Vicencio Villasmil era marino, uno de los 2.860 hombres que trabajaron en la construcción del Puente General Rafael Urdaneta. Hoy, cuando la monumental estructura que comunica a Maracaibo con toda Venezuela cumple 60 aniversario, el zuliano de 88 años de edad tiene un deseo: la trascendencia del puente más allá de su propia muerte

El primer carro que cruzó los 8.67 kilómetros de longitud que tiene el puente General Rafael Urdaneta fue una camioneta marca Dodge, chasis largo, que pertenecía al Ministerio de Obras Públicas. “Fue una prueba antes de la inauguración. Iban el chofer, un ayudante y cuatro obreros en la cajuela. Cuando regresó, todo el mundo aplaudía, era una fiesta".

Esta escena la cuenta Vicencio Villasmil, un marino que se encargó de movilizar en el lago de Maracaibo a los ingenieros encargados de supervisar una obra que tardó 40 meses en construirse y un solo día en cambiar la vida de una ciudad que estaba aislada del resto de Venezuela

Villasmil, con 88 años, es uno o quizás el único que aún vive de los 2.860 trabajadores que participaron en la construcción del Puente sobre el Lago de Maracaibo, calificado por especialistas como una maravilla de la ingeniería hidráulica moderna. Hoy, a los 60 años de la obra, tiene un deseo sobre el futuro del puente.

Sus casi 9 kilómetros lo convirtieron, hace 60 años, en el puente de concreto pretensado más largo del mundo. Y, aunque hoy ya no ocupa ese lugar, para los zulianos es un símbolo de progreso, de modernidad, de logros, de orgullo, de identidad.

El puente cumple este miércoles 24 de agosto seis décadas de su inauguración. Fue el entonces presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, quien cortó en 1962 la cinta para estrenar la vía que comunica a Maracaibo, capital de Zulia, con el resto de Venezuela.

“La construcción del puente fue una cosa grandiosa. Todo lo que se hacía era a la perfección. Era una belleza. Fue grandioso ver cómo clavaron todos los pilotes que sostienen el puente, y después armarlo hacia arriba. Ese puente es como un milagro", contó Villasmil sentado en el porche de su casa, ubicada a un poco menos de dos kilómetros del puente, en el municipio San Francisco.

“Hasta los mismos ingenieros que lo construyeron se quedaron asombrados de lo que habían hecho, porque era la primera obra de ese tipo", recordó.


La construcción del puente fue una cosa grandiosa. Todo lo que se hacía era a la perfección. Era una belleza. Fue grandioso ver cómo clavaron todos los pilotes que sostienen el puente

Vicencio Villasmil, marino que trabajó en la construcción del Puente sobre el Lago

El puente del nudo en la garganta

Para 1962, Villasmil ignoraba la importancia y trascendencia que tendría décadas después esa estructura de concreto que permite a los usuarios cruzar en 10 minutos el Lago de Maracaibo en un vehículo.

Más allá del desarrollo económico que significó para la región, se convirtió en una expresión de la idiosincrasia del zuliano. “El puente le produce a los zulianos respuestas emocionales. Es el ícono de salida y retorno, es la puerta de la casa. Es un símbolo de identidad", aseguró el antropólogo Carlos Valbuena Chirinos, profesor de la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica).

Esa conexión del puente con la sensación de estar en casa la siente Lizaura Noriega, una fotógrafa de 43 años, y Ángel Urdaneta, un trabajador social de 52 años.

“Si vengo llegando (a Maracaibo) siempre doy gracias a Dios porque ya estoy muy cerca de mi hogar, y cruzarlo me da mucha paz y tranquilidad de saber que estoy a salvo, porque siempre uno teme a los accidentes en las carreteras", contó Noriega en entrevista con El Pitazo.

A Urdaneta le llena de orgullo. “Cada vez que paso me siento más zuliano y reafirmo mi identidad y amor por mi tierra. Cruzarlo suena a gaita y a Chinita. Cuando estoy de regreso siento nostalgia, alegría, amor por mi Zulia", describió.

Ese sentimiento que explicó el trabajador social lo inmortalizó hace 50 años el fallecido músico Norberto Pirela con la gaita Sentir Zuliano, que habla sobre la emoción “tan grande" que siente un zuliano cuando cruza el puente, al punto de sentir un nudo en la garganta, temblar y hasta llorar.


Cada vez que paso me siento más zuliano y reafirmo mi identidad y amor por mi tierra. Cruzarlo suena a gaita y a Chinita

Ángel Urdaneta, un trabajador social de 52 años

Un puente enfermo

Para el sacerdote Eduardo Ortigoza, rector de la Unica, el puente Rafael Urdaneta es parte de cada una de las familias zulianas. “Nos duele y lloramos porque está enfermo. En este aniversario, debemos reclamarlo", invitó el padre en un conversatorio sobre el puente que se celebró en el Teatro Baralt en el marco de su aniversario.

Desde 2009, la administración del puente pasó a manos del gobierno nacional, y desde 2015, no recibe el mantenimiento adecuado y oportuno para evitar el deterioro de la estructura, según denuncias del Colegio de Ingenieros del Estado Zulia.

La historiadora Marlene Nava, profesora jubilada de la Universidad del Zulia, inició una campaña en redes sociales en la que señaló al puente como “zona en reclamación" por la decisión que mantiene el gobierno de Nicolás Maduro de despojar a la Gobernación zuliana de su administración, competencia que mantuvo desde 1991.


Nos duele y lloramos porque está enfermo. En este aniversario, debemos reclamarlo

Eduardo Ortigoza, rector de la Unica

De hecho, Vicencio Villasmil sabe sobre el deterioro del puente porque sus hijos, quienes trabajan en el Lago, lo cruzan casi a diario por el agua. “Este gobierno (el chavismo) ni siquiera ha mirado al puente. Yo le pido a Dios que antes de morirme no quisiera verlo abajo".

A sus 88 años, hablar del Puente aún le eriza la piel; y aunque tiene al menos 10 años que no lo cruza, recuerda que cada vez que lo cruzó se le hizo un nudo en la garganta, como dice la gaita. “Sentía un nudo en la garganta, porque sentía la satisfacción más grande del mundo de estar pasando por una obra grandiosa que vi construir".

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