza de ese vínculo, pues todos consumen la misma cena: pasta con atún y sardinas; unos se sirven en platos y quien la preparó come de la olla; otros en un bol verde. Acompañan la comida con Coca-Cola. Aseguran que la bebida carbonatada les da energía, aunque están acostumbrados a trabajar 24 horas seguidas sin pegar un ojo ni tomar una gota del popular refresco.

Los llamados Ángeles de la autopista califican su profesión de pasión y de enigmática, porque diariamente no saben con qué se van a encontrar | Ronald Peña

Son las 9:00 pm del viernes 30 de agosto y los 10 funcionarios de guardia ya llevan 12 horas de faena. Su turno se acaba a las 9 am del día siguiente y tendrán descanso hasta el lunes a la misma hora. Wilbani León es el que está más acostumbrado a la rutina; tiene 32 años y es quien preside el equipo. Desde hace cinco años y diez meses asumió el reto de ser el director de la brigada. Antes de ejercer el cargo era paramédico en Protección Civil en la alcaldía de Baruta; también salvó vidas en la empresa privada Venemergencias. Wilbani resume lo que hace como “un estilo de vida”.


Ser paramédico es una pasión. Es diferente a todo. Hay profesiones en las que sabes lo que harás en el día, pero aquí no. Aquí llegas a una guardia y de lo único que tienes certeza es de ponerte tu uniforme

Wilbani León, director de la brigada

El principal rostro de la brigada relata que cada noche es distinta, cada guardia es diferente, pero la adrenalina siempre está presente. “Ser paramédico es una pasión. Es diferente a todo. Hay profesiones en las que sabes lo que harás en el día, pero aquí no. Aquí llegas a una guardia y de lo único que tienes certeza es de ponerte tu uniforme: pantalón azul, camisa gris y encima el chaleco rojo con insumos de emergencia. Lo demàs es un enigma. No sabes con qué te vas a encontrar. No tienes idea de qué llamada vas a recibir”.


El equipo de Paramédicos Vías Rápidas lo integran 100 personas. Se dividieron la Gran Caracas en dos: un equipo cubre el Oeste
y el otro el Este


 El equipo de Paramédicos Vías Rápidas lo integran 100 personas. Se dividieron la Gran Caracas en dos: un equipo cubre el Oeste y atiende lo que suceda en la autopista Valle Coche; en la autopista Francisco Fajardo, desde Plaza Venezuela hasta Caricuao, y la autopista Regional del Centro, desde el peaje de Tazón hasta el Kilómetro 33. A los ángeles del lado Este les toca vigilar la autopista Francisco Fajardo desde Plaza Venezuela hasta la entrada de Petare; la autopista Petare – Guarenas; la avenida Boyacá, mejor conocida como la Cota Mil, y la autopista de Prados del Este.

Salvar vidas a pesar de la crisis

La crisis venezolana no ha pasado de largo para los paramédicos. Subsisten mensualmente con un salario de 40.000 bolívares y, dependiendo de si son técnicos medios o profesionales, les dan un bono de profesionalización. En la plantilla de Vìas Ràpidas hay médicos, enfermeros, TSU en atención prehospitalaria y emergencias médicas; también hay quienes aprendieron el oficio con los años; pero ni con sus tìtulos ni la cantidad de horas que permanecen despiertos pueden hacer un mercado completo o pagarle la educaciòn a sus hijos. Una de las integrantes màs jóvenes del equipo, que pidió omitir su identidad, cuenta que tiene tres trabajos adicionales, porque si no no logra comprar un kilo de queso ni un cartón de huevos para su casa. En las otras empresas tambièn tiene guardias nocturnas. A la semana solo duerme completo durante una jornada.


La crisis venezolana no ha pasado de largo para los paramédicos. Subsisten mensualmente con un salario de 40.000 bolívares y, dependiendo de si son técnicos medios o profesionales, les dan un bono de profesionalización


La falla del equipamiento es otro signo de la crisis. Para atender las emergencias que se generan en Caracas los paramédicos solo tienen disponibles cuatro motos, de 33 asignadas; de seis ambulancias que tienen, resisten con dos operativas y solo cuentan con una unidad de rescate en funcionamiento, aunque el equipo totaliza tres. Las motos dañadas se encuentran en el puesto del Oeste, ubicado en la autopista Valle-Coche. Los otros vehículos están en Protección Civil El Hatillo, en espera de que el gobierno o alguna institución aporte el dinero para que sean reparados.

De insumos tampoco están bien. Los paramédicos de guardia subsisten con  donaciones, pero aseguran que las gasas, guantes y vendas siempre escasean.

Una noche, cinco emergencias 

Una muestra de cómo es el trajín diario de los paramédicos lo reflejan las emergencias que enfrentaron el pasado 30 de agosto.

Después de cenar, los 10 paramédicos de guardia esperan atentos por si algo sucede. Están en la sede del distribuidor Altamira desde 2013, en lo que iba a ser un banco. En 2017 recibieron una ayuda y lograron ampliar la estructura. Actualmente tienen dos cuartos a medio terminar: una especie de sala de espera y comedor, y la otra que sirve para dormir, con colchonetas y literas. En ese recinto de paredes de obra limpia pasan sus horas. Hay cables de electricidad colgando por doquier y la seguridad la aportan dos puertas, de esas que años atrás regalaba la Misiòn Vivienda Venezuela. 


Están en la sede del distribuidor Altamira desde 2013, en lo que iba a ser un banco. En 2017 recibieron una ayuda y lograron ampliar la estructura. Actualmente tienen dos cuartos a medio terminar


A las 9:59 pm sonó el radio de Wilbani Leòn. Funcionarios de la Dirección de Tránsito de la Policìa Nacional Bolivariana canalizaron la emergencia a través del número 911. Se trataba de una colisión en la avenida Bolívar, municipio Libertador. Esta es una forma de enterarse de lo que sucede, pues a veces los propios usuarios de la autopista se estacionan frente a la sede y los ponen en alerta. También hay quienes llaman a través del 0800-mttvial o notifican los hechos por redes sociales.

En la avenida Bolívar no resultó nadie herido. Un vehículo marca Toyota, modelo Yaris, color  azul cielo se estrelló contra un Fiat rojo. Los paramédicos evalúan a los ocupantes, todos están bien, excepto la que conduce el Yaris, una mujer de 38 años que sufre de la columna. A ella, la doctora Yesenca Maita le pone un collarín y le recomienda que vaya a un hospital a realizarse una placa. Maita tiene cinco meses en la brigada; antes trabajaba en la Dirección Nacional de Protección Civil. Se enfocó en atender emergencias, pues estudió para ello: tiene una especialidad en emergencias y desastres.  

Los paramédicos concluyen el servicio. Unos se suben a las motos, otros a la camioneta doble cabina y parten con la unidad de rescate detrás. A las 11:23 pm, a la altura de Plaza Venezuela les avisaron que un motorizado en estado de ebriedad, identificado como Edgar, en compañía de su pareja, fue arrollado por un vehículo en la avenida San Martín, a la altura del barrio El Guarataro. 

Cuando llegaron los paramédicos, Edgar la víctima asegura que no está herido, pero a los segundos hace un gesto con su dedo índice y grita: “Tengo un coñazo aquí”. El hombre, de 49 años, bota sangre por la cabeza; la caída contra el pavimento le generó una herida que amerita sutura. Los funcionarios lo revisan, le brindan los primeros auxilios y lo montan en una camilla. Edgar no llevaba puesto el casco, porque se lo dio a su pareja cuando se dirigían a su casa, luego de ingerir licor con unos familiares. Después de ser atendidos  por los paramédicos fueron llevados al Hospital Miguel Pérez Carreño. 

Después de este caso ocurre otro incidente, pero en la autopista Valle Coche. Otro motorizado sin casco se trasladaba a toda velocidad y cayó al pavimento. Apenas llegó el equipo de emergencia, a las 12:20 am, fue atendido y se le diagnosticó fractura abierta de cúbito y radio. Su motocicleta, marca Suzuki, color azul, quedó en buen estado y fue trasladada a la sede de la PNB de El Valle, pues el equipo de rescatistas llevaron al joven, residente de El Cementerio, al Hospital Dr. Domingo Luciani.

Después de este accidente deben atender a otro arrollado: aproximadamente a las 2:00 am un carro tumbó a un joven de su moto en la autopista Prados del Este, municipio Baruta. Cuando llegaron los paramédicos, la víctima botaba sangre por la nariz y miraba al infinito. “Está perdido, ha perdido el conocimiento”, comentaron en un susurro.

La doctora Maita decide romperle la camisa azul marino con una tijera; otro miembro del equipo le toma la tensión. Otro paramédico le cuenta las pulsaciones con el estetoscopio. El parte médico previo es traumatismo cerrado de tórax y por ello no puede respirar. Deciden ponerle un collarín y lo montan a una camilla. De ahí lo subieron a la ambulancia y lo trasladaron al Hospital Dr. Domingo Luciani. 

La noche cierra con un muerto. Cuando eran casi las 3:00 am del sábado 31 de agosto, un hombre de 52 años estrelló su camioneta marca Terios, color gris plomo, contra un poste, en Capuchinos, municipio Libertador. Cuando los paramédicos llegaron al sitio, ya había perdido sus signos vitales. El impacto le ocasionó traumatismo maxilofacial y de tórax. Después de sacarlo del vehículo, funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) asumen la misión de llevarlo a la medicatura forense de Bello Monte.

Una hora después los paramédicos regresan a su nicho en Altamira. Después de esta larga y acontecida noche esperan que finalice la guardia, a las 9 am, con la esperanza de que la ciudad y sus ciudadanos estén resguardados de todo peligro. Algunos de los ángeles de la autopista deben bañarse y aprestarse para cumplir con sus otros trabajos, esos medios terrenales para completar la subsistencia de su próximo mes de vida. 

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