Por. Nehomaris Sucre
¿Qué se encierra en las matracas? ¿ruido o silencio? en la tradición católica española el sonido de este instrumento se ha usado para sustituir las campanadas y simbolizar el final de las tinieblas durante Semana Santa. En Venezuela, cuando hablamos de matraca, nos referimos a un hecho nada célebre: la extorsión policial y militar. En las próximas líneas conversaremos respecto a este tema tan escabroso.
No es secreto que los ciudadanos perdimos control sobre los organismos de seguridad del Estado. En un extremo el gobierno alardea de una supuesta “democracia plena", pero el rostro de nuestra realidad es distinto y no existen mecanismos que nos permitan siquiera regular de forma efectiva la actuación policial.
Nicolás Maduro instó a las alcaldías, gobernaciones y otros entes estatales a denunciar los abusos de la policía. Al no tratarse de un llamado a la ciudadanía en general, sino a miembros del Estado-Psuv, esto entre líneas nos indica la reafirmación del control de la élite sobre los funcionarios policiales. En cambio, el ciudadano de a pie, quien es el principal afectado de estos abusos, queda al margen y al pronunciarse es desestimado por el gobierno.
Valentina Quintero dijo recientemente que “el auténtico peligro de las carreteras venezolanas es la autoridad, las alcabalas, la matraca". El ministro de Interior Remigio Ceballos le respondió que “Es una irresponsabilidad generalizar y pretender opacar la labor policial y militar". Así se desaprueba la denuncia ciudadana.
Las alcabalas son para muchos una pesadilla en cámara lenta, sobre todo en estados fronterizos donde su uso suele ser excesivo. Además, estadísticamente su eficiencia para capturar delincuentes es muy baja, de apenas 2%, según estudios de expertos criminalistas.
Lo cierto es que las alcabalas son necesarias en casos puntuales, como cuando se busca a reos fugados o se quiere frustrar el robo a un banco. No obstante, en condiciones normales y específicamente en el contexto venezolano, tienden a favorecer la corrupción policial.
Las temidas matracas desencadenan un efecto dominó en el caos reinante. Cuando las víctimas son los transportistas de alimentos la principal consecuencia es que los productos llegan a la población con un costo hasta 3 o 4 veces mayor, tal como lo ha señalado la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro). Esto explica por qué en muchos casos los artículos de producción nacional terminan siendo más costosos que los importados.
En estas malas prácticas policiales intervienen los bajos sueldos de funcionarios que, en promedio, no superan los 100$ como es el caso de los integrantes de la Policía Nacional Bolivariana (Pnb).
En definitiva, para reducir el problema del matraqueo es importante visibilizarlo denunciando públicamente, pero más allá de eso a este país le urge una restructuración institucional.
NEHOMARIS SUCRE | @Neho_Escribe
Politóloga y militar retirada.
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