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Cada lunes, miércoles y viernes camina dos horas desde su casa en el sector Santa Rosa hasta el hospital Universitario de Maracaibo. La distancia es de casi ocho kilómetros y ese mismo recorrido debe hacerlo de regreso. Sale muy temprano en la mañana, va cansada y débil y regresa casi igual.
Esto es lo que le toca a Maritza Villarreal, una mujer de 67 años que es paciente renal y a la que recibir su diálisis interdiaria es lo que la mantiene con vida. Hace casi tres semanas que le toca caminar hasta el hospital porque desde ese tiempo no les surten gasolina a los pacientes renales, ni a los pacientes oncológicos. “Yo lo hago porque esto es mi vida y uno está es agarrado de la providencia", contó a El Pitazo este 10 de agosto.
Su hijo transportista es quien la lleva cuando tiene gasolina, “pero ahora sin trabajo y sin gasolina. Porque lo que uno vive no es fácil. Todo es a medias, medio comer, medio vivir", dijo.
El esposo de Maritza es vigilante y cuenta que va a la casa cada 15 días. “Con lo que le pagan alcanza solo para comer un día".
Al igual que Maritza, el esposo de Julia Uzcátegui también camina. Una hora dura su recorrido para llegar al hospital y otro para volver a su casa. Maritza necesita diálisis desde hace cinco años y el esposo de Uzcátegui hace tres.
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Estas son apenas dos historias. Pero los al menos 200 pacientes fijos que tiene el hospital y que acuden en los turnos de lunes, miércoles y viernes y los de martes, jueves y sábado necesitan que los apoyen para poder surtir de combustible sus carros, los carros de sus hijos o de los que les hacen su traslado para que puedan recibir el tratamiento.
“Antes nos daban gasolina los domingos, después llegó la gasolina iraní y nos plegamos a los días que nos tocaba por el terminal de la placa y luego cuando la gasolina se acabó nos quedamos sin nada para llevar a nuestros familiares". Así lo explica Julio Uzcátegui, quien cuenta con preocupación que los pacientes necesitan la diálisis para vivir. “Caminar los pone peor y ellos salen débiles cuando los desconectan de la máquina".
Todos sufren
La situación del resto de los pacientes es igual de crítica o tal vez peor. Hay quienes viven en el municipio Mara y no pueden llegar hasta el hospital en Maracaibo. “Ayer faltaron dos. Eso a mi me preocupa mucho", dijo Maritza.
Lo mismo opinan sus compañeros. De hecho, en un video que entregaron este 10 de agosto a los medios de comunicación se escucha que uno de ellos lamenta: “De aquí, del hospital Universitario, los pacientes renales estamos olvidados, estamos a nuestra suerte. Clamamos para que se nos den una solución con los ascensores, con la alimentación, con las medicinas y con el transporte".
Porque en el hospital no funciona el ascensor y tienen que subir nueve pisos por las escaleras para llegar a la unidad donde están las máquinas.
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“Ya no aguantamos la situación en la que estamos. Tenemos problema con el suministro de gasolina y no podemos trasladarnos a nuestra diálisis", expresó.
Con los ascensores dañados, los pacientes renales deben pasar por los pisos en donde están los pacientes con COVID-19.
“No tenemos equipos de bioseguridad. También tenemos falta de enfermeras porque las enfermeras han renunciado porque no tienen transporte y cobran una miseria. No les están dando los bonos, no les están pagando lo suficiente al personal de diálisis y por lo tanto han renunciando".
Piden que se visibilice su situación para que los ayuden.
Informaron que entregaron a la dirección del hospital una carta en la que hacen peticiones y ayuda. Esperan respuesta.
