Por: Gloria Cuenca
En varias oportunidades se habló de un Premio de esta trascendencia para los venezolanos. Primero fue para el Dr. Humberto Fernández Morón, por la invención de su cuchillo electrónico para ser utilizado por quienes viajaran a la Luna. Como su profesión era la de médico, así se le candidateó. Según cuenta la leyenda, no se lo otorgaron por cuanto la nacionalidad de los científicos que los postularon eran del país que entrega el galardón, Suecia. Él no habría aceptado, por cuanto se lo debían dar como venezolano. No sé si esto fue exactamente así, lo supe de fuentes confiables.
Luego fue el Dr. Jacinto Convit, quien fue nominado por sus estudios y vacuna contra la Lepra, Leishmaniasis y Mal de chagas. No se lo otorgaron, nadie se explica por qué. Después supimos que se había pedido el Premio Nobel de la Paz al grupo de abogados que forman el Foro Penal Venezolano, que por supuesto era muy merecido. La labor desplegada por estos jóvenes, sin ningún tipo de interés, solo pensando en la horrenda violación de los Derechos Humanos que ocurre en Venezuela, ahora demostrada por el Informe de la Misión de la Naciones Unidas, a la gente más vulnerable, en todo sentido, sin recursos para pagar abogados defensores, sin conocimientos de las normas jurídicas, con dificultades para desplazarse desde sus centros habitacionales, hace a estos abogados merecedores de ese Premio y muchos más.
Ahora, por iniciativa de un grupo de venezolanos en el exterior, se pidió el Premio Nobel de la Paz para “El pacífico pueblo de Venezuela". En efecto, pocas veces un pueblo ha demostrado ser más pacífico, convencido de la idea democrática, con un espíritu de paz y tolerancia como lo demuestra a diario el venezolano. Esto frente a la prédica horrenda del régimen, que con dobles mensajes, de tipo esquizofrenizante, pretende doblegar y enloquecer al bravo pueblo venezolano. No logran romper el afecto, la amistad y la solidaridad entre todos. Se observa, claramente, este sentimiento en las colas. Sean éstas para comprar gasolina, agua o víveres; allí reaparece el venezolano, abierto, generoso y dispuesto a compartir con todos sus penurias y sufrimientos. Eso sí, casi siempre termina con una anécdota o cuento de lo que le pasó, a la misma persona, o a un vecino, compadre, amiga, en fin a cualquiera que le hubiese ocurrido algo, lo que termina con una risa, entre triste y resignada, ¿algo de esperanza, también?
Volvamos al Nobel. Lo primero que se debe tener en cuenta es que existe una gran presión de tipo político en la repartición de estos premios. Hay lobby, cabildeo, relaciones públicas o como se llame. No olvidar esto, se debe tomar en cuenta. El segundo aspecto a considerar es la ideología del grupo de quienes entregan el Nobel. Después del anticipado Premio al presidente Obama y a Juan M. Santos hay, harto suspicacias, como dirían en Colombia, por sus premiados. ¡Atención pues, no bajar la guardia, ni confiarse!
GLORIA CUENCA | @editorialgloria
Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela
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