Dos años sin cocina tiene el Hospital Universitario Pedro Emilio Carrillo de Trujillo

Alrededor de 300 comensales diarios han dejado de recibir alimentos desde finales de 2017. Cada paciente debe llevar su comida hecha o los insumos para prepararla con ayuda del personal. Los equipos están deteriorados o han sido hurtados

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El servicio de nutrición, o comedor del Hospital Universitario de Val, tiene dos años inactivo. Fotos: María Gabriela Danieri

Valera.- Durante un mes y diez días, José Javier González, proveniente de Boconó, ha comprado los alimentos para cocinarle el almuerzo a su esposa, quien está recluida en el Hospital Universitario Dr. Pedro Emilio Carrillo, ubicado en el municipio Valera del estado Trujillo.

Todos los días baja a la cocina del centro de salud y le pide el favor al personal, que lo ayuda a procesar los alimentos. No tiene dinero para trasladarse constantemente a su localidad y tampoco para comprar comida en la calle. 

«En el hospital no están dando comida y, gracias a Dios, el personal nos trata bien y nos ayuda a cocinar. Yo les pido una vez al día. En la mañana y la noche resolvemos de otra manera» comentó González, cuya esposa padece de una micosis pulmonar, a raíz de una hemorragia pericárdica.
Alrededor de 300 pacientes han dejado de ser atendidos por el servicio de nutrición del Hupec.

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El problema comenzó hace dos años, cuando la Fundación Trujillana de la Salud (Fundasalud) redujo considerablemente los insumos proteicos hasta llegar a cero. Los nutricionistas tenían la potestad de hacer los pedidos, pero luego la institución centralizó las órdenes y el personal profesional solamente recibía los rubros, sin poder objetar.

Los pacientes acuden por agua hervida y para cocinar sus propios almuerzos, principalmente quienes viven lejos

De acuerdo a los trabajadores, quienes resguardaron su identidad por miedo a ser objeto de procedimientos administrativos, en principio redujeron las porciones, pero al poco tiempo las ollas quedaron vacías. «Un almuerzo tendría que ser por ejemplo el muslo, su ración de arroz, ensalada, sopa, pan y un trozo de fruta. Hace mucho que no se ve un plato así. Comenzaron por reducir: si se daba el seco, no se daba la sopa. La ración de pollo normal es de 200 gramos y bajó a 100 y a 80, pero cuando nos percatamos ya no llegó nada», dijo uno de los declarantes.

Las dietas se cubrían en todos los pisos y áreas, que incluyen las salas de emergencia, Unidad de Cuidados Intensivos y Pediatría. Todos recibían dietas completas o terapéuticas, incluso meriendas. Actualmente, la cocina solamente se encarga de ayudar a los familiares a procesar alimentos y hervir agua para quien la necesite. «Hoy vine a buscar agua aquí, porque a mi hija la van a subir al quinto piso y allá no hay agua. Somos del Tres de Febrero (La Ceiba) y tenemos diez días. Para la comida hago sacrificios. Hoy voy a comprar para que me ayuden a cocinarla aquí. Mi hija vino porque mi nieto, de cuatro meses, tiene neumonía», comentó Ingrid Vásquez, familiar de un paciente. 

Cocina deteriorada

El servicio tiene solo una cocina, una plancha y las calderas operativas. En estas últimas hierven el agua y esterilizan teteros para los bebés. De cuatro neveras cuarto, no queda ninguna operativa, por lo cual, de llegar insumos, no podrían mantenerlos en buen estado. Hay tubos rotos y unos ladrones ingresaron para llevarse las hornillas de una de las cocinas dañadas. Además, el personal, integrado por 150 personas (nutricionistas, asistentes, obreros, cocineros y repartidores) se redujo a la mitad en el último año.

Más de 300 pacientes han dejado de recibir los alimentos adecuados durante su estadía en el centro de salud

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