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Valera- Los estudiantes del Núcleo Universitario Rafael Rangel (Nurr) de la Universidad de los Andes (ULA), en el estado Trujillo, fijaron posición ante la decisión de este viernes, 16 de julio, del Consejo Universitario de aprobar el reinicio de actividades académicas en la modalidad virtual.
Laura Alvarado, Consejera del Nurr, explicó a El Pitazo que existe una matrícula de 3.096 estudiantes, pero solo 1.500 se han inscrito de manera regular en el último año.
Basada en este dato, y el resultado de una encuesta realizada recientemente para evaluar la factibilidad de un intensivo virtual, solamente 326 de esos 1.500 ulandinos tienen acceso a Internet, computadora o teléfono inteligente.
El resto, que representa casi 80% de la masa estudiantil, estaría por fuera del sistema y, de comenzar las clases, no tendrían la posibilidad de estudiar bajo la modalidad virtual.
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Alvarado manifestó que están de acuerdo con la continuidad de las clases, pero únicamente si se garantiza una alternativa a quienes no poseen las herramientas tecnológicas.
“Si el Consejo Universitario no da unas directrices, una planificación eficiente, no consideramos viable el reinicio de actividades de manera no presencial", declaró Alavarado en la mañana de este martes, 21 de julio, vía telefónica.
Algunas de las propuestas surgidas de los jóvenes son permitir doblar el período de culminación del semestre para quienes vivieran en zonas remotas pudieran movilizarse hasta las ciudades y cumplir con sus obligaciones; y permitir los intensivos. No obstante, son posibilidades en evaluación.
Infraestructura en deterioro
Alejandro Colmenares, consejero del núcleo, también manifestó las desventajas desprendidas de la modalidad virtual. Una de ellas es el abandono de las materias prácticas, que desmejoran la calidad del aprendizaje.
Otra, y quizás la más importante para futuras generaciones, es el deterioro evidente de la infraestructura de la Villa Universitaria del Nurr.
El monte crece sin control en las áreas comunes, el sistema eléctrico presenta serias fallas debido a la caída de guayas de alta tensión y la inseguridad acecha diariamente sin que los organismos de seguridad intervengan.
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Los vigilantes, quienes durante la cuarentena han podido acercarse a cumplir con su labor, son insuficientes para resguardar la extensión del campus universitario. En consecuencia, ha habido innumerables robos y hurtos de bienes.
Computadoras usadas para las inscripciones, repuestos de vehículos y aires acondicionados figuran entre las pérdidas. Sin dejar a un lado la tala indiscriminada de árboles por parte de personas no identificadas.
