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miércoles, 10 julio, 2024

El volver a empezar a los 71 años de una venezolana en Argentina

La venezolana Gladis Cahuao abandonó su Falcón natal para emigrar a Argentina, por petición de sus hijas ante las dificultades para vivir en Venezuela. Ahora, con 71 años, retomó la costura, una actividad que le abrió las puertas a un trabajo y a enseñar a otros, gracias a la oportunidad que le brindaron Acnur y la Fundación Mirares

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Por Mariannis Visaez / Programa de Formación de Nuevos Periodistas

Ciudad Guayana.- El envejecimiento y la discriminación por la edad -siendo este un proceso biológico natural- es una realidad en Latinoamérica y en el mundo. Muchas personas mayores de 60 años ven en su edad un obstáculo para ingresar al mercado laboral o incluso para tener una vida digna.

Este escenario puede intensificarse aún más cuando la persona se ha convertido en un migrante; sin embargo, la venezolana Gladis Coromoto Cahuao Rujano demostró que cuando se dan los escenarios propicios, es válido soñar y hasta emprender a los 71 años.

Cahuao Rujano es madre y abuela. Emigró a Buenos Aires, Argentina, en diciembre de 2022. Se mudó a 8.370 kilómetros de su Falcón natal. Sufre de artritis reumatoidea y en Venezuela soportaba innumerables carencias, como la falta de energía eléctrica, de agua potable y una economía inestable. 

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Pero hoy, en Argentina, se dedica a la costura. Convirtió algo que le apasionaba en un trabajo. Compró su propia máquina de coser y enseña a otras personas para que hagan de la costura un oficio transformador, como le sucedió a ella.

En conversación con el portal Noticias ONU, Cahuao Rujano contó cuáles son sus sueños y experiencias: “A la edad que tengo, no había pensado que podía rehacer mi vida, hacer tantas cosas como todo lo que he hecho desde que llegué a este país. He aprovechado todas las oportunidades que me han brindado distintas organizaciones de sociedad civil, es admirable el trabajo que realizan para colaborar. Desde mi arribo he sentido que la población argentina me ha integrado con mucho afecto", aseguró.

Tiene a cuatro de sus cinco hijas viviendo en Buenos Aires y ellas le insistieron en irse de Venezuela. “A mí me costó mucho tomar la decisión de irme de mi país, no me quería ir, porque yo convivía con mis nietas más pequeñas, que en ese momento tenían 1 y 3 años. Fue muy difícil separarme de ellas", expresó Gladis Coromoto, quien veía la idea de volver a empezar en otro país cuesta arriba.

Al llegar al país sureño se estableció en la parroquia Regina Martyrum, en Buenos Aires. Encontró allí una nueva oportunidad para rehacer su vida y ser feliz, sin las preocupaciones de las carencias en Venezuela. 

Y es que fue en este lugar donde retomó el hobby que transformó su vida, le genera ingresos y lo enseña a otros para que aprendan como ella.

En Regina Martyrum tomó un curso de costura. “Yo cosía en mi país, pero solo algunas prendas para la familia, nunca más de eso, y en Argentina me pude perfeccionar (…) Así fui apuntándome en distintos cursos, pero no tenía máquina para coser. Una vecina me prestaba una, porque la mía la tuve que dejar en Venezuela. Otra alternativa era cuando iba a las clases, aprovechaba las máquinas que nos facilitaban allí", indicó a Noticias ONU.

Coser y enseñar para ayudar a conseguir trabajo en Argentina

Así, la falconiana estuvo cosiendo y aprendiendo, hasta que pudo comprarse su propia máquina de coser en julio de 2023, con el apoyo de la Fundación Mirares (Migrantes, Refugiados y Argentinos Emprendedores Sociales), que le otorgó el capital semilla para adquirirla. 

De esta manera, convirtió su hobby en un trabajo que le da satisfacción, la hace sentir útil y la anima a iniciar el camino del emprendimiento.

“No estaba buscando trabajo, porque mis hijas no querían que trabajara por mi enfermedad, pero es una actividad que puedo hacer, que disfruto, yo jamás me imaginé que me podrían ayudar para acceder a mi máquina. Hoy logré tener una lista de espera de pedidos, y hasta me invitaron a ofrecer capacitaciones a gente que no sabía coser, y que, a futuro, aprender a hacerlo también puede ayudarlas a tener trabajo", señaló a Noticias ONU.

La venezolana trabaja arduamente para lograr su gran meta: llevar adelante un emprendimiento dedicado a confeccionar uniformes para los trabajadores en las áreas de salud y docencia.

En el sur de la Patagonia argentina huele a Venezuela

La costura no solamente le ha dado un trabajo, sino que le demostró que la edad no es un obstáculo para intentarlo todas las veces que sean necesarias. Es una actividad que refuerza con su círculo de amistades venezolanas y argentinas, con quienes lleva una agenda social que incluye salidas a tomar un helado, café o bailar salsa. 

Además, Gladis Cahuao tiene tiempo de confeccionar ropa y abrigos para los más necesitados. 

Agradece a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) todo el apoyo que le ha dado para rehacer su vida en el país sureño. Espera pronto reencontrarse con su hija y nietas, que aún permanecen en Venezuela.

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