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San Cristóbal.- Las secuelas del desbordamiento de la quebrada La Zorquera, que afectó la noche del martes 10 de noviembre a Zorca en los municipios San Cristóbal, Cárdenas y Capacho, así como los sectores Santa Elena, Lagunillas y Tononó, se mantienen. Habitantes de estas zonas continúan sacando lodo de lo que quedó de sus viviendas, intentando salvar vehículos y liberar calles por las que ya no hay paso.
Este domingo 15 de noviembre El Pitazo confirmó cómo las calles continúan repletas de lodo y las familias siguen sacando agua y barro de sus viviendas. Lo poco que lograron salvar de enseres sigue a la intemperie con la esperanza de que salga el sol y se sequen.
Tres máquinas remueven lodo en los sectores más afectados de Santa Elena y Zorca, mientras obreros apoyan también con palas. En el camino, quienes quedaron damnificados piden agua, el calor generado por el mismo barro y la falta de agua potable, los tiene afectados. Funcionarios de Protección Civil y bomberos de San Cristóbal llevan camiones cisternas y llenan envases en las viviendas, pero se hace insuficiente.
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El olor a tierra acompaña la zona de extremo a extremo. Cuando alguna organización, personas de la sociedad civil o institución llega con ropa y alimentos, los niños, adultos y ancianos se aglomeran en búsqueda de lo que necesitan. Ropa, zapatos, juguetes, tapabocas, productos de limpieza y de aseo personal, forman parte de las necesidades iniciales.
La mayoría no tiene dónde cocinar. Vecinos que tenían sus cocinas en un segundo piso ofrecen hacer la comida a los más cercanos, y personas de la sociedad civil llegan repartiendo arepas y sopas en cantidad.
Entre el lodo
En Zorca, San Cristóbal, la vivienda de Gloria Quintero fue arropada en su totalidad por el agua y el lodo. Perdió todos sus enseres, cocina, nevera, muebles, camas, ropa, televisor, fueron arropados por la quebrada y tapeados por el barro.
Su esposo sufrió una parálisis después de un ACV, por lo que no puede caminar. Diez minutos antes de que el agua inundara su casa, vecinos llegaron a llevarse en hombros al señor y a sacarla a ella. Los ubicaron en un segundo piso y desde allí vieron sus cosas debajo del agua.
«Nos quedamos sin nada. Quería lavar la ropa llena de lodo, pero los vecinos me dicen que es más el jabón que gastaré que lo que salvaré. Nosotros estamos solos, dependemos de la ayuda de los vecinos y de quienes se apiaden de esta necesidad tan grande», expresó Quintero.
Como Quintero, también Martha y su familia se encuentran en la misma situación. Ellos viven en la calle 3 de Santa Elena, donde cinco viviendas tuvieron pérdida total, todas las casa quedaron repletas de barro, con pérdida de enseres y por la vía solo hay paso para maquinaria pesada. La capa de lodo sigue siendo alta.
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«Fue un milagro salir estas siete familias al apartamento de arriba y salvarnos. No salvamos nuestros bienes materiales porque quizás ninguno pensaba en eso, sino en los niños y hasta en los animalitos. Quedamos sin nada, las neveras las encontramos volteadas y la cocina llena de agua y tierra», expresó.
Llora al pensar en sus cuatro nietos, a quienes tuvo que enviar a San Cristóbal, a casa de un familiar, para que no tengan que dormir entre la tierra y los escombros.
Cómo ellos, cientos de familias continúan luchando por al menos vivir libres del barro y el agua, mientras la solidaridad de los tachirenses sigue llegando a los sectores afectados por las lluvias.
