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viernes, 19 enero, 2024

Una nota de película

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Por Marlene Nava

En manos de Jon Aitor Romano, la magia del cine refresca la ciudad con el anuncio de la decimoséptima versión del Festival del Cortometraje Manuel Trujillo Durán, cantera de la creación cinematográfica local y nacional durante los últimos 40 años y más. Pero en esta ocasión refrenda el compromiso institucional adquirido desde el 2015, cuando amplió sus horizontes y concibió una premiación internacional que lo desborda.

Su historia se enraíza con el sueño de un grupo de intelectuales, quienes desde la Universidad del Zulia (LUZ) parieron el Cine Club Universitario. Así, una noche de 1962, expectantes cinéfilos cruzaron los umbrales del cine Urdaneta en el centro de Maracaibo para presenciar la proyección de El Acorazado Potemkim. Y empieza de este modo la siembra de una huella que pica y se extiende. El Cine Club Universitario de Maracaibo era el primero creado en el país, aun anterior a la creación de la Cinemateca Nacional de Venezuela (1966).

Los orígenes de este evento se remontan al proyecto elaborado por los profesores de la Universidad del Zulia Gabriel Arriechi, Fernando Perdomo y Ricardo Ball, quienes, con el apoyo incondicional de Sergio Antillano, Rosa María Salom y Rafael Araujo, organizaron la primera edición, que se realizó del 28 al 31 de enero de 1981 en diversos espacios culturales de Maracaibo. Como el Teatro Baralt, el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez y los auditorios de las facultades de Ingeniería y Humanidades de LUZ.

Una rica trayectoria precede este acontecimiento. Desde las aulas de la universidad, Sergio Antillano proclamaba la trascendencia del cine como el nuevo lenguaje, anclado en un discurso diferente del de la literatura y cargado de magia al transmutar la ficción en realidades posibles desde historias preconcebidas y el uso de infinidad de recursos narrativos que iban asomándose.

Esos planteamientos dieron pie a tertulias y discusiones entre gente del mundo académico, como Sergio Facci y Gabriel Arriechi, y del mundo intelectual, como Alberto y Josefina Urdaneta y Miyó Vestrini. Ellos concibieron un centro cultural cinematográfico para visualizar y discutir aspectos relacionados con el cine alternativo o acerca del arte y de la experimentación artística.

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Así concebido, el Cine Club programó actividades que se volvieron hábito. En principio, entre los habitantes de las comunidades de las 18 parroquias maracaiberas. Pero pronto fueron invadiendo espacios de todo el estado Zulia. Una de las más populares de estas actividades fue un programa conocido como el Cine Cubo, que puso a la gente de los barrios a codearse con ese proceso de transmutación de la ficción en realidades factibles.

Otra de las actividades más emblemáticas fueron las exhibiciones itinerantes en espacios no convencionales, tanto en las áreas universitarias como fuera de ellas.

Pero es el Festival Manuel Trujillo Durán el que marca el punto de partida para la discusión de la Ley Nacional de Cinematografía, que permitía la participación de cineastas nacionales y latinoamericanos sumidos en las corrientes del nuevo cine continental. Al mismo tiempo, este festival de formato bienal ha servido de plataforma para la proyección de incontables artistas audiovisuales. No solo referida a jóvenes realizadores, como Ricardo Ball, Augusto Pradelli, Mariana Rondón, María Alejandra Maldonado, Carmen La Roche, Andrés Espinoza, Blanca Núñez, Yanilú Ortega y Patricia Ortega, sino también para aquellos más consagrados

El actual director de Cultura de LUZ, Jon Aitor Romano Elórtegui, ha seguido la huella de sus creadores y continúa convencido de que, siendo uno de los objetivos principales del Festival el de contribuir con la formación de estudiantes y personas relacionadas con los medios audiovisuales, han de realizarse dentro del marco del programa, talleres, seminarios y conferencias relacionados con aspectos vinculados al quehacer cinematográfico.

Totalmente apoyado por la Universidad del Zulia, el festival es el de mayor trayectoria de su género en Venezuela. Su nombre honra al pionero del cine en el país, ya que solo 13 meses después de las proyecciones realizadas por los hermanos Lumière en París, en diciembre de 1895, hizo posible la exhibición, el 28 de enero de 1897, en el Teatro Baralt de Maracaibo, de dos películas suyas, hecho reconocido como las primeras proyecciones cinematográficas en el país.

En una rueda de prensa de ayer, Romano Elórtegui hizo públicos los premios que se otorgarán nacional e internacionalmente. Asimismo, dio a conocer las bases de la competencia, que se desarrollará en Maracaibo, estado Zulia, Venezuela, del 30 de abril al 4 de mayo de 2024.

El festival es un evento competitivo dirigido a la promoción y valorización de cortometrajes de ficción, documental, animación o híbridos, producidos en cualquier formato o soporte, con una duración máxima de 20 minutos y que hayan sido finalizados después de enero de 2022. No se tendrán en cuenta las obras nominadas en ediciones anteriores del festival.

El director de Cultura de LUZ coincide con Antillano en que el cine es el arte del siglo XX, pero avizora, con visión muy actual, que las formas digitales abren perspectivas y posibilidades imprevisibles para la mágica creación audiovisual.

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