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La familias de San Luis, una comunidad del municipio San Francisco considerada el mayor foco poblacional de Huntington del país (enfermedad neurológica, hereditaria y degenerativa), cuya economía depende de la pesca, padece por la escasez de gasolina que azota al Zulia. Los más afectados son los pescadores, que suman entre 800 y 900 trabajadores directos.
Necesitan entre 70 y 80 litros diarios por embarcación y la pandemia los deja con más crisis, más problemas y menos opciones para trabajar.
Agustín Soto, uno de los pescadores, señala que teme que la falta de gasolina se extienda. Hace unos días les vendieron 50 litros y asegura que solo duran para dos días de faena. “No es justo ni viable. Se nos puede ir la vida esperando".
Además del problema por la escasez de gasolina, los pescadores denuncian que deben comprar el aceite y entregar los cinco kilos de pescado que la Gobernación del Zulia y la Alcaldía de San Francisco les exigen por embarcación.
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«Todo es una calamidad», cuentan los pescadores. Les piden pescado que en teoría debe ser para la gasolina y el aceite que necesitan para trabajar, pero tienen que pagar por todo y además entregar la pesca.
“Preferimos comprar directamente la gasolina en una estación de servicio sin tanto protocolo, como cualquier dueño de carro, pero no nos dejan porque no tenemos chip. Estamos ahorcados por todos lados", lamentó un trabajador de apellido González.
En San Luis reclaman que todo se queda en reuniones, mientras la pesca y el resto de las actividades económicas, como la venta de alimentos, sufren las consecuencias de una paralización que afecta a más de 800 familias solo en San Luis.
Hasta hace dos meses, la Gobernación del Zulia y la Alcaldía de San Francisco les exigían a los pescadores que arrimaran 20 kilos de pescado semanales por embarcación (estiman que en la comunidad están activas unas 200 lanchas) con el argumento de que serían destinados a hospitales y a ferias populares.
Con información de Francisco Rincón
