Los cambios en la política son inevitables

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Las protestas han aumentado en todo el país durante las últimas semanas | Foto Ronald E. Peña

Por Marcos Hernández López

La actual narrativa de Venezuela se desliza en alegorías de permanentes contradicciones; a pesar de ser rico en recursos naturales, con una de las mayores reservas de petróleo del mundo, sufre serias dificultades económicas. Ya es historia: alguna vez fue una de las economías más robusta de América Latina. Los críticos de la gestión Maduro, quien es el sucesor del expresidente Hugo Chávez (1999-2013), lo acusan directamente de muy mala praxis administrativa y de cometer excesos con significativos recursos para el equilibrio y desarrollo de la economía. 

Ya no hay eventos y decisiones articuladas a las temáticas económicas y políticas que no sorprendan a la mayoría de los venezolanos y más si viene del gobierno Maduro. En la lucha diaria, emergen nuevos y viejos actores, realidad que conecta al análisis en la dinámica socio histórico de Venezuela. Si enfocamos la aguda crisis que transita el país, observamos y percibimos que nuevamente se está fraguando una reconfigurada sociedad civil asociada a la crisis de credibilidad de las instituciones públicas por sus diversos nudos críticos, y al crecimiento de una reflexión moviéndose en el complejo existencialismo humano, derivándose una clara interpelación hacia la actual clase política en general, espacio terreno fértil para la antipolítica. 

Diversos eventos se alinean a diario en todos los contextos regionales y locales, surgen nuevos rostros, realidad que tiene correspondencia con la energía positiva de estos nuevos actores sociales que vienen desafiando al gobierno de manera frontal. Los diversos estratos sociales se sienten molestos con el discurso y con las siniestras prácticas hambreadoras de los revolucionarios para someter un pueblo noble y fiel a los ideales democráticos. Debemos valorar a la Iglesia, a los jóvenes estudiantes, algunos sindicatos y líderes políticos nacionales, regionales y hasta municipales, nuevos actores de la sociedad civil… quienes elevan su voz apuntalados en su valor. Se debe dejar muy claro que las propuestas alternativas a una salida democrática no pueden apuntar en la pretensión de pactar el todo con Maduro e hipotecar posiciones y acabando los sueños que se crean en la ofensiva diaria por rescate de la democracia y la libertad; como tampoco seguir justificando la ilusión de un golpe de estado como la salida más inmediata a la crisis venezolana. 

El constructo revolucionario gravita en la justicia del silencio, el control social y político para someter con los CLAP y los bonos de la patria a un pueblo vulnerado aun por su buena fe. Las redes sociales son las grandes aliadas de los opositores, se pueden convertir en la palanca de fuerza crítica y reflexiones para las movilizaciones y el eco de resonancia en todo el país y el mundo entero sobre la realidad venezolana.

La dinámica se inscribe en el entrelazamiento entre los nuevos actores y viejos actores, será la reacción defensiva frente al avance del perverso proyecto neomarxista totalizador de Nicolás Maduro. Venezuela vive una ola de aisladas protestas por falta de gasolina, gas, agua, luz, comida, hambre… además, la mayoría de los opositores exigen elecciones presidenciales e incluso generales. La gente está reflexiva, angustiada, agotada y sabe que el problema es el gobierno de Maduro. 

En síntesis, con la cuarentena social activada, la situación política se radicalizará en su control social  y persecuciones del gobierno, sin producir en corto tiempo cambios políticos y con la conexión de la pérdida de popularidad de la mayoría de los más significativos liderazgos políticos. Es innegable que Nicolás Maduro está débil, sin apoyo popular, más violento que nunca, embriagado de la sinrazón, llevándose por el medio de manera muy ruda a todos los principios y valores democráticos y de justicia. Lo grave es que no piensa en el mañana que sí existe y en su momento lógico el gobierno va a caer. Es un axioma, los cambios en la política siempre serán inevitables, es decir, que todavía hay espacio suficiente para la fe y la esperanza en el cambio político este 2020.

Marcos Hernández López es sociólogo, docente universitario | PhD Gestión de Procesos | CEO Consultora Estudios de Opinión. TW e IG: @Hercon44

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