PERFIL | Greta Thunberg: la activista adolescente del clima, premiada con el ”Nobel Alternativo”

El “Nobel Alternativo”, conseguido por Greta Thunberg, honra a personalidades y organizaciones que trabajan en pos de un futuro mejor para todos los habitantes del planeta

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Copenhague.- La activista medioambiental sueca Greta Thunberg, una adolescente de 16 años, fue distinguida este miércoles 25 de septiembre por la fundación Right Livelihood Award con el denominado premio ”Nobel Alternativo”.

El “Nobel Alternativo”, conseguido por Greta Thunberg, honra a personalidades y organizaciones que trabajan en pos de un futuro mejor para todos los habitantes del planeta. Desde 1980 lo han recibido 170 individuos y entidades de 69 países.

Históricamente, el ”Nobel Alternativo” ha sido entregado a activistas de la defensa de los derechos humanos, la justicia social, la paz y el desarme, la promoción de las minorías, el desarrollo de la agricultura, la ciencia y la tecnología, la lucha contra el hambre, la protección de la infancia y la tutela del medioambiente.

El galardón, fallado en Estocolmo, distingue a cada uno de los ganadores con 1 millón de coronas suecas (103.000 dólares). El premio en dinero es para facilitar la continuidad de las actividades de los laureados y no para uso personal. Más allá de su valor material, el ”Nobel Alternativo” contribuye a mejorar la visibilidad de los premiados, gracias a las actividades de información y difusión que desarrolla la fundación Right Livelihood Award.


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Thunberg, de 16 años, ha “inspirado” y “amplificado” las demandas políticas “por una acción climática urgente que refleje hechos científicos”, convirtiéndose en la “voz poderosa” de toda una generación de jóvenes, manifiesta Right Livelihood Award respecto al por qué fue reconocida con dicho premio.

Greta Thunberg nació el 3 de enero de 2003 en Estocolmo, hija de la cantante de ópera Malena Ernman y el actor Svante Thunberg.

Thunberg dice que escuchó por primera vez sobre el cambio climático en 2011, cuando tenía 8 años, y no podía entender por qué se estaba haciendo tan poco al respecto. Tres años más tarde se deprimió, dejó de hablar y comer, causando la pérdida de 10 kilos de peso, para finalmente ser diagnostica con síndrome de Asperger, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), y mutismo selectivo. Si bien reconoce que su enfermedad ”la ha limitado”, no ve su autismo como una enfermedad y en cambio lo ha llamado su ”superpoder”.

A diferencia de otros niños, según un retrato que le dedica el New York Times, ella no ha podido olvidar esas imágenes de osos polares hambrientos o de océanos llenos de plástico.


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A los 12 años, Greta Thunberg tomó sus primeras decisiones militantes: se hizo vegana y convirtió a su familia a su nueva forma de vida, a tal punto que su madre, mezzosoprano sueca, interrumpió su carrera para dejar de viajar en avión –por la emisión de carbono que provocan esas naves.

En mayo de 2018, ganó un concurso de ensayos sobre el medio ambiente organizado por un periódico sueco, que publicó su artículo. Al poco tiempo, el 20 de agosto del pasado año, después de las olas de calor y los incendios forestales que tuvieron lugar en Suecia durante el verano, lanzó la primera “huelga estudiantil por el clima”.

Decidió dejar de ir a la escuela hasta las elecciones parlamentarias suecas del 9 de septiembre e hizo un llamamiento al Gobierno de ese país para que, en conformidad con el Acuerdo de París, redujera las emisiones de carbono. Todos los días, durante el horario escolar, se sentó frente al Riksdag con el cartel: “Kolstrejk för klimatet” (huelga estudiantil por el clima).

Ahora esa huelga, también conocida como “Fridays for future”, se convirtió en un movimiento internacional de adolescentes, estudiantes, artistas, activistas y científicos, que participan cada viernes en manifestaciones a favor de acciones para mejorar el ambiente climático.

El reproche a la ausencia de sonrisa de Greta es una constante. ”Greta, Premio Nobel del Miedo, es manejada”, escribe el filósofo Michel Onfra. “¿Qué alma habita aquel cuerpo sin carne?”, se pregunta el pensador, inquieto por el semblante de la adolescente, cuyo rostro de cyborg, según su opinión, ignora las emociones ”-ni sonrisa, ni risa, ni asombro, ni pena, ni alegría”.

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