Caracas.- Ogly Marchena y Elena Rodríguez son docentes de instituciones educativas ubicadas en Caracas. Al ser consultadas sobre el aumento salarial impuesto por el Ministerio de Educación en semanas recientes, ambas se mostraron decepcionadas y tristes. Indicaron que frente a la hiperinflación actual del país, este aumento termina siendo nada. Vendiendo en la calle tortas, refrescos y productos de la bolsa Clap logran estas ciudadanas venezolanas ganar un poco más de dinero para darle comida a sus hijos.
Elena Rodríguez explicó que da clases en un liceo ubicado en la parroquia Altagracia. Confesó que no se atreve a dar el nombre de la institución por temor a represalias. Señaló que asistía cada 15 días a buscar tareas y asignaciones. La deserción de estudiantes del cuarto año le preocupa; de 66 estudiantes de 2 secciones solo asistieron 11 alumnos a entregar trabajos. «¿Dónde están los otros 55 estudiantes? ¿Dónde están sus padres?».
«En donde trabajo no hay medidas de bioseguridad, no tenemos agua. A pesar de que vivo a nueve cuadras, no cuento con dinero efectivo para tomar un transporte público para los días de mucha lluvia. No voy a volver a dar clases presenciales hasta que nos mejoren de verdad las condiciones laborales y nos ofrezcan medidas de protección frente a este virus», comentó la profesora consultada.
Desde hace más de un año, la profesora Elena comenzó a ubicarse en una esquina cerca de una estación del Metro, en el centro de Caracas, para vender artículos varios del hogar y chucherías. Los primeros meses, comentó, le apenaba, pero pensaba en su hijo y mejoraba su actitud. «Hay días en que no logro hacer ni el equivalente a un dólar. Otros en que la lluvia intensa me obliga a dejar de vender; nunca pensé pasar por esto, tanto estudiar y tener que pasar por esta situación».
Sin miedo
La decepción que tiene Ogly Marchena por las políticas fallidas del Estado también con el sector educativo no la puede esconder; tanto, que la llevó a ser revendedora en las calles de la capital. La tristeza de su cara y de su mirada refleja por lo que está pasando actualmente. Con dos hijos que mantener, sale a las calles a vender tortas, helados, refrescos. Comentó, sin miedo. que trabajó como maestra este año escolar en la Unidad Educativa Tulio Febres Cordero, ubicado en Catia.
«No voy a volver a dar clases presenciales y no tengo miedo por la medida que puedan tomar en mi contra. Mientras se mantenga esta tabla salarial de hambre que, supuestamente, la aumentaron en un 120 %, con una inflación que supera un 100 %, es imposible trabajar«, insiste Marchena.
Los sueldos de Ogly y Elena oscilan entre los 28 a 41 millones de bolívares, respectivamente. Estas docentes comentaron que con estas cantidades de dinero solo pueden comprar de 4 a 6 productos alimenticios. Marchena explicó a El Pitazo que solo puede comprar con su sueldo un poco de queso, huevos, una mantequilla y cuatro rollos de papel sanitario.