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jueves, 7 septiembre, 2023

La complejidad de cambiar los hábitos

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Por Karina Monsalve

Los hábitos son comportamientos que repetimos con frecuencia en el tiempo y en ambientes similares, pero que van mucho más allá de la simple repetición de conductas, ya que implica una secuencia aprendida de actos que han sido reforzados por el medio ambiente o por nuestros padres inicialmente.


Los niños van incorporando a su personalidad sistemas de valores, creencias, conductas y hábitos que obedecen a un sistema de interacción en la vida familiar. También media el sistema de recompensas y castigos y el modelo del comportamiento que rige el mundo familiar y que en muchos casos se presenta como un mecanismo inconsciente que perdura en el tiempo.

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Comer más sano, hacer ejercicio diario, leer todos los días, dejar de fumar, ahorrar, entre otras conductas, tienen un grado de adhesión a la dinámica de la rutina de cada persona que es difícil cambiar de un día para otro. Es necesario plantearse cambiar los hábitos cuando éstos comportamientos llegan a ser nocivos para nuestra salud.


Dentro de las iniciativas para el autocuidado uno de los mayores retos es la modificación de hábitos que representan riesgos para la salud. Pese a la intencionalidad del cambio cuando somos adultos, a los objetivos planteados y a los beneficios potenciales, es altamente frecuente encontrar gran resistencia al mismo. Logramos tener muy claros los objetivos y la teoría de las conductas que debemos cambiar para mejorar, sin embargo, llevar a la práctica esos cambios se hace muy cuesta arriba.

Un ejemplo concreto es la manera en que las personas nos alimentamos, esta manera tiene grandes influencias en la experiencia y el aprendizaje durante los primeros años de vida, por lo que el arraigo de los hábitos es muy fuerte. Los hábitos alimentarios más que el ingerir alimentos, implican una sucesión de hechos y pensamientos que, si bien culminan en el momento de la ingesta, tiene una serie de antecedentes que llevan a ese desenlace: la selección y compra de ingredientes, la preparación culinaria, la cantidad que se ingiere, la frecuencia con que se ingiere, el cómo comemos e incluso la fisiología del apetito y la
saciedad. Todo este bagaje de elementos interactúa consciente e inconscientemente en la
conducta alimenticia de cada persona. Cambiar esto requiere un esfuerzo importante.


El cambio de comportamientos de estos hábitos es un proceso que implica el engranaje del
factor cognitivo y del factor emocional, procesos que no siempre van a la par y suelen
generar frustración.


Una manera de enfrentarnos a las resistencias autoimpuestas para generar el cambio empieza por conocer cuáles son esas resistencias. Tener en cuenta qué es lo que más nos cuesta es un buen comienzo. Desde lo cognitivo, debemos saber cuáles son las creencias que tenemos hacia nuestro hábito y el por qué deseamos modificarlo. Así mismo, necesitamos plantearnos pequeños objetivos iniciales que debamos cumplir en corto tiempo.

Para lograr iniciar los cambios debemos trabajar en aspectos motivacionales, ya que éstos son los que nos permitirán generar las ideas de cómo iniciar el cambio. Sobretodo, la motivación interna, que está asociada al sentido de elección y de autorrealización. Estos factores motivacionales además acompasarán el factor emocional en relación al cambio. Elaborar un plan de acción con conductas concretas, claras, precisas y cortas podría ser un esquema que sirva de inicio y luego se vaya ampliando en la medida en que obtengamos los logros deseados.

El manejo de las ansiedades que crea cualquier cambio es un aspecto a considerar, ya que estas pueden sabotear e impedir que logremos nuestros objetivos. Por eso, es importante aplicar algunas estrategias que, de manera individual, según los gustos e intereses de cada persona, sirvan para aliviar esas tensiones y mantener el equilibrio emocional necesario para ser disciplinado en la práctica de una nueva manera de hacer las cosas.

No pretendas cambiar todos tus hábitos a la vez, busca la estrategia que te funcione y
comprométete con un cambio por vez. De esta manera irás ganando dominio sobre ti
mismo y lograras ver avances que te motiven
a incorporar más cambios positivos.

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