Los Pitazos del Director | Nicolás Maduro camina en el fino hilo del coronavirus

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Foto: Prensa Presidencial.
Maduro gestiona la crisis del COVID-19, aunque el virus ha desnudado los efectos destructivos del oficialismo durante dos décadas | Foto: Prensa Presidencial.

Después de mucho tiempo se observa a un Nicolás Maduro con una gestión, aunque sea en el manejo de una crisis que aún nos parece indescifrable en su futuro desarrollo y, por supuesto, en las consecuencias que generará en el oficialismo y en general en el país. 

Sin lugar a dudas, hoy resulta criticable el ocultamiento de la información, la represión y la falta de atención a médicos y enfermeras y el abandono del sector salud, por ejemplo. 

Pero el coronavirus es una pandemia que favorece el autoritarismo y el populismo, y Maduro y su equipo en ese terreno (sobre todo más por el autoritarismo, pues no hay dinero para el populismo) se saben mover. 

Lo escribió con claridad la politóloga venezolana y profesora de la Universidad de Navarra, Carmen Beatriz Fernández, en el artículo Covidictadura, que el sábado replicamos en El Pitazo: “Las tragedias suelen repotenciar a los gobiernos. En el medio de una crisis profunda, el elector siente miedo y suele depositar su confianza en quien sienta lleva el timón".

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Mientras que Juan Guaidó, el presidente encargado reconocido por 60 países, no ha podido construir una gestión. En este momento, debemos reconocer, está lejos de llevar el timón, entre otras razones, porque no cuenta con el aparato del Estado para la acción pública en beneficio de la mayoría de todo el país. Por ejemplo, esta semana lanzó una iniciativa para la atención por telemedicina de quienes se sientan los síntomas del COVID-19 y, hasta ahora, esa acción no tuvo ninguna repercusión.

No obstante, el mismo coronavirus que hoy da a Maduro la oportunidad de mostrar una gestión aunque sea de contención, puede halar los frágiles hilos de la investidura que lo sostiene en el poder y dejarlo desnudo en corto tiempo, colocándolo a merced de sus aliados dentro de la coalición dominante y del apoyo internacional de Rusia y China, países que deben atender sus propios problemas.

Crisis estructurales como la de energía, por la escasez de gasolina y los problemas para generar electricidad, la caída del precio del petróleo, la incapacidad para producir alimentos y bienes y sin dinero para importar, las crisis en salud, educación y ahora la última, el retorno de migrantes que huyen de las complicaciones en sus países receptores, de seguro se agravarán y persistirán más allá de estos nuevos 30 días de cuarentena anunciados el sábado por la vicepresidenta Delcy Rodríguez.

Eso se suma a la crisis política, de desconocimiento entre las partes en conflicto, gobierno y oposición, de la ausencia de instituciones y mediadores para articular salidas, como las pedidas por organizaciones de la sociedad civil que solicitan acuerdos para enfrentar la crisis económica y social, adobada por el coronavirus, acuerdos que necesitan de menos hombres por mantener el poder y más de pensar la gente que sufre en los barrios y campos.

Por eso, observamos a un Maduro que gestiona la crisis del coronavirus, ese virus que favorece su autoritarismo, pero que también desnuda los efectos destructivos acumulados por el oficialismo en dos décadas de ineficiencia, improvisación y mucha corrupción.

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Además, cuando termine la cuarentena allí estarán aún las sanciones y los cargos criminales presentados por el Departamento de Justicia de EE. UU. contra Maduro y otros miembros del oficialismo. Pero, sobre todo, los oficialistas, metafóricamente, hallarán sobre sus mesas la oferta del secretario de Estado Mike Pompeo, y del representante de Trump para Venezuela, Elliot Abrams, quienes tienden puentes de plata para que militares y civiles, en ese orden de preponderancia, empujen hacia la transición, con la garantía de que sobrevivirán a la era madurista. 

Claro está, Maduro ha demostrado capacidad de aguante. Hasta ahora, ha lucido como un equilibrista capaz de superar las situaciones extremas, pero esta vez el cisne negro del coronavirus aletea con fuerza y mueve el fino hilo.

César Batiz es periodista egresado de la Universidad del Zulia, especializado en Periodismo de Investigación. Director de El Pitazo. @CBatiz

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