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martes, 1 octubre, 2024

La conciencia del mal

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Por: Julio Túpac Cabello  

A dos meses de burlar la voluntad popular, Nicolás Maduro graba un video bañándose en la playa junto a su pareja. Canta y hace un chiste sin mayor gracia. Y luego lo manda a exponer en línea. 

Las redes y la globalización son tentaciones para las neo-autocracias del siglo XXI, que seducidas por la trivialidad y la recreación del ego que permite la comunicación masiva sin filtro, exponen intimidades, cruzan cualquier línea del sentido del ridículo y se convierten en el espejo más distorsionado de la cultura que tanto se empeñan en depauperar.  

Pero hay mucho más que trivialidad y ego en ese video. Aunque ambas cosas abundan. Hay mucho más. Hay un mensaje déspota tronador. Hay la autoafirmación de estar seguro. Tenemos todo tan en control que me voy a bañar a la playa. Mientras ustedes están escondidos, muertos, presos o expatriados, yo me estoy dando la gran vida, divirtiéndome con mi esposa, en este país del que me he adueñado.   

Maduro se baña con Cilia Flores en la playa y desata reacciones (video)

Infames sí, pero no banales

Apenas al inicio de 2024, el Oscar premió una película inglesa que retrataba la vida normalizada, con sus asuntos domésticos, la educación de los niños y las comodidades de la casa, de quien era nada más y nada menos que el militar eficiente, gerente y gran coordinador operativo del traslado, capacidad, mejor uso y muerte de los millones de presos judíos distribuidos en los países ocupados por la Alemania nazi y los campos de concentración. 

En las crónicas que Hannah Arendt hizo del juicio en Jerusalén a Adolf Eichman, narraba, para asombro de las mayorías, que aquel capataz gracias a quien, entre otros, se hizo una limpieza étnica/religiosa de al menos seis millones de judíos, no era un hombre particularmente malvado, sino un ciudadano más bien acrítico, que obedecía órdenes de estado, dando por normal e incluso “bueno" lo que delineaba el estatus quo. 

Es a esa condición no malintencionada y acrítica, muy parecida al concepto de “masas" que definía Ortega y Gasset, al que Arendt se refería cuando hablaba de la banalidad del mar, lo que, según sus textos, fue el gran sustento de los horrores que el nazismo cometió contra la humanidad. 

Pero a diferencia de lo que Zone of interest y Arendt retrataban, en este video -presumiblemente en La Orchila- Nicolás Maduro y Cilia Flores expresan cualquier cosa menos ingenuidad, obediencia y acriticismo. 

Maduro y Flores, así como sus otros miembros de casta (los Rodríguez, Diosdado, William y otros) están sentados sobre un poder usurpado, producto del asesinato y la tortura de cientos y miles de venezolanos, respectivamente, el encarcelamiento y la expropiacion de innumerables connacionales, el éxodo más amplio de la historia de América Latina, la peor crisis humanitaria de la historia del país, y la segunda hiperinflación más pronunciada de la historia de la humanidad. 

La indulgencia que no han sembrado 

Rabia de sentir rabia. Uno de los precios más grandes al que nos ha sometido el chavismo es la involuntaria reacción indignada, impregnada de odio y amarga que produce cada injusticia, cada arbitrariedad, cada robo, cada gesto innoble de la casta chavista. 

Es legítimo sentirlo, pero también es degradante, porque el odio es primitivo, intolerante y enceguecedor. Gracias al odio nos hemos equivocado en reiteradas ocasiones en esta lucha desigual: al dar un golpe de estado en 2002 -después que el régimen estaba caído y Chávez se había ido; y al abstenernos en 2005. 

El poder puede hacer soberbio a quienes lo detentan. Le pasa a los más nobles. Pero si esa soberbia es encarnada por personajes que a sangre fría asesinan, torturan e impiden la libertad de todo un país, si esa soberbia es la celebración del fraude, el arrebato y la imposición por la fuerza de la voluntad del prójimo, esa soberbia es aún más vomitiva. 

La magnanimidad siempre nos salva de ser tratados, cuando estemos en desventaja, de no ser enjuiciados como nosotros vejamos a otros. Pero esa no ha sido una característica del chavismo que, más bien, si acuerda, incumple; si promete; falla; si se compromete; traiciona; si pierde, roba; si exaspera, secuestra; si tiene miedo, tortura; si no encuentra salida, mata. 

Y si algo tiene el chavismo es conciencia de su proceder. De su calaña. De su catadura moral. De banal no tienen nada. Ojalá encuentren la indulgencia que no han sembrado cuando les toque. Porque siempre toca. 

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