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lunes, 28 septiembre, 2020

Trujillo | En Mitimbis una falla de electricidad los regresó al siglo pasado

Mitimbis, un asentamiento del municipio Candelaria, tiene 41 días sin electricidad, debido a que un rayo quemó el transformador y Corpoelec no los ha ayudado. Además de eso, deben lidiar con la falta de gas, transporte, gasolina y señales móviles

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Trujillo.- La luz tenue de la vela le impide ver por dónde van sus pies. La oscuridad en la cual está inmerso, desde hace 41 días, el pueblo de Mitimbis, municipio Candelaria, lo ocupa todo.

Camina con cautela y, pese a la irremediable situación, no se detiene hasta que siente algo vivo atrapado debajo de su zapato. La señora, de 66 años de edad, no sabe qué es, pero se lo imagina y se asusta.

Karelis Delgado, de 26 años de edad, auxilia a su madre con la linterna del celular, cuya batería siempre está en peligro de agotarse, y ambas descubren a la pequeña culebra agonizante, debido al certero golpe recibido en la cabeza.

Tuvieron suerte, dice Karelis, porque debido a la falta de electricidad, serpientes, mosquitos y todo tipo de bichos dejan las tierras cafetaleras y se meten a las casas durante las noches.

Estos no son una amenaza preocupante para una población rural. La oscuridad, en cambio, sí representa un peligro.

Los adultos mayores, debido a la imposibilidad de ver, corren el riesgo de tropezar y causarse lesiones severas.

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De 40 personas que habitan “la corriente de aire entre dos montañas", como se traduce el vocablo indígena de Mitimbis, hay 7 abuelos con problemas de visión.

Algunos se han caído y sus hijos no han podido llevarlos al médico, debido a la ausencia de transporte público y la escasez total de gasolina.

“Aquí lo que hay son burros y bicicletas", cuenta Karelis, vía telefónica, a unos 30 kilómetros de su hogar, específicamente en la vivienda de sus primos en Mitón, donde resguarda los alimentos y carga la batería de su teléfono móvil todos los días.

Un rayo destructor

Karelis, quien es peluquera, relata que esta precariedad comenzó el 16 de agosto, cuando en medio de una tormenta, un rayo cayó en el único transformador eléctrico de la comunidad.

“Escuchamos el trueno y al ratico escuchamos que el transformador echaba chispas», describe Delgado sobre el incidente, que reportaron a las autoridades de inmediato.

Funcionarios de la Alcaldía de Candelaria y los técnicos de Corpoelec visitaron a las 35 familias afectadas y les dijeron que la causa había sido la ausencia de un pararrayos en el poste.

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Les explicaron que en el estado no había equipos para sustituir el dañado, pero iban a buscar uno en algún lugar donde no hiciera falta para llevárselos pronto.
Esa promesa la hicieron el lunes 21 de septiembre, cuando cumplían 35 días sin electricidad.

En busca de la luz

En ese momento, la familia de Karelis, integrada por siete personas, ya aplicaban su agotadora rutina en busca de la luz.

A pie o en bicicleta, ella y sus hermanos, se turnan para ir hacia Mitón o Torococo.
Dos veces al día van a guardar los alimentos perecederos y a buscarlos cuando los van a cocinar. Eso sí, en fogón, porque hace seis meses que tampoco tienen gas.

“Tenemos una cocina eléctrica, pero ahorita la tenemos de adorno. Cocinamos temprano y por lo general granos, no en grandes cantidades, porque se pueden perder. Si compramos queso, se pica una parte para el consumo y lo otro se manda a refrigerar", detalla Delgado, quien agrega también consumen arepas de maíz, pero lo muelen a mano, porque los molinos son eléctricos.

Karelis, junto a un amigo, muestran cómo cargan sus dispositivos en casa de un familiar, a unos 30 kilómetros de su vivienda en Mitimbis, donde cumplen 41 días sin electricidad. Fotos: Karelis Delgado

Madre y maestra

Sumado a esto, Karelis, quien ha dejado de percibir ingresos de su trabajo, debe atender las necesidades educativas de su hija, de 8 años de edad, debido a la suspensión de clases presenciales en el país por el COVID-19.

En Mitimbis, la única telefonía disponible es Digitel, y tampoco es la mejor, por eso debe ir a la casa de sus familiares, cargar el teléfono y recibir las asignaciones por mensajes de texto o WhatsApp.

De esta manera, mientras dura la luz solar y la batería del celular, puede hacer las tareas con su hija y enviarlas al día siguiente.

La radio, por medio de la cual se difunden los contenidos, desde hace 41 días, no suena; y la Escuela Estadal 325, a la unica que pueden acudir para asesorías presenciales en la semana de flexibilización, hace años que solo funciona como centro de votación.

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El padre de Karelis, un hombre de 78 años de edad, recuerda que en su infancia, en Candelaria no había electricidad, pero sí «más facilidades". La comida no faltaba en la mesa, había transporte y hasta sobraba gasoil o kerosene para los mecheros.

Ahora han gastado una caja de velas y no tienen gasoil para las candelas. Los Delgado sienten que de golpe los devolvieron al siglo XX y no estaban preparados.

“Los días se hacen eternos. Nadie puede dormir", dice Karelis, mientras pide a los organismos que se acuerden del pueblo, asentado entre dos montañas, donde únicamente corre la brisa.

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