VIDEO | Papa Francisco celebró la misa del Jueves Santo sin fieles

Ante las medidas tomadas ante el COVID-19, el papa Francisco no pudo efectuar el ritual del lavatorio de los pies. Durante la misa del Jueves Santo, el Jefe de la Iglesia Católica homenajeó a los curas que murieron en Italia mientras asistían a enfermos por coronavirus

50

El papa Francisco celebró este 9 de abril en el Vaticano la misa del Jueves Santo, en el que se recuerda la última cena de Jesús, uno de los momentos más importantes del año litúrgico. La máxima autoridad de la Iglesia Católica realizó la misa sin fieles debido a la pandemia por el nuevo coronavirus.

Ante las medidas tomadas por el COVID-19, el pontífice argentino no pudo efectuar el ritual del lavatorio de los pies. Durante la homilía, el Jefe de la Iglesia Católica homenajeó a los curas que murieron en Italia mientras asistían a enfermos del coronavirus, a los que calificó de «santos de al lado», junto a los doctores y enfermeros.

El papa Francisco además habló de los sacerdotes que son calumniados y que muchas veces ni siquiera pueden ir por la calle porque los insultan debido a los escándalos que han salpicado a la Iglesia, en alusión a los casos de pederastia, aunque no lo citó expresamente.

Y tuvo palabras para los misioneros en tierras lejanas, caídos en las pestes, o los curas que asisten en las cárceles o en el entorno rural y conocen los nombres de todos los feligreses y vecinos, e incluso hasta de sus perros, dijo a modo de anécdota. «Buenos sacerdotes. Hoy les llevo en mi corazón y al altar», dijo el papa, siempre con semblante serio.

Por eso se dirigió a todos ellos para defender la importancia del perdón porque, dijo, «todos somos pecadores», y les aseguró que el Señor está con ellos.

LEE TAMBIÉN

AMÉRICA SE BLINDA EN SEMANA SANTA CUANDO LA PANDEMIA DEJA 16.000 MUERTOS

El papa presidió esta liturgia de Semana Santa en el Altar de la Cátedra, situado en el ábside de la basílica, donde además se expusieron dos imágenes a las que se ha encomendado para pedir el final de esta pandemia que azota al mundo entero.

Son el antiquísimo crucifijo de la iglesia romana de San Marcello al Corso, sacado en procesión en 1522, en tiempos de la peste negra y considerado milagroso por los fieles, y el ícono bizantino de la Virgen «Salus Populi Romani», la más venerada en la capital, en la basílica de Santa María La Mayor.

Nada más acceder al templo, el pontífice procesionó apoyado a un báculo junto a un pequeño séquito desde el Altar de la Confesión hasta el ábside, como ya ocurrió el pasado Domingo de Ramos, y, una vez llegado ante el Crucifijo, echó incienso.

Los himnos fueron entonados por un reducido coro cuyos integrantes, por supuesto, tuvieron que mantener el preceptivo espacio de separación entre sí, aunque la eucaristía concluyó sin cánticos finales, sobriamente.

La asamblea también fue muy reducida, compuesta por una decena de prelados, monjas y sacerdotes, cada uno en un banco. De este modo, el Vaticano entra en un más que inusual Triduo Pascual, el periodo en el que los cristianos conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, en esta ocasión sin fieles ni grandes demostraciones por la amenaza del coronavirus, una pandemia que ha afectado especialmente a Italia, con 18.279 fallecidos y 143.626 casos de contagio, pero también al Vaticano, donde se han registrado ocho enfermos. El papa se ha sometido a las pruebas, pero ha resultado negativo.

EFE

3/5 (1)

¿Qué tan útil fue esta publicación?

DÉJANOS TU COMENTARIO